¿Qué es necesario para seguir
Jesús?
No sólo las palabras edifican el hombre, pero,
principalmente, el comportamiento. Aparentemente obvio,
ese precepto es pleno de significado. ¿Por qué,
entonces, resistimos en incorporarlo en nuestros actos?
Hablamos de amor, y no amamos. De piedad, y no nos
dedicamos a Dios. De fraternidad, y no tenemos hermanos.
De caridad, y calentamos el egoísmo. ¿Qué hay de errado
con nosotros? ¿Qué tipo de psicosfera plasmamos
alrededor de nosotros? ¿Qué hacer?
Seguir Jesús. Pero para seguir Jesús solamente una
actitud es necesaria. Es necesario el sacrificio. Imitar
el Cristo es sacrificarse. El sacrificio de los pequeños
deseos que nos son peculiares. Dentro de la familia,
sacrificar nuestro orgullo y dejar de lado el deseo de
ser respetado. En el trabajo, sacrificar nuestro egoísmo
y dejar de lado el deseo de cooperar solamente cuando
conveniente. En el Centro espírita, sacrificar nuestro
autoritarismo y dejar de lado el deseo de imponer
nuestro punto de vista.
Emmanuel, en el libro Fuente Viva, cap. 140, nos
habla sobre seguir Jesús:
“El mundo aún es una
Jerusalén enorme, congregando criaturas de los más
variados matices, pero se te aproximas del Evangelio,
con sinceridad y fervor, te colocan la cruz sobre el
corazón.”
(Fuente Viva, cap. 140)
¡Tornarse más fuerte para soportar una cruz más pesada!
Nos acordemos que el cirineo fue compelido, en contra su
voluntad, a cargar la cruz del Nazareno, siguiendo, a
disgusto, el camino del Maestro y quedándose, a pesar de
eso, inmortalizado como el hombre que benefició Jesús.
Un bien, como se dice, mismo forzado es siempre un bien.
“Desde ahí hacia adelante, serás compelido a las mayores
demonstraciones de renuncia, raros te observarán el
cansancio y la angustia y, no obstante, tu condición de
servidor, con los mismos problemas de los otros, te
exigirán espectáculos de humildad y resistencia,
heroísmo y lealtad al bien.” (Fuente Viva, cap. 140)
Esas exigencias no vienen sólo de los burlones y
enfermizos, pero, principalmente, de nuestros obsesores
y adversarios y de los enemigos del Evangelio.
“Sufre y trabaja de ojos
vueltos hacia la divina Luz. Del alto bajarán para tu
espíritu las torrentes invisibles de las fuentes
celestes, y vencerás valerosamente. Por en cuanto, la
cruz aún es la señal de los aprendices fieles.”
(Fuente Viva, cap. 140)
Dios no nos da un fardo mayor que nuestras fuerzas; da
solamente lo que podemos cargar, como dice un conocido
dicho: Recebemos del Padre fuerzas que nos permiten
cargar fardos que, en otros tiempos, no soportaríamos.
Además de eso, recebemos consolaciones copiosas que nos
mantienen en la lucha revigorados.
“Si no tienes contigo las marcas del testimonio por la
responsabilidad, por el trabajo, por el sacrificio o por
el mejoramiento íntimo, es posible que ames
profundamente el Maestro, pero es casi cierto que aún
no te colocas, junto a él, en la jornada redentora.
Bendigamos, pues, nuestra cruz y sigámoslo, sin temor,
buscando la victoria del amor y la resurrección eterna.”
(Fuente Viva, cap. 140)
Nos causa extrañeza Emmanuel hablar en resurrección.
Pero su enseñanza es exacta, porque, en verdad, estamos
como que muertos en nuestros deseos desenfrenados, en
nuestra concupiscencia. Es necesario entonces resurgir,
para que nos integremos en el camino recto, en la ruta
de la eterna ascensión. Y solamente la cruz nos puede
hacer despertar para la realidad.
Traducción:
Elza Ferreira Navarro -
mr.navarro@uol.com.br