Concluimos en
esta edición el
estudio de la
Revue Spirite de
1859,
publicación
mensual de
divulgación
espírita fundada
y dirigida por
Allan Kardec.
Este estudio fue
basado en la
traducción al
idioma portugués
realizada por
Júlio Abreu
Filho y
publicada por
EDICEL. Las
respuestas a las
preguntas
propuestas se
encuentran al
final del texto
para la lectura.
Preguntas para
el
debate
A. ¿Qué podemos decirle a los que piensan que en la
Biblia no hay referencias a las comunicaciones
espíritas?
B. ¿Puede un Espíritu aún primitivo reencarnar en el
seno de una sociedad más civilizada?
C. ¿Por qué, habiendo ya vivido anteriormente en el
estado de Espíritu, muchos Espíritus se asombran con lo
que ven después de la muerte corporal?
D. Los Espíritus buenos, ¿suelen lisonjear a las
personas?
Texto para la lectura
215. El Espíritu de Carlos IX, ex rey de Francia e hijo
de Catalina de Médicis, pide que seamos mansos y
pacientes con aquellos a quienes enseñamos. Carlos
informa haber reencarnado como esclavo en América y dice
que su madre, después de sufrir mucho, se encontraba en
otro planeta. (P. 388)
216. El Espíritu de Rembrand, criticando a los sabios
que piensan que son los únicos que poseen todos los
secretos de la Creación, pero no saben de dónde vienen,
ni hacia dónde irán, dice que no hay en la Biblia una
sola página donde no se encuentren trazos de la
relación entre los mundos visible e invisible.
(P. 389)
217. El hombre de corazón recto no tiene la cabeza
arrogante, dice un Espíritu, que advierte: Apenas existe
un camino que conduce a Dios – la fe y el amor a
nuestros semejantes. (P. 390)
218. El Sr. V..., excelente médium que se distingue por
la pureza de sus relaciones con el mundo espírita,
estaba siendo atormentado por un Espíritu que decidió
residir en su cuarto. Antiguo carretero, ese Espíritu
pertenecía a la más baja clase. Consultado por Kardec,
un Espíritu superior dice que hay dos medios de que el
muchacho se libere del perseguidor: el medio espiritual,
pidiéndole a Dios, y el medio material, mudándose de
casa.
(P. 392)
219. El hecho demuestra que existen regularmente lugares
encantados por ciertos Espíritus que se vinculan a
determinados lugares. (P. 392)
220. Comentando el asunto, Kardec muestra cómo la
oración es útil en esos casos y dice que esos Espíritus
se sensibilizan con nuestros consejos y nuestras
oraciones. ¿Por qué, pues, nos rehusaríamos a
escucharlos, cuando su arrepentimiento y su sufrimiento
pueden edificarlos? (PP. 393 y 394)
221. La Sociedad Espírita de París, en su sesión general
del 30/9/1859, analizó el crimen cometido por un niño de
7 años y medio, con premeditación y todos los
agravantes. Interrogado, San Luis informó que el
Espíritu de ese niño estaba casi en el inicio del
período humano; no tenía más que dos encarnaciones en la
Tierra. Perteneciente a las tribus más atrasadas de las
islas marítimas, nació aquí en la esperanza de
progresar.
(P. 395)
222. Al tratar sobre la admisión de nuevos miembros de
la Sociedad Espírita de París, Kardec observó: No basta
que ellos sean partidarios del Espiritismo en general;
es necesario que estén de acuerdo con su manera de ser.
La homogeneidad de principios – dice Kardec – es
condición esencial, sin la cual ninguna sociedad podrá
tener vitalidad. (P. 396)
223. Para comunicarse entre sí, los Espíritus no
necesitan de la palabra: les basta el pensamiento.
Cuando se comunican con los hombres, deben traducir su
pensamiento en señales humanas, es decir, en palabras,
que extraen del vocabulario del médium del que se
sirven, de cierto modo como si fuese de un diccionario.
Por eso, es más fácil al Espíritu expresarse en el
idioma familiar del médium, aunque pueda hacerlo en un
idioma que éste no conozca.
(P. 398)
224. La Sociedad Espírita de París, por propuesta de dos
miembros, decidió por unanimidad: Toda persona que desea
ser parte de la Sociedad, deberá hacer el pedido por
escrito al Presidente. El pedido deberá ser firmado por
dos miembros que la presenten y relatar: 1.- que el
postulante tomó conocimiento del Reglamento y se
compromete a observarlo; 2.- las obras que ha leído
sobre Espiritismo y su adhesión a los principios de la
Sociedad, que son los de El Libro de los Espíritus. (PP.
