En cierta ocasión,
estaba un sapo en la
orilla de una laguna
buscando insectos para
alimentarse cuando vio
una mariposa colorida
volando cerca de ahí.
Entre saltos se fue
acercando y se quedó
escondido detrás de unas
plantas esperando que la
mariposa se posara para
comérsela.
Así, quieto, se quedó a
la espera. Pero la
mariposa volaba siempre,
como si disfrutara de
ver la laguna, las
plantas a la orilla, los
animales que venían a
beber agua y
refrescarse.
Croac... croac... croac...
El sapo estaba
poniéndose inquieto. ¡No
le gustaba esperar mucho
y, además,
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estaba muy, muy
hambriento! Y
comenzó a
pensar:
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- ¿Qué puedo hacer para
que esta apetitosa
mariposa se pose en una
flor para que yo pueda
atraparla?
Pero la mariposa
colorida volaba...
volaba… y él no podía
acercarse a ella. Cuando
lograba aproximarse,
ella ya estaba volando
de nuevo. Y en ese
juego, el tiempo fue
pasando. El pobre sapo
ya estaba morado del
hambre cuando apareció
un amigo suyo.
- ¡Hola, amigo Bel!
- ¡Hola! – respondió el
sapo Bel sin muchas
fuerzas.
- ¿Qué pasa contigo?
¡Pareces débil,
desanimado!...
Entonces, el sapo le
contó a su amigo sapo
Crio:
- ¡Ah! Estoy realmente
hambriento, Crio.
Imagínate que desde
temprano estoy
intentando atrapar una
linda mariposa, ¡pero no
lo consigo! ¡Cada vez
que me acerco, ella se
escapa!
- ¡Qué lástima! –
exclamó el sapo Crio,
lleno de misericordia. -
¿Quieres que te ayude a
atrapar tu mariposa? Yo
estoy bien, acabé de
almorzar y me siento
satisfecho.
El sapo Bel pensó si
debería confiar en su
amigo, pero como no
tenía otra opción,
aceptó el ofrecimiento
de Crio. Entonces, le
mostró la mariposa, que
continuaba volando y
encantando a todos a la
orilla de la laguna.
Crio
pensó… pensó… Después
sugirió:
- ¿Por qué no finges que
estás sin hambre,
durmiendo? ¡Haz como yo!
Cuando quiero atrapar
algún insecto, finjo que
no estoy interesado.
¿Entendiste?
Bel asintió con la
cabeza, estando de
acuerdo con su amigo
Crio:
- Tienes razón. Si la
mariposa no siente
peligro, ella se quedará
más tranquila y volará
libre por el aire. Voy a
hacer eso. ¡Gracias,
Crio! Eres un gran
amigo.
El otro le agradeció y
se alejó. Bel encontró
un lugar bien visible y
fingió que estaba con
sueño. Cerró sus grandes
ojos, dejando una
pequeña grieta y se
quedó inmóvil.
Poco después, Bel vio a
la linda mariposa que se
acercaba volando
tranquila de flor em
flor. No se movió,
esperando que ella se
posara en algún lugar.
De repente, ella se posó
sobre unas flores.
Bel lentamente empezó a
acercarse, manteniéndose
escondido entre las
plantas. De repente, vio
que Crio saltó sobre la
pobre mariposa,
intentando atraparla.
Rápido, se lanzó sobre
Crio, impidiendo que
pudiera tragarse la
mariposa. Nervioso, Crio
croó, irritado:
- ¿Por qué no dejaste
que yo la atrapara?
¡Después de todo, el más
inteligente vence
siempre, claro que sí!
¡Y yo soy más astuto que
tú!
- ¿Ah, sí? ¡Pues aleja
tus ojos de esa
mariposa! Yo la vi
primero y ella es mía.
¿Entendiste? ¡Vete!... Y
no vuelvas más por aquí.
¡Esta es mi casa!
Lleno de rabia, Crio se
alejó. En eso, la
mariposa, aún llena de
miedo, vio a Bel
conversando con Crio y
después que él se iba.
Más calmada, se acercó a
Bel y le dijo con su
suave vocecita:
- ¡No sé cómo
agradecerte! Me
defendiste de ese sapo
horroroso que pretendía
atraparme. Gracias, Bel.
Eres un sapo bueno y me
agradas. ¡Quiero ser tu
amiga!
Bel miró a la linda
mariposa, que le hablaba
con palabras tan
cariñosas, y perdió las
ganas de destruir esas
alas bellas y coloridas,
los ojos dulces que lo
miraban con cariño.
¡Ella se acercó y le dio
un beso en la frente,
¡dejando al pobre sapo
entusiasmado!
- ¿Quieres ser mi amigo
de verdad, Bel?
-¡Sí quiero, mariposa!
Me gustas mucho, créeme.
Siempre acompañé tus
lindos vuelos por estas
plantas, admirándote
cada vez más.
Entonces, pensaba el
sapo Bel: ¡Ella me
agrada! ¿Cómo pensé en
destruirla? Realmente
quiero que seamos
amigos. Para matar mi
hambre, tengo otros
medios…
Y así, la linda mariposa
y el sapo Bel pasaron a
vivir cerquita uno del
otro, y se volvieron
grandes amigos. Cuando
él tenía hambre, ella
preguntaba:
- ¿Por qué no comes una
hojita de estas? ¡Es muy
deliciosa!
Y la mariposa le traía
muchas veces hojas y
raíces para que él
comiera. ¡De tanto
alimentarse de hojas,
flores y raíces, el sapo
Bel ¡acabó por volverse
vegetariano!
Solo el amor para
transformarnos
íntimamente en mejores
personas.
MEIMEI
(Recibida por Célia X.
de Camargo, el
29/02/2016.)
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