La regla áurea,
conforme el
pensamiento de
Jesús
“Además de eso,
hermanos,
alegrad en el
Señor. Escribid
las mismas cosas
no es incómodo
para mí, y es
seguridad para
vosotros.”
(Filipenses 3:1)
Todos los
principios son
conocidos.
Hablar sobre
caridad, desde
el tiempo de
Jesús hasta hoy,
será siempre una
materia de
arreglo. Pero
eso no impide
que hagamos
relecturas.
La fe nace de la
humildad, la
esperanza nace
de la fe, y la
caridad es el
amor que
santifica la fe
y la esperanza.
De manera que es
la caridad que
sostiene las dos
columnas como
base sólida,
edificada sobre
la roca
(Mateo 7:24-25).
Los
vicentinos y los
espíritas son
conocidos por la
práctica de la
caridad
material.
Promueven la
justicia y no se
hurtan a la
acción
ecuménica.
“Todos cuantos
practican la
caridad son
discípulos de
Jesús, sea cual
sea el culto a
que
pertenezcan.”
(El Evangelio
según el
Espiritismo,
cap. XV, ítem
10.)
Tomás de Kempis
traza una línea
de conducta
orientada por la
abnegación:
“Hijo, trata de
hacer antes la
voluntad ajena
que la tuya.
Prefiere siempre
tener menos que
más. Busca
siempre el
último lugar y
te someta a
todos. Desea
siempre y ruega
que se cumpla
plenamente en ti
la voluntad de
Dios. El hombre
que así procede
penetra en la
región de la paz
y del descanso”.
(Imitación de
Cristo,
Libro 3, cap.
23.)
Sin abnegación y
desinterés no
hay caridad.
Pablo demuestra
la diferencia
entre
beneficencia y
caridad:
“Y si yo
repartir todos
mis bienes entre
los pobres y
entregar mi
cuerpo al fuego,
pero no tener
caridad, nada de
eso me
aprovecha.”
(1 Corintios
13:3)
Beneficencia
consiste en dar
cosas
materiales. La
caridad es algo
más. Dar con
respeto, cariño,
desinterés,
comprensión e
indulgencia
transforma la
acción de dar en
caridad. Se
comprende
entonces porque
Kardec llama la
beneficencia con
caridad de
caridad
material, y la
caridad pura de
caridad moral.
La caridad es
una de las
maneras de amar.
Lo que puede
ilustrar mejor
ese tipo de amor
es figurarla
como estando
entre el amor
fraterno y el
amor de madre.
Porque caridad
significa
“afectividad” y
“cariño”. Sea en
palabras, sea en
actos, la
caridad siempre
estará presente
si nosotros
buscamos la
fuente del
corazón.
El Libro de los
Espíritus,
conforme leemos
en la cuestión
886, también
considera
caridad pura
como caridad
moral:
886. ¿Cuál es el
verdadero
sentido de la
palabra
caridad, tal
como Jesús la
entendía?
“Benevolencia
para todos,
indulgencia para
las
imperfecciones
de los otros,
perdón de las
ofensas.”
Pablo nos
orienta a
comprender el
sentido profundo
y las
consecuencias de
la caridad, bien
como a
vislumbrar todas
sus aplicaciones
y, tomándola
como regla,
dejar que ella
oriente nuestros
pasos.
La caridad es la
antagonista del
egoísmo.
Tomar la caridad
como regla de
conducta
significa
combatir el
egoísmo, de la
misma manera que
humildad combate
el orgullo. Pero
el fundamental
es la práctica
de la abnegación
y del
desinterés,
porque no existe
enseñanza alguna
que pueda
reflejar mejor
el pensamiento
de Jesús, como,
por cierto, nos
dice el
siguiente texto
que compone el
cap. XV d’
El Evangelio
según el
Espiritismo:
“Nada expresa
mejor el
pensamiento de
Jesús, nada
resume tan bien
los deberes del
hombre, que esa
máxima de orden
divina (Fuera
de la caridad no
hay salvación).
El Espiritismo
no podría probar
mejor su origen,
que
presentándola
como regla, pues
ella es el
reflejo del más
puro
Cristianismo”.
(El Evangelio
según el
Espiritismo,
cap. XV, ítem
10.)
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