Entrevista
por Orson Peter Carrara 

Año 11 – Nº 523 – 2 de Julio de 2017

Cómo el Espiritismo transformó la vida de un médico

Vanderlei Antonio Padoves (foto), natural de São José do Rio Preto y residente de Itápolis, ambos municipios paulistas, es médico y se vincula al Centro Espírita A Nova Era, donde trabaja como pasista y esclarecedor en un grupo mediúmnico.

¿Cómo y cuándo se volvió espírita?

Mi familia era católica. Alrededor de los 11 ó 12 años yo comencé a cuestionarme. ¿Por qué tanta pompa cuando hablaban en nombre de Jesús y Él  fue pobre y sencillo? ¿Cuánto dinero se quita a los pobres de las más diversas formas, mientras que el obispo vivía en un palacio? ¿Podía una simple confesión limpiar todos los pecados? ¿Por qué Dios, siendo Padre, ponía en el mundo pobres y ricos, saludables unos, enfermos los otros y lisiados de nacimiento? ¿Si todos son sus hijos, porque sucedía eso? Le preguntaba a mi madre y la pobre no sabía responder. Quedaba afligida y me decía que dejara de preguntarle porque le hacía perder la fe. Entonces, no recuerdo dónde, compré una novela espírita. Le di un vistazo y me pareció interesante. La leí, me gustó y compré otras. Sentí que aquello tenía lógica. Fue entonces que, tampoco recuerdo cómo, me volví socio de un club del libro espírita. Allí leí Nuestro Hogar y Acción y Reacción de André Luiz. Fue allí que comencé a entender los porqués. Gracias a Dios, no fue por el dolor que me volví espírita.

En su experiencia y en la actividad profesional, ¿cómo influyó el conocimiento espírita?

Creo que me volví más comprensivo, tal vez más humano. También que no necesitamos mucho dinero para vivir. Quizás también haya hecho que trate de mantenerme actualizado, dentro de lo posible.

¿Qué le llamó más la atención de la Doctrina Espírita: la lógica y el buen sentido o las realidades que trae su contenido? 

Todo. El Evangelio según el Espiritismo es realmente extraordinario. Todo sigue una lógica impresionante. ¡Si yo pudiera seguir una pequeña fracción de lo que ahí se enseña!

De sus recuerdos en el terreno profesional, ayudado por el conocimiento espírita, ¿qué le marcó más?

Una vez yo estaba solo en el centro quirúrgico cuando una enfermera, afligida, me llamó porque una gestante estaba dando a luz. Se trataba de un parto dificilísimo. La pelvis de la paciente era muy estrecha y el feto estaba sufriendo. Una cesárea era imposible. Muy ansioso, traté de extraer a la criatura manualmente pero no lo conseguía. Súbitamente escuché una voz: - Deténgase y cálmese, porque el niño va a girar. Me aparté, el niño rodó lateralmente y nació. Atribuyo lo ocurrido exclusivamente al plano espiritual.

En las actividades del centro espírita, ¿qué le llama más la atención en relación al público, a los estudios, así como los intereses que pueda despertar sobre los temas traídos por el Espiritismo?

Me pongo muy feliz cuando el público es numeroso, pero lo que más me entusiasma es percibir que las personas están atentas. Cuando eso ocurre, tengo la certeza de que una buena parte va hacer varias preguntas, regresar otras veces y, sobre todo, adquirir literatura y, quién sabe, informarse sobre las actividades de la Casa, convirtiéndose en un futuro trabajador.

En las aficiones naturales de un paciente ante los cuadros difíciles de las enfermedades, simples o complejas, ¿cómo conectar el trabajo médico con la posibilidad de calmar y orientar a pacientes afligidos, pues no siempre los profesionales de la medicina aceptan la interferencia espiritual en el tratamiento de las enfermedades o del valor de la oración y de la confianza en Dios?

Con frecuencia digo: la medicina es muy buena, pero por encima de todo está Dios. Yo le pido muchas veces a los familiares que oren. En cuanto a los pacientes, depende. Algunos encaran esto como un tipo de extremaunción.

Si le pudiese decir algo al gran público, especialmente a los enfermos que buscan ayuda y también a los espíritas, ¿su corazón qué le pide decir?

No sé si muchos van a estar de acuerdo conmigo, pero cuanto más me acerco a la espiritualidad más cosas buenas ocurren, aun cuando el paciente esté en una fase terminal. A veces el paciente está sufriendo tanto, y la medicina no puede hacer nada, que le pido a Dios que se lo lleve. Pero ocurren a veces verdaderos “milagros” que la medicina no puede explicar. Aun con todo lo dicho, en hipótesis nadie debe quitar la esperanza al paciente. El contacto, las palabras de cariño tienen un poder mágico. El enfermo necesita sentir que no es solo uno más. Necesita saber que él les importa.

¿Algo más que le gustaría añadir como palabras finales?

Por más penosa que sea la vida, no podemos olvidarnos de dos cosas muy dichas, pero nunca olvidadas: Si sufro es porque hay una causa que necesito entender. Y la vida es demasiado corta para lamentaciones. Aprovechemos el tiempo. Limpiemos nuestra casa mental. Vivamos con alegría.
 

Traducción:
Ricardo Morante - rmorante3@yahoo.com

 

 

     
     

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