La esperanza es lo que nos da
fuerza en la vida
Jorge Hessen habla sobre
la eficacia de la oración en experimentos hospitalarios
legos y en los ambientes religiosos, en la materia
especial de esta edición, titulada
“Fe y oración como aperturas terapéuticas de los
nosocomios contemporáneos.”
“Investigadores de la Universidad de Alabama, en los
Estados Unidos, tienen aplicado un tratamiento nombrado
de ‘terapia de la esperanza’. El proceso consiste
en ayudar los pacientes a construir y a mantener la
esperanza delante de la enfermedad, consonante la máxima
de que es necesario dar fuerza al espíritu para que el
cuerpo se recupere.” (Jorge Hessen, en el artículo
mencionado.)
La esperanza es responsable por la protección y
sustentáculo de la mente y del corazón humano. De las
tres virtudes teologales – fe, esperanza y caridad – es
la esperanza que sostiene el hombre en el combate de la
lucha espiritual con nuestros impulsos inferiores.
Pablo nos habla sobre el
casco de la esperanza, que mereció de Emmanuel el
siguiente comentario: “Casco […] es indumentaria de
lucha, esfuerzo, defensiva. Y el discípulo de Jesús es
un combatiente efectivo en contra el mal, que no dispone
de mucho tiempo para considerar de sí mismo, ni puede
exigir demasiado reposo, cuando sabe que el propio
Maestro permanece en trabajo activo y edificante.
Resguardemos, pues, el nuestro pensamiento con el casco
de la esperanza fiel y prosigamos para la victoria
suprema del bien.”
(Fuente Viva, cap.94.)
“En la medida que el
paciente hace una introspección para potencializar la
fe, se posibilita el reconocimiento de su identidad y la
reconstrucción de su autoestima, que lo lleva a
recuperar la esperanza y la confianza en sus propios
recursos adaptativos.”
(Jorge Hessen, en el
artículo mencionado.)
¡Potencializar la fe a través de la introspección! Sí,
una vez que la fuente de la fe está toda en la centella
divina que hay en cada uno de nosotros, y que logramos a
través de una zambullida en nuestro ser, conociendo a
nosotros mismos, posibilitando, así, la promoción de la
autoestima, desarrollando la confianza en nosotros y en
Dios y descubriendo la fuente de la esperanza.
“El Espiritismo explica que es a través de un proceso de
desarrollo personal que el enfermo gana fuerzas para
neutralizar la enfermedad. El Espiritismo busca
persuadir el enfermo a reorientar su comportamiento
mental por la fe inteligente, raciocinada, sugiriendo
una ética de caridad, en la cual debe resultar un modo
particular de motivación para una vida engrandecida y de
sobreponerse a los llamamientos del mundo físico.”
(Jorge Hessen, en el artículo mencionado.)
La fe encuentra en la esperanza su producto inmediato y
característico. Pero, como sabemos, no nos bastan la fe
y la esperanza. La lucha en contra las adversidades y en
contra el mal, dentro y fuera del hombre, debe
revestirse de una virtud activa - la caridad, aunque la
fe sea una virtud activa, es introspectiva.
“En el Hospital General de
San Francisco, California, ‘fue posible comprobar que
los pacientes que recibieron oraciones presentaron
significativas mejoras, necesitando incluso de menor
cantidad de medicamentos.’ Para nosotros, espíritas,
ella se reviste de características especiales, pues a la
par de la medicina ordinaria, elaborada por la Ciencia,
el magnetismo nos hace conocer el poder de la acción
fluídica y el Espiritismo nos revela otra fuerza
poderosa en la mediúmnidad curadora y la influencia de
la oración.”
(Jorge Hessen, en el artículo mencionado.)
No podemos prescindir de los recursos de la medicina.
Mismo en un tratamiento con la terapia de los pases,
donde se evidencian mejoras significativas, Allan Kardec
afirma que una sólo terapia no es eficaz en ciertos
casos, como, por ejemplo, en el tratamiento de los
procesos obsesivos, en los cuales es necesario conjugar
los recursos terapéuticos de los pases con los
medicamentos de la medicina.
Hace tiempo que se creía que toda enfermedad era
exclusivamente de orden espiritual y que se podría
abandonar los recursos médicos, lo que, lamentablemente,
es idea corriente entre muchos espíritas.
Es obvio que, en última instancia, toda enfermedad es de
origen espiritual, porque oriunda de un desequilibrio
del alma, sea con o sin influencia de un tercero. Pero
la somatización hace con que la enfermedad se torne
también un fenómeno material, para lo cual la medicina
humana es, obviamente, necesaria.
En este sentido, es útil recordar la lección firmada por
Allan Kardec, al reportarse al tratamiento de la
obsesión:
“La obsesión muy
prolongada puede ocasionar desórdenes patológicas y
reclama, por veces, tratamiento simultáneo o
consecutivo, sea magnético, sea médico, para
restablecer la salud del organismo. Destruida la causa,
resta combatir los efectos.
(El Evangelio según el Espiritismo, cap. XXVIII, ítem
84, Observación”.) [La negrita es nuestra.]
Traducción:
Elza Ferreira Navarro -
mr.navarro@uol.com.br