Continuamos en esta edición el estudio del libro Obras Póstumas, publicado después de la desencarnación de Allan Kardec, pero compuesto con textos de su autoría. El presente estudio se basa en la traducción hecha por el Dr. Guillon Ribeiro, publicada por la editorial de la Federación Espírita Brasileña.
Preguntas para debatir
78. ¿La obsesión puede, en determinada circunstancia, presentar un carácter epidémico?
79. ¿Son abundantes las pruebas de que el Espíritu, apartándose de un cuerpo vivo, puede aparecer en otro lugar?
80. ¿Cuál es, en los fenómenos espíritas o sonambúlicos, el límite donde cesa la acción propia del alma humana y comienza la de los Espíritus?
81. ¿Por dónde y cómo el sonámbulo ve personas y cosas?
82. La llamada doble vista, ¿tiene relación con el sonambulismo?
83. ¿Podemos decir que algunos adivinos tienen, en realidad, la facultad de la doble vista?
84. ¿Puede un ciego estar dotado de la facultad de la doble vista?
85. ¿Cómo entender el don de la presciencia atribuido a los videntes?
86. ¿El fluido periespiritual puede ser visto por el hombre?
Respuestas a las preguntas propuestas
78. ¿La obsesión puede, en determinada circunstancia, presentar un carácter epidémico?
Sí. Lo que un Espíritu puede hacer con un individuo, varios Espíritus lo pueden hacer con varios individuos, simultáneamente, y dar a la obsesión un carácter epidémico. Una nube de Espíritus malos puede invadir una localidad y manifestarse allí de diversas maneras. Fue una epidemia de ese tipo que golpeó a Judea en la época de Cristo, pero él, por su inmensa superioridad moral, tenía sobre los demonios, o Espíritus malos, tal superioridad moral que le bastaba ordenarles que se retirasen, y ellos le obedecían, sin emplear para eso ni signos ni fórmulas. (Obras Póstumas, Obsesión y posesión.)
79. ¿Son abundantes las pruebas de que el Espíritu, apartándose de un cuerpo vivo, puede aparecer en otro lugar?
Sí. En esta obra se relatan varios hechos extraídos de la obra alemana Los fenómenos místicos de la vida humana, por Maximilien Perty, profesor de la Universidad de Berna, publicada en 1861, sobre los cuales Kardec adjuntó el siguiente comentario: Hay hechos cuya imposibilidad material es demostrada por la lógica y las leyes conocidas. Tal es, por ejemplo, el que se narra en la Revista Espírita del mes de febrero de 1859, página 41, bajo el título Mi amigo Hermann. Se trata de un joven alemán de la alta sociedad, dulce, benévolo y de carácter noble, que todas las tardes al ponerse el Sol caía en un estado de muerte aparente. Durante ese tiempo, su Espíritu despertaba en Australia, en el cuerpo de un delincuente, que acabó ahorcado. El simple buen sentido demuestra que, suponiendo la posibilidad de esa dualidad corporal, el mismo Espíritu no puede ser alternativamente un hombre honesto durante el día y por la noche un bandido en otro cuerpo. Decir que el Espiritismo da crédito a semejantes historias es probar que no se le conoce, puesto que da los medios para probar ese absurdo. Pero al mismo tiempo que demuestra el error de una creencia, prueba que a menudo ésta se basa en un principio verdadero desnaturalizado o exagerado por la superstición. Es quitar al fruto la cáscara que lo envuelve. (Obras Póstumas, Pruebas de las apariciones de personas vivas.)
80. ¿Cuál es, en los fenómenos espíritas o sonambúlicos, el límite donde cesa la acción propia del alma humana y comienza la de los Espíritus?
Ese límite no existe, o mejor, no tiene nada de absoluto. Desde el momento en que no son, de ningún modo, especies distintas, que el alma no es otra cosa que un Espíritu encarnado, y el Espíritu un alma libre de los lazos terrenales, que es el mismo ser en dos medios diferentes, las facultades y las aptitudes deben ser las mismas. El sonambulismo es un estado transitorio entre la encarnación y la desencarnación, un desprendimiento parcial, un pie colocado con anticipación en el mundo espiritual. El alma encarnada o el Espíritu mismo del sonámbulo o del médium puede hacer, pues, con poca diferencia, lo que hará el alma desencarnada, e incluso más si tiene mayor adelanto, con la diferencia de que por su liberación completa, siendo más libre, el desencarnado tiene percepciones especiales inherentes a su estado. La distinción entre lo que en un determinado efecto es producto directo del alma del médium y lo que procede de una fuente extraña, es a veces muy difícil de establecer, porque con frecuencia esas dos acciones se confunden y se ratifican. Es así que en las curaciones por imposición de manos, el Espíritu del médium puede actuar solo o con la asistencia de otro Espíritu; que la inspiración poética o artística puede tener un doble origen. Pero del hecho de que una distinción sea difícil de hacer, no se deduce que sea imposible. La dualidad con frecuencia es evidente y, en todos los casos, sobresale casi siempre tras una atenta observación. (Obras Póstumas, Clarividencia sonambúlica y doble vista.)
