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El bienestar espiritual es una dimensión del
estado de salud |
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Como vimos en el reportaje publicado la semana pasada en
esta revista, entre el 14 y el 17 de junio se realizó la
11ª edición del MEDNESP, el mayor Congreso de salud y
espiritualidad del planeta. Uno de los temas más
buscados por los participantes del evento es la
inclusión de la espiritualidad en el cuidado del
paciente. En los tiempos actuales, es cada vez mayor la
necesidad de la inclusión de la parte espiritual en el
trato del hombre como ser integral. Por lo tanto, la
religión y la espiritualidad involucradas en este
proceso no pueden ser menospreciadas.
Una conferencia sobre este tema fue presentada en el
congreso por la directora tesorera de la Asociación
Médico-Espírita de Brasil, Dra. Márcia Regina Colasante
Salgado (foto), neumóloga y también miembro de la
AME-Santos, quien nos concedió, días antes de la
realización del evento, la siguiente entrevista:
¿Por qué incluir la espiritualidad en el tratamiento del
paciente?
La atención del aspecto de la espiritualidad viene
creciendo y se viene volviendo imprescindible en la
práctica de la asistencia de la salud. Cada vez más la
ciencia se inclina ante la grandeza y la importancia de
la espiritualidad en la dimensión del ser humano. Ser
humano es buscar el significado en todo lo que está en
nosotros y a nuestro alrededor, pues somos seres
inacabados por naturaleza y estamos siempre buscando
completarnos. Muchos pacientes son religiosos o
espiritualizados y sus creencias dan significado y
propósito a sus existencias, proporcionando apoyo,
consuelo y control emocional ante la enfermedad, a veces
potencialmente fatal. Para ellos es fundamental que sean
abordados como una persona que está sufriendo y no como
un individuo sin rostro, con dolor corporal, como
organismo con mal funcionamiento o como un enfermo
deshumanizado. Desean ser vistos y tratados no solamente
en su aspecto físico, sino también en su aspectos
emocional, social y espiritual. El bienestar espiritual
es una dimensión del estado de salud, así como las
dimensiones corporal, psíquica y social. Ignorar esa
dimensión significa ignorar las ansias y necesidades de
los pacientes, sin proporcionarles alivio a sus
angustias y sufrimientos existenciales.
Cabe destacar que hay un número creciente de
investigaciones demostrando que las creencias y las
prácticas religiosas/espirituales están correlacionadas
con una mejor salud mental, calidad de vida, mejor salud
física, mayor longevidad y mejores resultados médicos.
Por otro lado, las creencias religiosas, tanto de los
médicos como de los pacientes, afectan las decisiones
médicas.
En el caso de los pacientes, sus creencias pueden estar
en conflicto con las terapias médicas indicadas,
influyendo la concordancia con el plano del tratamiento
y, consecuentemente, el resultado final. Muchas veces,
debido a esas creencias los pacientes rechazan recibir
ciertas terapias, como en el caso de los que son
Testigos de Jehová o pertenecen a otras sectas
cristianas que no aceptan recibir transfusión de sangre.
Las creencias espirituales y religiosas también pueden
crear angustia y aumentar la sobrecarga de la
enfermedad.
La incapacidad en abordar adecuadamente las necesidades
espirituales de los pacientes, especialmente los que son
religiosos, puede llevar al aumento de los costos en los
cuidados de salud, principalmente al final de la vida.
De la misma manera, el participación religiosa puede
influenciar el tipo de soporte que los pacientes reciben
en comunidad después de las visitas al médico o la
hospitalización.
Finalmente, las organizaciones de acreditación
hospitalaria requieren que los profesionales de la salud
respeten las creencias espirituales de los pacientes, lo
que involucra más que el preguntar al paciente la
denominación de su creencia y si desea ver un capellán.
Por lo tanto, si pretendemos abordar integralmente al
paciente, es necesario tomar en cuenta sus creencias
espirituales y religiosas, en caso contrario estaremos
fallando en su tratamiento.
¿Qué profesionales se debe incluir en esta práctica?
Los profesionales de la salud, entre ellos los médicos,
enfermeros, asistentes sociales, psicólogas,
fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, en fin, todos
los que tengan que ver directamente con el individuo
enfermo.
¿Hay límites éticos que deben ser respetados?
