Hay expresiones populares que se refieren a la vida
humana y que son repetidas automáticamente por mucha
gente que no se preocupa en reflexionar sobre lo que
dice:
“La vida es corta, es preciso aprovecharla.”
“Sólo se vive uma vez.“
“Es bueno aprovechar mientras se está vivo.“
Todas son frases que se oyen con frecuencia.
Finalmente, ¿en qué se basa la persona cuando hace una
afirmación de esas? ¿qué entiende ella que sea la vida
y cual su finalidad? Alegando que la vida es corta y
única, tiene prisa en vivir antes que todo se acabe, y
por eso necesita aprovechar al máximo lo que ella ofrece.
Para muchos, ese pensamiento expresa inteligencia,
argúcia, astucia, sentido de espíritu. Como consecuencia,
los que no piensan así no saben “llevar la vida”.
Esa idea parte evidentemente de persona que aún no
percibió – tan ocupada que está en coger lo que la vida
tiene “de bueno” – que hay un elemento además de propio
cuerpo que, en verdad, es quien escoge, decide por ella
y sostiene su vida: el espíritu.
Un cuerpo con un cerebro que piensa –
Desconociendo o aún despreciando la importancia del
espíritu en el proceso de la existencia, el individuo
prioriza todo lo que se relaciona con aquello que él
cree que es, o sea, un cuerpo con un cerebro que piensa.
Pasa entonces a atender casi que exclusivamente a las
exigencias de la vida material, juzgando que el
cumplimiento de las obligaciones de la vida de relación
es suficiente para llenar sus necesidades existenciales.
Como las cuestiones del espíritu no forman parte de sus
pensamientos, se preocupa con los intereses de la vida
corporal en sí, que son como ella, transitorios y
secundarios.
La verdadera realización personal –
En un momento dado de su predicación en la Tierra, Jesús
de Nazarét afirmó: “Porque, al que tiene, se le dará, y
tendrá en abundancia” ¹. Se refería a los que juntan en
el corazón los valores imperecederos que atenderán a las
necesidades de la vida futura, inmortal. Mientras más
riqueza de ese orden sea acumulada, más elementos nuevos
y superiores se desvelarán y serán añadidos al
patrimonio moral del espíritu.
La expresión “Ayúdate y el Cielo te ayudará” ² es la
convocatoria evangélica para que el hombre trabaje por
su adelantamiento, no sólo material donde desarrolla la
inteligencia, sino principalmente moral, donde
perfecciona el sentimiento. Cuanto mayores los esfuerzos
en el sentido de conocerse y buscar comprender las leyes
divinas, aplicándolas junto al semejante, más cerca se
estará de la verdadera realización personal que es, en
último análisis, la conquista sobre sí mismo.
Por otro lado, Jesus también afirmó que “al que no tiene,
hasta lo que tiene le será quitado” ³, haciendo alusión
a la indiferencia del individuo por los deberes
espirituales, que puede acarrear perjuicio y pérdida de
aquello que piensa es suyo en la Tierra – los bienes
materiales –, pero que la polilla roe, la herrumbre
corroe y el ladrón roba.
¿Con cuáles valores preocuparse? –
Por lo tanto, si los valores materiales tienen validez
transitoria y los valores del espíritu son eternos, con
cuáles debemos preocuparnos, efectivamente?
Los Espíritus dedicados y abnegados que trabajaron en la
elaboración del Espiritismo, así como Allan Kardec, su
codificador, enfatizaron siempre la preponderancia del
factor moral, no sólo en la resolución de los problemas
humanos, sino también en el proceso de espiritualización
de la humanidad.
Allan Kardec escribe en El Evangelio según el
Espiritismo, capítulo III: “A medida que (la vida
moral) se desarrolla, la influencia de la materia
disminuye”.
El filósofo y escritor Herculano Pires, en una crónica
del libro El misterio del bien y del mal, afirma:
“La función del espíritu es vencer la materia, dominarla
y superarla”.
Otra idea, de entre tantas y tantas, que refuerza la
prevalencia del espíritu sobre la materia es dictada por
el Espíritu de Verdad, también; El Evangelio según el
Espiritismo, capítulo VI: “No busquéis en otros
lugares la fuerza y el consuelo, porque el mundo
(material) es impotente para darlas”.
Cuando el espíritu comanda la vida –
Queda claro, así, que la intención moral necesita llenar
espacios en nuestra vida, dirigiendo nuestro pensamiento,
dando base a nuestras palabras, construyendo nuestras
acciones. Es preciso que el espíritu administre la
materia ganando fuerza moral y se solape al cuerpo, que
es apenas um instrumento.
Cuando el espíritu comanda la vida, los reflejos
positivos se hacen evidentes: las enfermedades
disminuyen, las aflicciones son atenuadas, el estrés y
la ansiedad son controlados, las ilusiones pasan a no
tener sentido. Habrá, por lo tanto, menos sufrimiento, y
lo que no pueda ser evitado será más bien comprendido.
