Especial
por Cláudio Bueno da Silva

Año 11 – Nº 530 – 20 de Agosto de 2017

La moral como agente de transformación

 
Hay expresiones populares que se refieren a la vida humana y que son repetidas automáticamente por mucha gente que no se preocupa en reflexionar sobre lo que dice:

“La vida es corta, es preciso aprovecharla.”

“Sólo se vive uma vez.“

“Es bueno aprovechar mientras se está vivo.“

Todas son frases que se oyen con frecuencia.

Finalmente, ¿en qué se basa la persona cuando hace una afirmación de esas?  ¿qué entiende ella que sea la vida y cual su finalidad? Alegando que la vida es corta y única, tiene prisa en vivir antes que todo se acabe, y por eso necesita aprovechar al máximo lo que ella ofrece. Para muchos, ese pensamiento expresa inteligencia, argúcia, astucia, sentido de espíritu. Como consecuencia, los que no piensan así no saben “llevar la vida”.

Esa idea parte evidentemente de persona que aún no percibió – tan ocupada que está en coger lo que la vida tiene “de bueno” – que hay un elemento además de propio cuerpo que, en verdad, es quien escoge, decide por ella y sostiene su vida: el espíritu.

Un cuerpo con un cerebro que piensa – Desconociendo o aún despreciando la importancia del espíritu en el proceso de la existencia, el individuo prioriza todo lo que se relaciona con aquello que él cree que es, o sea, un cuerpo con un cerebro que piensa. Pasa entonces a atender casi que exclusivamente a las exigencias de la vida material, juzgando que el cumplimiento de las obligaciones de la vida de relación es suficiente para llenar sus necesidades existenciales.

Como las cuestiones del espíritu no forman parte de sus pensamientos, se preocupa con los intereses de la vida corporal en sí, que son como ella, transitorios y secundarios.

La verdadera realización personal – En un momento dado de su predicación en la Tierra, Jesús de Nazarét afirmó: “Porque, al que tiene, se le dará, y tendrá en abundancia” ¹. Se refería a los que juntan en el corazón los valores imperecederos que atenderán a las necesidades de la vida futura, inmortal. Mientras más riqueza de ese orden sea acumulada, más elementos nuevos y superiores se desvelarán y serán añadidos al patrimonio moral del espíritu.

La expresión “Ayúdate y el Cielo te ayudará” ² es la convocatoria evangélica para que el hombre trabaje por su adelantamiento, no sólo material donde desarrolla la inteligencia, sino principalmente moral, donde perfecciona el sentimiento. Cuanto mayores los esfuerzos en el sentido de conocerse y buscar comprender las leyes divinas, aplicándolas junto al semejante, más cerca se estará de la verdadera realización personal que es, en último análisis, la conquista sobre sí mismo.

Por otro lado, Jesus también afirmó que “al que no tiene, hasta lo que tiene le será quitado” ³, haciendo alusión a la indiferencia del individuo por los deberes espirituales, que puede acarrear perjuicio y pérdida de aquello que piensa es suyo en la Tierra – los bienes materiales –, pero que la polilla roe, la herrumbre corroe y el ladrón roba.

¿Con cuáles valores preocuparse? – Por lo tanto, si los valores materiales tienen validez transitoria y los valores del espíritu son eternos, con cuáles debemos preocuparnos, efectivamente?

Los Espíritus dedicados y abnegados que trabajaron en la elaboración del Espiritismo, así como Allan Kardec, su codificador, enfatizaron siempre la preponderancia del factor moral, no sólo en la resolución de los problemas humanos, sino también en el proceso de espiritualización de la humanidad.

Allan Kardec escribe en El Evangelio según el Espiritismo, capítulo III: “A medida que (la vida moral) se desarrolla, la influencia de la materia disminuye”.

El filósofo y escritor Herculano Pires, en una crónica del libro El misterio del bien y del mal, afirma: “La función del espíritu es vencer la materia, dominarla y superarla”.

Otra idea, de entre tantas y tantas, que refuerza la prevalencia del espíritu sobre la materia es dictada por el Espíritu de Verdad, también; El Evangelio según el Espiritismo, capítulo VI: “No busquéis en otros lugares la fuerza y el consuelo, porque el mundo (material) es impotente para darlas”.

Cuando el espíritu comanda la vida – Queda claro, así, que la intención moral necesita llenar espacios en nuestra vida, dirigiendo nuestro pensamiento, dando base a nuestras palabras, construyendo nuestras acciones. Es preciso que el espíritu administre la materia ganando fuerza moral y se solape al cuerpo, que es apenas um instrumento.

Cuando el espíritu comanda la vida, los reflejos positivos se hacen evidentes: las enfermedades disminuyen, las aflicciones son atenuadas, el estrés y la ansiedad son controlados, las ilusiones pasan a no tener sentido. Habrá, por lo tanto, menos sufrimiento, y lo que no pueda ser evitado será más bien comprendido. Será dada a cada cosa la importancia que ella tiene, ni más, ni menos. Y estaremos con esos resultados, caminando para la serenidad, a través del autocontrol.