81. ¿Por dónde y cómo el sonámbulo ve personas y cosas?
Es algo que él mismo no puede definir. Observemos, sin embargo, que en el estado sonambúlico los fenómenos de la visión y las sensaciones que los acompañan son esencialmente diferentes de lo que ocurre en el estado ordinario. En la visión a distancia, el sonámbulo no distingue un objeto lejano como podríamos hacerlo a través de un binocular. De ningún modo, es el objeto el que se aproxima a él por una ilusión óptica. Es él mismo el que se aproxima al objeto. Lo ve exactamente como si éste estuviese a su lado; se ve a sí mismo en el lugar que observa; en una palabra, se transporta. Su cuerpo en ese momento parece exánime, su palabra es más débil, el sonido de su voz tiene algo extraño; la vida animal parece extinguirse en él; la vida espiritual está por completo en el lugar adonde lo transporta su pensamiento; sólo la materia permanece en el mismo lugar. Hay, pues, una porción de nuestro ser que se separa de nuestro cuerpo para transportarse, instantáneamente, a través del espacio, conducida por el pensamiento y la voluntad.
Esa porción, evidentemente, es inmaterial; de otro modo, produciría algunos efectos de la materia; a esa parte de nosotros mismos la llamamos alma. Sí, es el alma la que da al sonámbulo las maravillosas facultades que goza; es el alma que, en determinadas circunstancias, se manifiesta aislándose parcial y momentáneamente de su envoltura corporal. Es, pues, en el alma que reside necesariamente la clarividencia, y no en tal o cual parte circunscrita de nuestro cuerpo. (Obras Póstumas, Clarividencia sonambúlica y doble vista.)
82. La llamada doble vista, ¿tiene relación con el sonambulismo?
El estado sonambúlico no es una condición indispensable para que ocurra el fenómeno designado con el nombre de doble vista. La doble vista casi nunca es permanente; en general, este fenómeno se produce espontáneamente, en determinados momentos, sin que sea un efecto de la voluntad, y provoca una especie de crisis que algunas veces modifica sensiblemente el estado físico: la mirada algo vaga, parece mirar sin ver; toda la fisonomía refleja una especie de exaltación. Es de destacar que las personas que gozan de ella no sospechan que la tienen; esta facultad les parece natural, como la de ver por los ojos; para ellas, es un atributo de su ser. Existen infinitos grados en el poder de la doble vista, desde la sensación confusa hasta la percepción tan clara y nítida como en el sonambulismo.
No tenemos una palabra para designar ese estado especial, y sobre todo, a los individuos susceptibles de experimentarlo. Se ha utilizado la palabra vidente para este caso, y aunque no exprese exactamente la idea, la adoptaremos hasta nueva orden, a falta de una mejor. Es ese don de la doble vista el que en estado rudimentario, da a ciertas personas el tacto, la perspicacia, una especie de seguridad en sus actos, y que se puede llamar con justicia golpe de vista moral. Más desarrollado, despierta los presentimientos, y más desarrollado aún, muestra los acontecimientos que han ocurrido, o en el punto en que ocurrirán; finalmente, llega a su apogeo, que es el éxtasis en estado de vigilia.
Aunque sea casi siempre natural y espontáneo, el fenómeno de la doble vista parece que se produce con más frecuencia bajo la influencia de ciertas circunstancias. Los tiempos de crisis, de calamidades, de grandes emociones, todas las causas, en fin, que sobreexcitan lo moral provocan su desarrollo. Parece que la Providencia, ante los peligros más inminentes, multiplica a nuestro alrededor, la facultad de prevenirlos. (Obras Póstumas, Clarividencia sonambúlica y doble vista.)
83. ¿Podemos decir que algunos adivinos tienen, en realidad, la facultad de la doble vista?