Naturalmente que sí. La relación entre médico y paciente
es una relación de desequilibrio de poder, una vez que
el enfermo es vulnerable y por lo tanto, al abordar los
temas espirituales el médico religioso jamás debe hacer
proselitismo o ridiculizar las creencias del paciente,
tampoco coaccionar el despertar espiritual, incluso
sutilmente, pues no sería una conversación basada en el
libre consentimiento del paciente. El clínico puede
querer compartir su creencia con el paciente y, sin
proponérselo, entusiasmarlo a adoptar esa creencia, lo
que puede ocurrir por miedo de no ser tratado
adecuadamente. El médico no debe abusar de su poder ni
de la confianza que el paciente deposita en él, debiendo
respetar su orientación espiritual, y en caso de que
declare que no es religioso, que no tiene creencias
espirituales, y no tienen necesidades espirituales, no
debe ser más interrogado sobre temas de esta naturaleza.
¿Cómo la religiosidad y la espiritualidad ayudan al
profesional de la salud en la aceptación de la
enfermedad y la optimización de los resultados?
La religión y la espiritualidad han sido asociadas
positivamente a indicadores de bienestar psicológico,
como la satisfacción con la vida, felicidad, afecto
positivo y moral elevada, mejor salud física y mental.
Se observa que el nivel de participación religiosa
tiende a estar inversamente relacionada a la depresión,
pensamientos y comportamientos suicidas, uso y abuso del
alcohol y otras drogas.
Los estudios también han demostrado coping
(superación) de enfermedades graves, mejor control de
la presión arterial y mejora de la función inmunológica
en pacientes infectados por el HIV. Las evidencias
científicas sugieren que las creencias religiosas ayudan
a los pacientes a lidiar mejor con la enfermedad y a
influenciar en los resultados de su salud debido a las
conexiones existentes entre la mente y el cuerpo.
Las creencias religiosas y/o espirituales, en la mayoría
de los casos, brindan esperanza, consuelo y significado,
especialmente ante de la enfermedad que amenaza la vida.
El médico, actualmente, ¿está más abierto a hablar sobre
las necesidades espirituales del paciente o aún hay
algún tipo de barrera?
En los Estados Unidos, la American Association of
Medical Colleges (AAMC) y la American
Psychiatric Association recomiendan la incorporación
del conocimiento respecto a la espiritualidad y
religiosidad como parte curricular de las escuelas
médicas. En una investigación realizada por Harold
Koenig con 115 rectores de escuelas médicas acreditadas
por la AAMC (existen 122), el 90% las escuelas tenían
algún tipo de curso sobre salud y espiritualidad, pero
solamente el 7% tenían de hecho un curso obligatorio
sobre el tema.
En Brasil este es un tema muy poco discutido y apenas el
10% de las escuelas médicas dictan la disciplina, según
el estudio realizado por Luccheti y colaboradores, en el
2012. De esa manera hay una gran laguna en la formación
de los médicos y creemos que hay, aún, muchas barreras,
puesto que el tema no es abordado o es muy poco tratado
en el medio académico. Mentrastanto, un nuevo panorama
se viene presentando observamos un creciente interés de
las generaciones más nuevas que están formándose en el
área de la salud, y también el público en general, en
dirección al tema religiosidad/espiritualidad. Un hecho
reciente ocurrió durante el 33º Congreso Brasileño de
Psiquiatría, realizado en noviembre de 2015, cuando la
Asociación Mundial de Psiquiatría (WPA) admitió la
relevancia del tema espiritualidad y religión para los
problemas de salud.
Vivimos un momento de gran apertura para el tema y las
publicaciones de investigaciones y artículos, que
aumentan año a año, lo demuestran. En la práctica
médica, sin embargo, aún estamos muy distantes de hacer
efectivo el soporte espiritual, de manera generalizada,
a los pacientes, con excepción de algunos centros de
excelencia o de dos hospices (hospicios), donde
trabajan los especialistas en cuidados paliativos y
existe la presencia de un equipo multidisciplinario,
incluyendo un capellán, trabajando en el soporte
espiritual.
¿Qué otras ideas le gustaría dejar sobre la
Espiritualidad en la práctica clínica?
La práctica clínica, por sí sola, puede ser espiritual,
si admitimos la naturaleza sagrada de la persona, y
brindamos los cuidados con respecto, gentileza y
competencia, reconociendo que así como el médico, el
paciente es un ser humano que requiere, por encima de
todo, de atención.