Lucía tenía una perrita,
a la que quería mucho, y
que le regaló su padre
al cumplir los cinco
años. Le puso por nombre
Xuxu. A pesar de su poca
edad, siempre cuidó con
amor de su Xuxu. Ahora,
con siete años de edad,
Lucía nunca se
descuidaba de su
amiguita Xuxu.
Pero un día Xuxu
aprovechó la puerta
abierta y salió a la
calle. Al llegar de la
escuela, Lucía buscó a
su amiguita, ¡pero no la
encontró! Preocupada,
lloró mucho. Su mamá y
su hermano Marcelo la
ayudaron a buscar por la
vecindad, pero nadie
tenía noticias de Xuxu.
Una
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vecina la
consoló:
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- Lucía, no estés
triste. Xuxu va a
volver. Los animales
tienen un instinto
fuerte y volverá a casa.
- ¡Entonces voy a
quedarme esperando a
Xuxu aquí en la puerta!
Más animada, segura de
que Xuxu iba a volver,
se sentó en la entrada y
ahí se quedó. A todos
los que pasaban y la
conocían, ella les
contaba lo que había
pasado y preguntaba:
- ¿Ha visto a mi perrita
Xuxu?
- ¡No la he visto,
Lucía! Si la encuentro
te la traigo, – la
respuesta era siempre la
misma.
Más tarde, su mamá la
llamó para almorzar,
pero ella no quería
entrar. Entonces, la
mamá pidió que Marcelo
almorzara y después se
quedara en la entrada
para que Lucia pudiera
almorzar también.
Lucía acababa de
sentarse a la mesa
cuando Marcelo entró con
Xuxu em brazos,
mostrándola a su
hermana, muy alegre:
- ¡Lucía, aquí está tu
Xuxu! ¡Volvió y por lo
visto está hambrienta!
La niña corrió feliz,
abrazando a la perrita
que ladraba feliz al ver
a su dueña, lamiéndole
la cara. Después, Lucía
la llevó al patio
trasero donde estaban
sus platos de comida.
Colocó agua y su ración,
que ella bebió y comió.
Después,
cansada, se
durmió en el regazo de
Lucía.
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Algunos meses después,
descubrieron que Xuxu
estaba preñada,
esperando cachorros. La
alegría de Lucía fue
enorme y cuido de ella
con más amor aun. Pronto
nacieron los hermosos y
amorosos cachorritos,
que eran la alegría de
la casa.
Se acercaba el Día de la
Madres y Lucía
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pensaba qué le
daría de regalo
a su mamá. Lucía
pidió ayuda a su
papá, que salió
con ella a
comprar el
regalo de la
mamá, regresando
muy satisfecha
con su paquete,
que escondieron
para no
estropear la
sorpresa de la
mamá.
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Después, en la sala con
su papá, Lucía estaba
quieta y pensativa.
Leyendo el periódico, el
papá no perdía de vista
a su hija, hasta que
preguntó:
- Hija, ¿qué está
pasando? ¡Estás muy
pensativa!
- Sabes, papá, es que
necesito dinero –
respondió ella.
- Te lo voy a dar, hija.
¿Puedo saber qué vas a
hacer con él?
- Es un secreto, papá.
- ¡Ah!... Entiendo. Está
bien. Aquí está el
dinero. ¿Es suficiente?
– preguntó él, sacando
un billete del bolsillo
de su pantalón.
- ¡Sí, es suficiente! –
respondió la niña,
satisfecha.
Apresurada, agradeció al
papá, se levantó
corriendo, abrió la
puerta y salió a la
calle. Luego Lucía
volvió con un paquete de
regalo y corrió a
esconderlo en su cuarto.
El papá la vio entrar,
pero apenas sonrió;
discreto, no preguntó
nada.
Era la víspera del Día
de las Madres. Al día
siguiente, Lucía se
levantó bien temprano
para entregar el regalo
a su mamá. Abrió la
puerta del cuarto bien
despacito y, acercándose
a su mamá, gritó:
- ¡Feliz Día de las
Madres!... – y le dio un
abrazo bien fuerte.
- ¡Oh, hijita! ¡Gracias!
No necesitabas haberme
comprado nada. ¡Tenerlos
a ustedes para mí ya es
el mejor regalo de Dios!
Marcelo, que se había
quedado en la cocina
arreglando una bandeja
de desayuno especial
para la mamá, entró todo
orgulloso, coloco la
bandeja en las piernas
de la mamá y la abrazó:
- ¡Feliz día, mamá!
¡Espero que esté todo
bien! Ya sabes. ¡Yo
nunca hice el desayuno!
- ¡Está delicioso, hijo
mío! ¡Gracias a ustedes
por este lindo día!
Después, la mamá se
levantó y fue a la
cocina. De repente, ella
vio que Lucía pasó con
un paquete rumbo al
patio trasero.
Curiosa, la siguió.
La niña se acercó a su
perrita y, mostrándole
el paquete, le dijo:
- ¡Feliz Día de las
Madres, Xuxu!
En seguida, sacó lo que
estaba dentro del
paquete y, emocionada,
la mamá vio lo que era:
un lindo oso, amarrado
con una cinta roja que
Lucía entrego a Xuxu con
amor:
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- ¡Espero que te guste,
Xuxu! ¡Escogí el oso más
bello que encontré!
De repente, Lucía se dio
cuenta que había alguien
detrás de ella y se dio
la vuelta. Era su mamá
que observaba la escena.
Entonces, la niña
explicó:
- Mamá, Xuxu ahora
también es mamá,
¿verdad?
- ¡Claro, hijita!
¡Hiciste muy bien en
traer un regalo para
Xuxu!
Emocionada con el
obsequio y el cariño de
la pequeña, la mamá la
abrazó como amor:
- ¡Padre del Cielo,
cuando te trajo a
nuestra casa quería
hacerme feliz! ¡Eres la
hija más amorosa que
alguien podría tener!
¡Gracias por ser mi
hija!...
MEIMEI
(Recibida por Célia X.
de Camargo, el
27/4/2015.)
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