¿El estilo es el hombre?
Si en el mundo de los negocios y de la investigación
policial, las huellas dactilares continúan insuperables
como medio de identificación personal, en la literatura
el estilo del autor tiene la costumbre de ser una marca
característica e inconfundible, que pocos consiguen
imitar.
Es conocida la frase pronunciada por George–Louis
Leclerc, el conde de Buffon, en discurso en la Academia
Francesa: “Le style, c´est l´homme même”, eso es,
el estilo es el hombre. Con esta frase, Buffon
quiso decir que el estilo es la expresión máxima del
individuo, la traducción de su propio carácter, y eso,
como sabemos, se refleja en el modo como habla, como
escribe, como actúa.
En la Revista Espírita de septiembre de 1861,
Allan Kardec se refirió a una curiosa polémica que se
dio en la Sociedad Espírita de París a partir de una
disertación en que Lamennais (Espíritu) analizó el
aforismo de Buffon arriba mencionado.
Divergiendo del gran pensador francés, Lamennais dice
que frecuentemente el hombre no se refleja en sus obras,
una vez que muchos son iluminados por una centella
divina que los torna mayores. La frase de Buffon – el
estilo es el hombre – no sería, por lo tanto,
enteramente verdadera.
Al tomar conocimiento de la crítica, Buffon (Espíritu)
replicó y no eximió escritor ninguno. Para él, Lamennais
confundiera la forma y el fondo, el estilo y el
pensamiento.
Se instauró así una interesante discusión de la cual
participaron varios e ilustres Espíritus, a ejemplo de
Bernardin de Saint–Pierre, nominalmente citado en las
manifestaciones ocurridas. De acuerdo con el pensamiento
de Lamennais, él afirmó: “No, el estilo no es el
hombre”. Y presentó a sí mismo como prueba de eso,
afirmando: “No merezco toda la reputación literaria
de que disfruté”.
Después de varias manifestaciones y con el claro
propósito de poner fin a la discusión, Lamennais dirigió
un recado amistoso a Buffon, acordándole que él sólo
quería decir que “la inspiración humana muchas veces
es divina” y que no había en eso ninguna materia
para controversia.
De hecho, conocemos en el campo de la oratoria
individuos que no serían capaces de proferir los
discursos que profieren sin el auxilio invisible de su
protector espiritual, hecho que se da también en las
sesiones mediúmnicas en que el llamado esclarecedor,
cuando inspirado por el mentor espiritual del equipo,
consigue transmitir mensajes y orientaciones de gran
elevación moral, a veces muy arriba de su propia
capacidad.
Terminados los debates, el instructor Erasto hizo dos
interesantes observaciones.
Buffon, Gérard de Nerval, Visconde Delaunay, Bernardin
de Saint-Pierre – afirmó Erasto – conservaron, como
Lamennais, los gustos y la forma literaria que habían
usado cuando encarnados. Ese hecho – completó Erasto –
comprueba que nadie abandona instantáneamente sus
inclinaciones, costumbres y pasiones, al desnudar las
vestimentas humanas.
Delante de eso, sería necesario – dice Erasto – que
todos nosotros examinemos que provecho hemos sacado de
nuestros estudios espíritas y que mejora moral resultó
de eso. “Porque, vosotros os sabéis, no basta decir: Soy
espírita, y cerrar en el fondo de sí mismo esta
creencia; pero lo que es indispensable saber es si
vuestros actos están de acuerdo con las prescripciones
de vuestra fe nueva que es, no sería demás repetir,
¡Amor y caridad!” (Erasto, in Revista Espírita
de septiembre de 1861).
Traducción:
Elza Ferreira Navarro
mr.navarro@uol.com.br