Nuestro compromiso con Dios
requiere el cuidado con el prójimo
“Es necesario tener
en cuenta que toda tarea en la Tierra, en el campo de
las profesiones, es invitación del Padre para que el
hombre penetre los templos divinos del trabajo.” (Clarêncio,
en el libro Nuestro hogar, mencionado por Marcus De
Mario en el artículo “Tener diploma y ser un buen
profesional”, uno de los relieves de esta edición.)
Existen profesiones y existe trabajo. Una profesión es
tan solamente una actividad en potencial, que puede ser
una habilidad aprendida en las escuelas, o en la
transmisión del maestro al aprendiz. El templo divino
del trabajo sólo puede ser alcanzado por el
ejercicio ético y piadoso (en el sentido de dedicación a
Dios). El trabajo tiene siempre origen divino,
que invita a todos los hombres a ejercer ese ministerio.
“Sabemos que el trabajo,
según la enseñanza espírita, es una ley divina, lo que
nos lleva a entender que ejercer una profesión es
atender una invitación de Dios y no simplemente
garantizar un empleo seguro y un buen sueldo.”
(Marcus De Mario, en el
artículo mencionado.)
“Mis hermanos se perdieron en la vida por cuenta de
aventuras”. (Renato Teixeira en Romería.)
Pocos aceptan recibir poco; generalmente buscamos los
mejores sueldos y sacrificamos lo que nos es necesario
espiritualmente en búsqueda de ilusiones. La invitación
de Dios lega al hombre como la oportunidad de asumir un
alumnado, un verdadero ministerio. Eso tenemos que
aprender con buena parte de los evangélicos. Su
dedicación al trabajo, su ética profesional. Mi padre
siempre decía que estaremos en buenas manos cuando
contratamos un evangélico. Es obvio que hay excepciones,
lo que no invalida la regla.
“Cuando nos enteremos que el trabajo, y cualquier
ocupación útil recibe esa clasificación por parte de los
Espíritus Superiores en El Libro de los Espíritus
(cuestión 675), es oportunidad constante de aprendizaje
y no de demostrar conocimiento y ejercer autoridad sobre
los otros, y que servir a Dios en la construcción del
bien común es estar de acuerdo con la ley divina,
entonces, cuando tuviéramos esa comprensión, la
responsabilidad profesional, la conducta ética y el
comprometimiento con la vida harán del diploma una ficha
de servicio bendito por la luz del amor.” (Marcus De
Mario, en el artículo mencionado.)
Cualquier ocupación útil es trabajo. Estudiar, entonces,
es trabajo. ¿Quién nunca oyó decir al respecto de un
peque que, al ir para la escuela, decía al padre y a la
madre que iba a trabajar? Es por eso que, en el
Espiritismo, las actividades envueltas de caridad son
trabajo; y que “trabajar” es sinónimo de actividad
elevada.
“Servir al prójimo con el
lema ‘amaos unos a los otros’, enseñado y ejemplificado
por el Maestro Jesús, debe ser la nuestra distinción en
el ejercicio profesional.”
(Marcus De Mario.)
Amar, el impulso de todo
cristiano, y de buena parte de los religiosos del mundo.
Porque casi todas las religiones consideran el amor el
ápice de la sublimación. Y como dice Pablo, el apóstol:
“Todos cuantos practican la caridad son discípulos de
Jesús, sea cual sea el culto a que pertenezcan.” (El
Evangelio según el Espiritismo, cap. XV).
“Es justo que
reflexionemos con profundidad sobre lo que hacemos con
nuestros títulos académicos, pues, repitiendo el
escritor Pedro de Camargo (Vinícius), ‘no es de
conocimiento que necesitan los hombres de la actualidad,
responsables por la situación aflictiva de los días que
corren: es de sentimiento’.”
(Marcus De Mario.)
Nuestro compromiso primero es con Dios. El segundo es
con el prójimo. Pero el compromiso con Dios ya requiere
el cuidado con el prójimo, con nuestra familia, con
nuestros hermanos en Humanidad, lo que Jesús nos
recomendó expresamente.
Traducción:
Elza Ferreira Navarro
mr.navarro@uol.com.br