Con frecuencia se habla de adivinos que sorprenden al decir verdades mientras tiran las cartas. Estamos lejos de hacer apología de los que dicen la buenaventura, que explotan la credulidad de los espíritus débiles y cuyo lenguaje ambiguo se presta a todas las combinaciones de una imaginación abatida; pero no es imposible que ciertas personas, haciendo ese oficio, tengan el don de la doble vista, incluso sin saberlo. Las cartas en sus manos serían sólo un medio, un pretexto, una base para la conversación; ellas hablan según lo que ven, y no según lo que indican las cartas a las que apenas miran. Ocurre lo mismo con otros medios de adivinación, tales como las líneas de las manos, la borra de café, las claras de huevo y otros símbolos místicos. Las señales de la mano, tal vez, tengan más valor que todos los demás medios, de ningún modo por sí mismos, sino porque el supuesto adivino, al tomar y palpar la mano del consultante, si está dotado de la doble vista, establece una relación más directa con este último, como ocurre en las consultas sonambúlicas. (Obras Póstumas, Clarividencia sonambúlica y doble vista.)
84. ¿Puede un ciego estar dotado de la facultad de la doble vista?
Sí. Los médiums videntes, que podemos incluir en la categoría de las personas que gozan de la doble vista, creen ver por los ojos, pero en realidad es el alma la que ve, y es esa la razón por la cual ven bien tanto con los ojos cerrados como con los ojos abiertos. Se deduce, necesariamente, que un ciego podría ser médium vidente tan bien como aquél cuya visión está intacta. (Obras Póstumas, Clarividencia sonambúlica y doble vista.)
85. ¿Cómo entender el don de la presciencia atribuido a los videntes?
En todas las épocas, los hombres han querido conocer el futuro, pero la Naturaleza fue muy sabia al escondérnoslo. Si supiésemos anticipadamente el final de cada cosa, sin duda la armonía general se vería afectada. La seguridad de un futuro feliz libraría al hombre de toda actividad, pues no tendría necesidad de ningún esfuerzo para alcanzar el objetivo que se propuso. La certeza de la desdicha tendría las mismas consecuencias por el efecto del desaliento; todos renunciarían a luchar contra la sentencia definitiva del destino. El conocimiento absoluto del futuro sería, pues, un presente funesto que nos conduciría al dogma de la fatalidad, el más peligroso de todos, el más contrario al desarrollo de las ideas. La incertidumbre del momento de nuestro final en este mundo nos hace trabajar hasta el último latido de nuestro corazón.
En los fenómenos de la doble vista, al estar el alma parcialmente desligada de la envoltura material que limita nuestras facultades, no existe para ella la duración, ni las distancias; al abarcar el tiempo y el espacio, todo se confunde en el presente. Libre de obstáculos, juzga los efectos y las causas mejor de lo que podemos: ve las consecuencias de las cosas presentes y nos puede hacer presentirlas; es en ese sentido que se debe entender el don de la presciencia atribuido a los videntes.
Sus previsiones son el resultado de una consciencia más clara de lo que existe y no una predicción de cosas fortuitas sin conexión con el presente; es una deducción lógica de lo conocido para llegar a lo desconocido que, con mucha frecuencia, depende de nuestra manera de proceder.
El vidente no es, pues, de ningún modo, un adivino; es un ser que percibe lo que no vemos; es para nosotros como el perro para el ciego. (Obras Póstumas, Clarividencia sonambúlica y doble vista.)
86. ¿El fluido periespiritual puede ser visto por el hombre?
En condiciones normales, no, porque es imponderable, como la luz, la electricidad y el calor. Es, pues, invisible para nosotros en estado normal y se revela por sus efectos; pero se hace visible en el estado de sonambulismo lúcido, e incluso en el estado de vigilia para las personas dotadas de doble vista. En el estado de emisión se presenta bajo la forma de haces luminosos, muy semejantes a la luz eléctrica difundida en el vacío. En estado ordinario, presenta diversos colores según los individuos de donde emana; ora un rojo pálido, ora azulado o ceniciento, como niebla liviana; la mayoría de las veces esparce sobre los cuerpos cercanos una coloración amarillenta, más o menos pronunciada.
Las narraciones de los sonámbulos y de los videntes son idénticas sobre esta cuestión; además, tendremos la ocasión de tratar este asunto cuando hablemos de las cualidades que se imprimen al fluido según el motivo que lo pone en movimiento y el adelanto del individuo que lo emite. Ningún cuerpo constituye un obstáculo para él; los penetra y los atraviesa a todos; hasta ahora, no se conocer a ninguno que sea capaz de aislarlo. Sólo la voluntad puede extender o restringir su acción; la voluntad, en efecto, es su principio más poderoso; mediante la voluntad, se dirigen sus efluvios a través del espacio, o se los acumula según su deseo sobre un punto determinado, o se saturan ciertos objetos, o los retira de los lugares donde existe en abundancia. Digamos, de paso, que en este principio se basa la fuerza magnética. Parece, en fin, que es el vehículo de la vista psíquica, como el fluido luminoso es el vehículo de la visión ordinaria. (Obras Póstumas, Fluido periespiritual y atmósfera fluídica.)