399 y 400)
225. El Espíritu de San Luis, Presidente espiritual de
la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas, aconseja
que no se haga una evocación que, según él, requería una
gran tranquilidad de espíritu, puesto que esa noche se
habían discutido extensamente asuntos administrativos.
(PP. 400 y 401)
226. Alguien propuso evocar en la Sociedad a la Sra.
Br..., miembro titular que viajaba en barco hacia la
Habana. Consultado, San Luis aconsejó no evocarla
informando que la Sra. Br... estaba muy preocupada
aquella noche, porque el viento soplaba con violencia y
el instinto de conservación ocupaba todo su pensamiento.
(P. 402)
227. La Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas
decidió que todos los años, en la renovación del año
social, los miembros honorarios serán sometidos a un
nuevo voto de admisión, a fin de que sean eliminados los
que ya no cumplan las condiciones requeridas. (P. 403)
228. El Sr. Les..., en una reunión de la Sociedad, dice
que no comprende el asombro de los Espíritus después de
la muerte, puesto que, habiendo ya vivido en el estado
de Espíritu anteriormente, no deberían asombrarse con
esto. Le fue respondido: Este asombro es solo temporal;
depende del estado de turbación que sigue a la muerte, y
cesa a medida que el Espíritu se desprende de la
materia y recobra sus facultades de Espíritu. (P. 404)
229. El Sr. Van Br..., de La Haya, adepto fervoroso del
Espiritismo, relató a la Sociedad Espírita de París que
su hija de 14 años se volvió una buena médium, pero su
mediumnidad presentaba particularidades bizarras: la
mayor parte del tiempo escribía al revés, de modo que
para leer lo que había escrito era necesario poner las
hojas ante un espejo; además, muchas veces la mesa que
ella usa para escribir se inclina ante ella como un
pupitre y se queda en esa posición hasta que ella acabe.
(N.R. Esa increíble mediumnidad, llamada psicografía
especular, es muy rara y generalmente solo se encuentra
en grandes médiums.)
(P. 405)
230. El Espíritu de San Vicente de Paúl esclarece
algunos puntos relacionados con los Convulsionarios de
Saint-Médard, y dice que los fenómenos cesaron allí
porque eran producidos por Espíritus poco elevados y no
porque la autoridad terrena los prohibió. En ese caso,
hubo una combinación de propósitos.
(P. 408)
231. Kardec enseña: Los Espíritus buenos aprueban lo que
consideran bueno, pero no hacen elogios exagerados.
Éstos, como toda lisonja, son señales de inferioridad
por parte de los Espíritus.
Respuestas a las preguntas
A. ¿Qué podemos decirle a los que piensan que en la
Biblia no hay referencias a las comunicaciones
espíritas?
Podemos decirles lo que dijo el Espíritu de Rembrand,
que afirmó, en un mensaje publicado en la Revue,
que no existe en la Biblia una sola página donde no se
encuentren trazos de la relación entre los mundos
visible e invisible.
(Revue Spirite, pp. 389 y 390.)
B. ¿Puede un Espíritu aún primitivo reencarnar en el
seno de una sociedad más civilizada?
Sí. La Sociedad Espírita de París, en su sesión general
del 30/9/1859, analizó el crimen cometido, con
premeditación y todos los agravantes, por un niño de 7
años y medio. Interrogado sobre el hecho, San Luis
informó que el Espíritu de ese niño estaba casi en el
inicio del período humano; no tenía más que dos
encarnaciones en la Tierra y había nacido en ese medio
en la esperanza de progresar.
(Obra citada, p. 395.)
C. ¿Por qué, habiendo ya vivido anteriormente en el
estado de Espíritu, muchos Espíritus se asombran con lo
que ven después de la muerte corporal?
Esa misma pregunta fue formulada por el Sr. Les…, en una
reunión de la Sociedad Espírita de Paris. Le fue
respondido, entonces, que ese asombro es solo temporal;
depende del estado de turbación que sigue a la muerte, y
cesa a medida que el Espíritu se desprende de la materia
y recobra sus facultades de Espíritu. (Obra citada, p.
404.)
D. Los Espíritus buenos, ¿suelen lisonjear a las
personas?
No. Kardec nos enseña que los Espíritus buenos aprueban
lo que consideran bueno, pero no hacen elogios
exagerados. Éstos, como toda lisonja, son señales de
inferioridad por parte de los Espíritus. (Obra citada,
p. 408.)
Traducción:
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com