Respuesta para nuestras búsquedas – ¿Qué se busca en la Tierra, finalmente? ¿La felicidad, la paz, la justicia, la fraternidad? La respuesta a la pregunta 614 de El Libro de los Espíritus explica serenamente esa cuestión: “La ley natural es la ley de Dios; es la única necesaria para la felicidad del hombre; ella le indica lo que él debe hacer o no hacer, y él sólo se vuelve infeliz porque de ella se aparta”.

Otro estímulo en ese sentido viene de la respuesta a la pregunta 930, en el mismo libro: “El orden social fundado en la justicia y en la solidaridad se instalará cuando el hombre practicara la ley de Dios”.

El consejo del cardenal Morlot – Delante del cuadro moral/social que vivimos hoy en el planeta es urgente que sigamos el consejo del cardenal Morlot, en el texto “La felicidad no es de este mundo”, capítulo V de El Evangelio según el Espiritismo, que advierte: (...) “que cada uno de entre vosotros se despoje enérgicamente del hombre viejo”.

¿Pero cómo llegar a eso? ¿Cómo superar al “hombre viejo” que aún somos? Según las instrucciones generales de los Espíritus superiores, siendo menos orgullosos, menos egoístas, menos fútiles, menos apegados a los bienes materiales; preocupándonos más con el prójimo; no desperdiciando el tiempo; aprovechando toda oportunidad que se presente para realizar una buena acción.

¿Dónde buscar conocimiento para la práctica renovadora? – La humanidad siempre recibió, en todo tiempo y lugar, instrucciones morales para su adelantamiento. Los Espíritus siempre tuvieron, directa o indirectamente, participación en esas enseñanzas. Pero fue con el advenimiento del Espiritismo que esas instrucciones morales – de que el Evangelio es el mayor compendio – ganaron claridad y se hicieron plenamente inteligibles, pudiendo, por lo tanto, ser aplicadas. No hay quién no pueda conocer, estudiar y vivir el Evangelio, donde están contenidas las leyes divinas.

Con relación a la aplicación práctica de esas máximas de Jesús, Richard Simonetti, en su libro Una manera de ser feliz, ayuda a comprender diciendo: “Evidentemente no se improvisa el cristiano. Aun así, no estamos impedidos de ensayar la fraternidad”.

Allan Kardec ya había escrito en 1857: “Hoy (el Espiritismo) no tiene secretos para nadie: habla un lenguaje claro, sin ambiguedades; nada hay en él de místico, nada de alegorías susceptibles de falsas interpretaciones. Él quiere ser comprendido por todos porque llegaron los tiempos de hacer que los hombres conozcan la verdad. Lejos de oponerse a la difusión de la luz, el la deseará para todos” (...). 4

La mayor de las misiones – Los espíritas tienen en ese contexto una responsabilidad muy grande. La invitación para su transformación interior es aún más acentuada en virtud del complejo de conocimientos a que ellos tienen acceso. “A quién mucho fue dado, mucho será pedido. ” (Lucas, XII:47-48.)

Todos nosotros tenemos una misión en la Tierra, desde la más importante y completa a la más simple y anónima. Pero lo que cuenta realmente para nuestras vidas es que la cumplamos fielmente, en atención a la voluntad de Dios. Probablemente la mayor de las misiones sea trabajar por nuestro propio adelantamiento.

El Espíritu Constantino usa una frase significativa en el mensaje que trae a los “trabajadores de la última hora”, en el capítulo XX del Evangelio. Él dice: “Emplead bien esta hora que os resta”. Es una invitación a la toma de decisión, a la adopción de una actitud moral, ya en esta existencia, viviendo y divulgando el Evangelio a través del comportamiento.

En el libro Misioneros de la luz, de André Luiz, un instructor conversa con un Espíritu que está preparado a reencarnar en la Tierra, pero que teme fallar, em el cumplimiento em aquello que planea realizar. El instructor tras esclarecerlo, lo encoraja diciendo: “Trata de aprovechar la oportunidad”.

Creo que estos recados sirven de alerta para todos en el sentido de dar a la vida en la Tierra el real significado que ella tiene.

Concluimos las reflexiones con la precisión del pensamiento del teólogo francés Teilhard de Chardin (1881-1955): “No somos seres humanos viviendo una experiencia espiritual, somos seres espirituales viviendo una experiencia humana”.

 

Referências:

¹ Mateus, XIII: 10-14.

² O Evangelho segundo o Espiritismo, capítulo XXV, “Buscai e achareis”, LAKE Editora.

³ Mateus, XIII: 10-14.

4 Allan Kardec, O Livro dos Espíritos, “Conclusão”, item VI. LAKE Editora.  

 

Traducción:
Isabel Porras - isabelporras1@gmail.com

 

 

     
     

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