La importancia y
actualidad
de la frase
“Conócete
a ti mismo”
“A mí me parece
que el
autoconocimiento
es la principal
necesidad del
ser en la vida,
el medio
práctico para la
verdadera
reforma íntima,
tan incentivada
en la Doctrina
Espírita y, sin
duda, el
principal
objetivo de la
reencarnación.”(Carlos
Roberto da Silva
Júnior, el
entrevistado de
esta edición.)
Al lado de la
caridad, el
autoconocimiento
es muy
importante para
el crecimiento
espiritual, al
identificar
nuestros
impulsos e
imperfecciones.
Al tornar
visibles
nuestras
imperfecciones,
traemos los
contenidos
inconscientes a
la luz de la
conciencia, lo
que hace posible
combatir el mal.
Ese método de
traer a la
conciencia los
contenidos,
usado por las
llamadas
psicologías
profundas,
liberta el ser
de sus
imperfecciones. “Conoceréis
la verdad y la
verdad os
libertará” (Juan
8:32) se
realiza en el
mecanismo del
análisis de los
contenidos
hechos
conscientes.
“Me doy cuenta
también que hay
una resistencia
en el movimiento
espírita a ese
tema [del
conocimiento de
las
imperfecciones],
pues alegan que
existe mucho
énfasis en el
trato de las
imperfecciones
humanas. No
obstante, esos
críticos ignoran
que fue
justamente eso
que los
espíritus
recomendaron a
Kardec que
hiciésemos, en
la cuestión nº
14 de El Libro
de los
Espíritus: ‘(…)
Estudiad
vuestras propias
imperfecciones,
a fin de que os
libréis de
ellas’.” (Carlos
Roberto da Silva
Júnior, en la
entrevista
mencionada.)
Estudiar las
propias
imperfecciones,
no las de los
otros, - a no
ser que sea
terapeuta,
profesional o
lego, pleno de
confianza.
Es siempre
bueno tener
alguien en quien
confiar, para,
en el ejercicio
de la palabra,
consolarse,
fortalecerse y
auxiliarse
mutuamente.
“Confesad
vuestros pecados
unos a los otros
y orad unos por
los otros, para
que os salvéis.
Mucho puede la
oración del
justo.” (Santiago
5:16.)
“Aún es el
orgullo,
acompañado del
egoísmo y del
miedo los
mayores
obstáculos para
que sean
superados por el
ser humano
encarnado en la
Tierra.” (Carlos
Roberto da Silva
Júnior.)
El orgullo nos
ciega ante las
verdades a
nuestro respeto.
Por lo tanto,
cuando estamos
ciegos de
orgullo, no
admitimos nada
que contraria
nuestra
“dignidad”,
nuestra “honra”,
aunque estemos
listos y bien
lúcidos para que
identifiquemos
los defectos
ajenos. Es hecho
conocido que,
cuando estamos
delante de un
comportamiento
que nos
escandaliza,
podemos tener la
certeza de que
el mismo defecto
se encuentra en
nosotros.
“Mencioné el
orgullo en
primer lugar,
pues la mayoría
que busca
cualquier
religión no
desea descubrir
en sí mismo el
mal que reclama
existir en el
mundo sin volver
los ojos y
atención para sí
mismo y
encontrar no
solamente sus
propias
imperfecciones,
pero,
principalmente,
buscar entender
el motivo de
ellas existieren
de forma
específica en
nuestra historia
de vida, para
entonces poder
superarlas.” (Carlos
Roberto da Silva
Júnior.)
El proceso de
liberación que
secunda o hace
consciente una
imperfección es
un proceso, es
decir, de cura a
través de la
expurgación. Esa
depuración de
las ideas,
concomitante a
la cura, es
consecuente de
la
desvinculación
de las defensas
que mantienen
reprimidos los
contenidos
inconscientes e
impiden que
veamos nuestras
propias
inhibiciones y
limitaciones.
La libertad
consecuente del
conocimiento de
la verdad, como
enseña Jesús,
puede ser así
desarrollada: el
conocimiento de
la verdad a
nuestro respeto
produce un
conocimiento
capaz de curar,
y con eso nos
libertamos de
nuestras
inhibiciones y
limitaciones,
tornándonos
libres y
conscientes de
lo que tenemos
de más
importante a
rectificar.
Por cierto, es
siempre bueno
recordar lo que,
a propósito del
asunto, Allan
Kardec, consignó
en aquella que
es considerada
la principal
obra espírita:
-¿Cuál el medio
práctico más
eficaz que tiene
el hombre de
mejorarse en
esta vida y de
resistir a la
atracción del
mal? “Un sabio
de la antigüedad
te lo ha dicho:
Conócete a ti
mismo.” (El
Libro de los
Espíritus, 919.)
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