El mundo necesita de mayor religiosidad
En el especial “Efecto profiláctico & curativo del
sentimiento religioso”, uno de los relieves de esta
edición, Rogério Coelho nos enseña la importancia del
sentimiento religioso en el mundo donde vivimos,
refiriéndose evidentemente a la religiosidad y no
propiamente al formalismo y al exclusivismo de las
religiones en general, los cuales acaban muchas veces
llevando al fanatismo y al radicalismo, que tantos males
produjeron y continúan produciendo en el planeta desde
los sombríos días de la Inquisición católica.
La falta de respeto y la intolerancia para con los que
profesan un credo diferente, un derecho que en Brasil es
asegurado en la Constitución de la República, es algo
injustificable y lamentable. Cuando, entonces, parte de
un grupo religioso cualquier o deriva para el
radicalismo o el atentado en contra la vida, el hecho
revela su cara más triste y tenebrosa.
El más reciente episodio de intolerancia religiosa se
verificó día 24 de noviembre, un viernes, cuando un
ataque con bomba y tiros a una mezquita en Egipto dejó
por lo menos 305 muertos – casi 30 niños – y 100
heridos. Ése era el número conocido hasta el momento en
que escribíamos este texto.
Testigos dijeron que el atentado ocurrió mientras eran
hechas las oraciones de viernes en el templo Al–Rawda,
en Bil al-Abed, ciudad en la región del Sinaí, en el
nordeste del país, localizada a 211 Km de la capital,
Cairo. Según testigos, decenas de hombres llegaron al
local en vehículos 4x4 y lo bombardearon antes de abrir
fuego en contra los fieles. Ellos aún tenían incendiado
vehículos aparcados en los alrededores para bloquear el
acceso al templo.
En la mezquita meta del atentado tenían la costumbre de
reunirse seguidores del sufismo, una corriente mística
del Islán. Como se sabe, algunos grupos jihadistas,
incluso del Estado Islámico (EI), consideran herejes
esas personas. En el fin del pasado año, el jefe de la
policía religiosa del EI, después de el grupo extremista
decapitar dos ancianos que serían clérigos de la
mencionada religión, prometió que los sufistas que no se
arrepintiesen serían muertos.
En la misma región, diversos atentados ya ocurrieron en
contra la población copta cristiana del Egipto, que es
la más grande comunidad cristiana del Oriente Medio.
Cuando hablamos de sentimiento religioso, nos referimos,
evidentemente, al sentimiento de religiosidad, que tanta
falta nos hace en una época en que los ideales del
materialismo esparraman por todo el mundo y en el cual
el deseo de tener – tener cosas, dinero, prestigio,
poder – es la máxima aspiración de gran parte de los que
habitan en nuestro orbe.
Desarrollar el sentimiento de religiosidad sería,
conforme Allan Kardec, uno de los tres principales
efectos del Espiritismo para los que lo comprenden y en
él ven algo a más que solamente fenómenos. (Cf. El
Libro de los Espíritus, Conclusión, parte VII.)
El segundo efecto es fortalecer – en las mismas personas
que entienden cual es la naturaleza y la finalidad del
Espiritismo – la resignación en las vicisitudes de la
vida. “El Espiritismo da a ver las cosas de tan alto,
que, perdiendo la vida terrena tres cuartas partes de su
importancia, el hombre no se aflige tanto con las
tribulaciones que la acompañan. Entonces, más coraje en
las aflicciones, más moderación en los deseos,” dice
Kardec.
El tercer efecto es, por fin, estimular en el hombre la
indulgencia para con los defectos ajenos.
El verdadero espírita, ante eso, jamás podrá cultivar o
apoyar actos de radicalismo, de prejuicio o de
intolerancia, cuyos frutos amargos deberemos aún,
infelizmente, cosechar en nuestro planeta por un buen
tiempo, delante de las condiciones de retraso general
que caracteriza la mayoría de los habitantes de la
Tierra.
Traducción:
Elza Ferreira Navarro
mr.navarro@uol.com.br