Educación del alma: he aquí el secreto de la cura de las
enfermedades
Ricardo de Souza Cavalcante, nuestro entrevistado en
esta edición, médico especialista en enfermedades
infecciosas, una de las más complejas especialidades
médicas, habla sobre la enfermedad y perispíritu, cambio
de sentimientos y cura.
Sobresalimos en la entrevista los puntos abajo, los
cuales añadimos breves comentarios.
“La doctrina espírita nos ofrece inmenso manantial de
informaciones para comprender el fenómeno de enfermarse,
una vez que sus orígenes están en el alma, objeto
principal de estudio del Espiritismo.” (Ricardo de
Souza Cavalcante, en la entrevista mencionada.)
Mismo la infección más común sólo se torna posible por
una disposición del perispíritu. Un perispíritu
enfermizo transmite para el cuerpo somático la morbidez
correspondiente, a lo mejor, le da la disposición a la
enfermedad. Para comprender mejor como eso se da es
necesario acordarnos que el perispíritu está unido al
cuerpo molécula a molécula, y que él es el molde a
partir de lo cual el cuerpo somático se materializa.
Obviamente, toda alteración en el perispíritu ocasiona
un cambio en el cuerpo físico.
De la misma manera, el perispíritu se resiente de las
lesiones que tienen origen en el cuerpo, como cuando
tenemos un comportamiento enfermizo, como el
alcoholismo, o cuando tenemos un comportamiento feliz,
como el desarrollo de virtudes. Es bueno tener en mente
una enseñanza que es bien conocida en el medio espírita:
el cambio estructural, la elevación del nivel vibratorio
de una persona y, evidentemente, de su vehículo
espiritual, que ocurre del conjunto de tres factores:
buenos pensamientos, buenos sentimientos y buenos actos.
“[El Espiritismo] nos presenta todos los recursos
necesarios para que superemos la enfermedad, cuando
presente, o para que evitemos que ella ocurra,
cumpliendo, de esta manera, su papel de consolador
prometido, como indicado por Kardec en El Evangelio
según el Espiritismo.” (Ricardo de Souza
Cavalcante, en la entrevista mencionada.)
El sistema inmunológico es reforzado por la acción
benéfica de los mensajeros de Jesús resultante, entre
otras cosas, de la práctica de la oración. Ese recurso
tiene su eficacia demostrada por varios estudios
interdisciplinarios. La oración, corolario de la fe, es
lo más poderoso aliado en la prevención y tratamiento de
enfermedades.
“Delante de las enfermedades que nos asolan el cuerpo
físico es fundamental que utilicemos los recursos
ofrecidos por la medicina terrena, para que podamos
obtener el reajuste del vehículo carnal.” (Ricardo de
Souza Cavalcante, en el texto mencionado.)
El papel de la medicina en la Tierra es disponer, en
nuestro beneficio, de los recursos necesarios para la
prevención y tratamiento. Sería ilógico suponer que todo
beneficio de la salud se encuentra tan solamente en los
recursos espirituales. En primer lugar, los instrumentos
de cura y prevención ya están en el ejercicio de la
medicina terrestre; en segundo lugar, no es admisible
depender, para todo, de la asistencia espiritual,
sobrecargando los Espíritus con nuestras peticiones,
muchas veces incomprensibles.
“Pero no debemos olvidarnos que, aunque la medicina
tenga alcanzado gran desarrollo, aún le falta conocer el
espíritu.” (Ricardo de Souza Cavalcante, en la
entrevista mencionada.)
Conocer el alma – el Espíritu encarnado – daría a la
medicina un instrumental jamás entrevisto por las
especialidades que forman la estructura de los recursos
médico- terapéuticos. El papel de esa transición
promovida por las Asociaciones Médico-Espíritas, que
llevan el conocimiento del alma inmortal y de su
atributo, el perispíritu, hasta en el medio
médico-académico, se tiene propagado por diversas
regiones brasileñas, que tuvieron como centro irradiador
la AME São Paulo, capital.
“Es sólo educando el alma que podemos conquistar la
verdadera cura.” (Ricardo de Souza Cavalcante, en el
texto mencionado.)
Jesús decía: “ve, tus pecados están perdonados”. Y la
persona no necesitaba que él dijese “¡levántate y
anda!, como en el caso del paralítico, porque la cura
del cuerpo físico sería, naturalmente, consecuencia de
la cura del alma. Así, cuando usamos la palabra “somático”, estamos,
en verdad, refiriéndonos a un mecanismo mucho más allá
de lo que supone la psicología y la medicina, porque se
trata del alma reaccionando en una vía de doble sentido
– como agente en los cambios del cuerpo físico y como
paciente en la acción del cuerpo sobre ella.
De esa manera, no es difícil comprender que el
conocimiento del alma dará a la medicina y a la
psicología la llave que les falta para solucionar los
mecanismos de la enfermedad y de la cura real.
Traducción:
Elza Ferreira Navarro
mr.navarro@uol.com.br