Será dada a cada cosa la importancia que ella tiene, ni
más, ni menos. Y estaremos con esos resultados,
caminando para la serenidad, a través del autocontrol.
Respuesta para nuestras búsquedas –
¿Qué se busca en la Tierra, finalmente? ¿La felicidad,
la paz, la justicia, la fraternidad? La respuesta a la
pregunta 614 de El Libro de los Espíritus explica
serenamente esa cuestión: “La ley natural es la ley de
Dios; es la única necesaria para la felicidad del hombre;
ella le indica lo que él debe hacer o no hacer, y él
sólo se vuelve infeliz porque de ella se aparta”.
Otro estímulo en ese sentido viene de la respuesta a la
pregunta 930, en el mismo libro: “El orden social
fundado en la justicia y en la solidaridad se instalará
cuando el hombre practicara la ley de Dios”.
El consejo del cardenal Morlot –
Delante del cuadro moral/social que vivimos hoy en el
planeta es urgente que sigamos el consejo del cardenal
Morlot, en el texto “La felicidad no es de este mundo”,
capítulo V de El Evangelio según el Espiritismo,
que advierte: (...) “que cada uno de entre vosotros se
despoje enérgicamente del hombre viejo”.
¿Pero cómo llegar a eso? ¿Cómo superar al “hombre viejo”
que aún somos? Según las instrucciones generales de los
Espíritus superiores, siendo menos orgullosos, menos
egoístas, menos fútiles, menos apegados a los bienes
materiales; preocupándonos más con el prójimo; no
desperdiciando el tiempo; aprovechando toda oportunidad
que se presente para realizar una buena acción.
¿Dónde buscar conocimiento para la práctica renovadora?
–
La humanidad siempre recibió, en todo tiempo y lugar,
instrucciones morales para su adelantamiento. Los
Espíritus siempre tuvieron, directa o indirectamente,
participación en esas enseñanzas. Pero fue con el
advenimiento del Espiritismo que esas instrucciones
morales – de que el Evangelio es el mayor compendio –
ganaron claridad y se hicieron plenamente inteligibles,
pudiendo, por lo tanto, ser aplicadas. No hay quién no
pueda conocer, estudiar y vivir el Evangelio, donde
están contenidas las leyes divinas.
Con relación a la aplicación práctica de esas máximas de
Jesús, Richard Simonetti, en su libro Una manera de
ser feliz, ayuda a comprender diciendo:
“Evidentemente no se improvisa el cristiano. Aun así, no
estamos impedidos de ensayar la fraternidad”.
Allan Kardec ya había escrito en 1857: “Hoy (el
Espiritismo) no tiene secretos para nadie: habla un
lenguaje claro, sin ambiguedades; nada hay en él de
místico, nada de alegorías susceptibles de falsas
interpretaciones. Él quiere ser comprendido por todos
porque llegaron los tiempos de hacer que los hombres
conozcan la verdad. Lejos de oponerse a la difusión de
la luz, el la deseará para todos” (...). 4
La mayor de las misiones –
Los espíritas tienen en ese contexto una responsabilidad
muy grande. La invitación para su transformación
interior es aún más acentuada en virtud del complejo de
conocimientos a que ellos tienen acceso. “A quién mucho
fue dado, mucho será pedido. ” (Lucas, XII:47-48.)
Todos nosotros tenemos una misión en la Tierra, desde la
más importante y completa a la más simple y anónima.
Pero lo que cuenta realmente para nuestras vidas es que
la cumplamos fielmente, en atención a la voluntad de
Dios. Probablemente la mayor de las misiones sea
trabajar por nuestro propio adelantamiento.
El Espíritu Constantino usa una frase significativa en
el mensaje que trae a los “trabajadores de la última
hora”, en el capítulo XX del Evangelio. Él dice:
“Emplead bien esta hora que os resta”. Es una invitación
a la toma de decisión, a la adopción de una actitud
moral, ya en esta existencia, viviendo y divulgando el
Evangelio a través del comportamiento.
En el libro Misioneros de la luz, de André Luiz,
un instructor conversa con un Espíritu que está
preparado a reencarnar en la Tierra, pero que teme
fallar, em el cumplimiento em aquello que planea
realizar. El instructor tras esclarecerlo, lo encoraja
diciendo: “Trata de aprovechar la oportunidad”.
Creo que estos recados sirven de alerta para todos en el
sentido de dar a la vida en la Tierra el real
significado que ella tiene.
Concluimos las reflexiones con la precisión del
pensamiento del teólogo francés Teilhard de Chardin
(1881-1955): “No somos seres humanos viviendo una
experiencia espiritual, somos seres espirituales
viviendo una experiencia humana”.
Referências:
¹
Mateus, XIII: 10-14.
²
O Evangelho segundo o Espiritismo, capítulo XXV,
“Buscai e achareis”, LAKE Editora.
³
Mateus, XIII: 10-14.
4
Allan Kardec, O Livro dos Espíritos,
“Conclusão”, item VI. LAKE Editora.
Traducción:
Isabel Porras - isabelporras1@gmail.com