Editorial

 
Cuidar del mundo donde vivimos es para nosotros un mero deber


En el Especial que ilustra esta edición, nuestro colaborador Marcelo Teixeira nos presenta en un estilo todo suyo una relectura de una de las bienaventuranzas dichas por Jesús en el tan conocido Sermón de la Montaña:

-Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos. (Mateo 5:6)

Destacamos de su artículo el siguiente fragmento:

“Si nosotros tenemos sed y hambre de esa justicia, ¿qué debe ser hecho para saciarla? Sumergirnos en las causas de las injusticias – estén ellas dentro de nosotros o al nuestro alrededor – y movámonos para que ellas dejen de existir. Así, cambiaremos para  mejor el paisaje social del planeta. Ésa es la marcha a ser hecha: trabajando en favor del bien y, con nuestro propio esfuerzo, saciaremos la hambre y la sed que nos asolan.”

El texto en examen está relleno de ejemplos de personas que ante las adversidades, propias o de terceros, fueron a la lucha y con su esfuerzo hicieron la diferencia, adoptando no una actitud pasiva, pero intensamente activa, como a propósito nos proponen Jesús y la doctrina espírita. 

Creemos que en el medio espírita nadie ignora que las pruebas, las vicisitudes, las dificultades no surgen en nuestra vida para abatirnos, pero sí para que sean superadas.

La resignación, esa virtud que Lázaro definió como siendo el consentimiento del corazón, es, en verdad, una fuerza activa y, como tal, no puede llevar nadie a la inercia y al simple conformismo, sino a la lucha, al buen combate, a la marcha, palabra que Marcelo Teixeira escogió para componer el título de su artículo.

A propósito del asunto, sería importante que en las instituciones espíritas y también en el seno familiar fuese siempre acordado cual es la enseñanza dada por los instructores espirituales acerca de la finalidad del proceso reencarnatorio, que Allan Kardec enfocó con detalles en su obra y, de manera especial, en las cuestiones 132 y 167 d’ El Libro de los Espíritus.

Recordémoslas:

132. ¿Cuál es la finalidad de la encarnación de los Espíritus? “Dios la impone con el fin de llevarlos a la perfección. Para unos es una expiación; para otros una misión. Pero, para llegar a esa perfección, ellos deben sufrir todas las vicisitudes de la existencia corpórea: en esto es que está la expiación. La encarnación tiene aún otra finalidad, que es la de poner el Espíritu en condiciones de enfrentar su parte en la obra de la creación. Es para ejecutarla que él toma un aparato en cada mundo, en  armonía con su materia esencial, a fin de en él cumplir, de aquel punto de vista, los órdenes de Dios. Y de esta manera, participando para que la obra general, también progrese.

167. ¿Cuál es la finalidad de la reencarnación? “Expiación, mejoramiento progresivo de la humanidad. Sin eso, ¿dónde estaría la justicia?

La revelación espírita, con relación a ese tema, es, como vemos, por demás clara. Nuestro compromiso en la esfera en que estamos no dice respecto sólo a nuestra persona, pero al mundo en que vivimos.

Cuidar de nuestro mejoramiento personal, sí, es tarea esencial, pero cuidando igualmente del mejoramiento del planeta en que nos situamos, de acuerdo, evidentemente, con nuestras fuerzas, con nuestras posibilidades.

Leemos en una fábula bastante conocida la simple historia del colibrí y de la actitud que adoptó delante de un gran incendio en la floresta en que vivía. De repente todas las áreas próximas fueron cercadas por un fuego intenso. Los animales, atónitos, no sabían qué hacer y ni para dónde correr. Fue cuando, de repente, todos pararon y vieron que un colibrí iba hasta la margen del río, sumergía, cogía en su pico algunas gotas de agua, volaba hasta el fuego y dejaba la gotita caer sobre los fogonazos. Como la escena si repitiese, el elefante le dice: “¿Usted está loco? ¿Cree que esta simple gota puede apagar un incendio tan grande? El pajarito le respondió: “Yo estoy haciendo mi parte y, si todo el mundo ayudar, con certeza lograremos alguna cosa”.

El mundo en que vivimos, dada su propia condición de planeta de expiación y pruebas, es un lugar donde la injusticia, la desigualdad, el prejuicio, la violencia y tanta cosa negativa  imperan soberanos.

Aprendamos entonces con el pajarito. Hagamos nuestra parte, cuidemos de la vivienda que Dios nos ofreció y, ciertamente, el mundo será un día mucho mejor. 

 

Traducción:
Elza Ferreira Navarro
mr.navarro@uol.com.br 

 

 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita