Editorial 

Año 11 – Nº 531 – 27 de Agosto de 2017

 

Educación del alma: he aquí el secreto de la cura de las enfermedades


Ricardo de Souza Cavalcante, nuestro entrevistado en esta edición, médico especialista en enfermedades infecciosas, una de las más complejas especialidades médicas, habla sobre la enfermedad y perispíritu, cambio de sentimientos y cura.

Sobresalimos en la entrevista los puntos abajo, los cuales añadimos breves comentarios.

“La doctrina espírita nos ofrece inmenso manantial de informaciones para comprender el fenómeno de enfermarse, una vez que sus orígenes están en el alma, objeto principal de estudio del Espiritismo.” (Ricardo de Souza Cavalcante, en la entrevista mencionada.)

Mismo la infección más común sólo se torna posible por una disposición del perispíritu. Un perispíritu enfermizo transmite para el cuerpo somático la morbidez correspondiente, a lo mejor, le da la disposición a la enfermedad. Para comprender mejor como eso se da es necesario acordarnos que el perispíritu está unido al cuerpo molécula a molécula, y que él es  el molde a partir de lo cual el cuerpo somático se materializa. Obviamente, toda alteración en el perispíritu ocasiona un cambio en el cuerpo físico.   

De la misma manera, el perispíritu se resiente de las lesiones que tienen origen en el cuerpo, como cuando tenemos un comportamiento enfermizo, como el alcoholismo, o cuando tenemos un comportamiento feliz, como el desarrollo de virtudes. Es bueno tener en mente una enseñanza que es bien conocida en el medio espírita: el cambio estructural, la elevación del nivel vibratorio de una persona y, evidentemente, de su vehículo espiritual, que ocurre del conjunto de tres factores: buenos pensamientos, buenos sentimientos y buenos actos.

“[El Espiritismo] nos presenta todos los recursos necesarios para que superemos la enfermedad, cuando presente, o para que evitemos que ella ocurra, cumpliendo, de esta manera, su papel de consolador prometido, como indicado por Kardec en El Evangelio según el Espiritismo.”  (Ricardo de Souza Cavalcante, en la entrevista mencionada.)

El sistema inmunológico es reforzado por la acción benéfica de los mensajeros de Jesús resultante, entre otras cosas, de la práctica de la oración. Ese recurso tiene su eficacia demostrada por varios estudios interdisciplinarios. La oración, corolario de la fe, es lo más poderoso aliado en la prevención y tratamiento de enfermedades.

“Delante de las enfermedades que nos asolan el cuerpo físico es fundamental que utilicemos los recursos ofrecidos por la medicina terrena, para que podamos obtener el reajuste del vehículo carnal.” (Ricardo de Souza Cavalcante, en el texto mencionado.)

El papel de la medicina en la Tierra es disponer, en nuestro beneficio, de los recursos necesarios para la prevención y tratamiento. Sería ilógico suponer que todo beneficio de la salud se encuentra tan solamente en los recursos espirituales. En primer lugar, los instrumentos de cura y prevención ya están en el ejercicio de la medicina terrestre; en segundo lugar, no es admisible depender, para todo, de la asistencia espiritual, sobrecargando los Espíritus con nuestras peticiones, muchas veces incomprensibles.

“Pero no debemos olvidarnos que, aunque la medicina tenga alcanzado gran desarrollo, aún le falta conocer el espíritu.” (Ricardo de Souza Cavalcante, en la entrevista mencionada.)

Conocer el alma – el Espíritu encarnado – daría a la medicina un instrumental jamás entrevisto por las especialidades que forman la estructura de los recursos médico- terapéuticos. El papel de esa transición promovida por las Asociaciones Médico-Espíritas, que llevan el conocimiento del alma inmortal y de su atributo, el perispíritu, hasta en el medio médico-académico, se tiene propagado por diversas regiones brasileñas, que tuvieron como centro irradiador la AME São Paulo, capital.

“Es sólo educando el alma que podemos conquistar la verdadera cura.” (Ricardo de Souza Cavalcante, en el texto mencionado.)

Jesús decía: “ve, tus pecados están perdonados”. Y la persona no necesitaba que él dijese  “¡levántate y anda!, como en el caso del paralítico, porque la cura del cuerpo físico sería, naturalmente, consecuencia de la cura del alma. Así, cuando usamos la palabra “somático”, estamos, en verdad, refiriéndonos a un mecanismo mucho más allá de lo que supone la  psicología y la medicina, porque se trata del alma reaccionando en una vía de doble sentido – como agente en los cambios del cuerpo físico y como paciente en la acción del cuerpo sobre ella.  

De esa manera, no es difícil comprender que el conocimiento del alma dará a la medicina y a la psicología la llave que les falta para solucionar los mecanismos de la enfermedad y de la cura real.
 
 

Traducción:
Elza Ferreira Navarro
mr.navarro@uol.com.br 

 

 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita