La Revista Espírita de 1861
Parte 14 y final
Concluimos en
esta edición el
estudio de la
Revue Spirite
correspondiente
al año 1861. El
texto condensado
del volumen
citado fue
presentado aquí
en 14 partes,
tomando como
base la
traducción de
Júlio Abreu
Filho publicada
por EDICEL. La
próxima semana
iniciaremos el
estudio de la
Revue Spirite de
1862.
Preguntas para
el
debate
A. ¿Qué se necesita para que un grupo espírita sea
estable?
B. ¿Quiénes son, según Kardec, los verdaderos espíritas?
C. ¿Quiénes son los mejores propagadores del
Espiritismo?
Texto para la lectura
244. En la constitución de los grupos, una de las
primeras condiciones es la homogeneidad: una reunión no
puede ser estable, ni seria, si no hay simpatía entre
sus componentes.
(P. 392)
245. Lo que una reunión espírita requiere, por encima de
todo, es el recogimiento. Ahora bien, ¿cómo estar
recogido si a cada momento la gente es distraída por una
polémica mordaz, y si hay en el grupo personas hostiles
unas contra otras? (P. 393)
246. Kardec repite entonces la clasificación de los
espíritas registrada en el ítem 28 de El Libro de los
Médiums.
(P. 393)
247. El Codificador llama verdaderos espíritas, o mejor,
espíritas cristianos a los que no se limitan a admirar
la moral espírita sino que la practican y aceptan. Y
dice que un grupo formado exclusivamente por elementos
de esta última clase estaría en mejores condiciones,
porque es entre los practicantes de la ley de amor y de
caridad que se puede establecer una relación fraternal
seria. (PP. 393 y 394)
248. Teniendo por objetivo la mejora de los hombres, el
Espiritismo no viene a buscar a los perfectos, sino a
los que se esfuerzan en serlo, poniendo en práctica las
enseñanzas de los Espíritus. “El verdadero espírita –
afirma Kardec – no es el que alcanzó la meta, sino el
que seriamente quiere alcanzarla.”
(P. 394)
249. La simple lógica demuestra, a cualquiera que
conozca las leyes del Espiritismo, cuáles son los
mejores elementos para la composición de los grupos
realmente serios, y estos son los que ejercen la mayor
influencia en la propagación de la Doctrina.
(P. 394)
250. Aquel, pues, que tiene la intención de organizar un
grupo en buenas condiciones debe, ante todo, asegurar la
colaboración de algunos seguidores sinceros, que tomen
la doctrina en serio y cuyo carácter conciliatorio y
benevolente sea conocido. Formado ese núcleo, se
establecerán las reglas precisas para las admisiones y
el orden de los trabajos.
(P. 395)
251. Esas reglas, según Kardec, pueden sufrir
modificaciones, pero hay algunas que son esenciales para
la unidad de principios: el estudio previo, una
profesión de fe categórica y una adhesión formal a la
doctrina de El Libro de los Espíritus.
(P. 395)
252. El orden y la regularidad de los trabajos – afirma
Kardec – son igualmente esenciales.
(P. 396)
253. Kardec dice también que sería útil que hubiese
entre los grupos un punto de conexión, un cetro de
acción, formado por delegados de todos los grupos, lo
que ayudaría de forma significativa a la unión de todos.
(P. 397)
254. El punto principal, sin embargo, es para Kardec la
composición de los grupos primitivos. Si están formados
por buenos elementos, serán buenas raíces que darán
buenos retoños. Si, por el contrario, estuvieran
formados por elementos heterogéneos y antipáticos, por
espíritas dudosos, más preocupados por la forma que por
el fondo, que consideran la moral como una parte
accesoria y secundaria, se deben esperar polémicas
irritantes y sin salida, fricciones, susceptibilidades y
conflictos.
(P. 397)
255. La verdadera propagación, la que es útil y
fructífera – reitera Kardec – es hecha por el ascendente
moral de las reuniones serias. “Sed, pues – aconseja el
Codificador -, serios en toda la acepción de la palabra
y las personas serias vendrán a vosotros: son los
mejores propagadores, porque hablan con convicción y
predican tanto por el ejemplo como por la palabra.” (P.
398)
256. Diciendo que algunos grupos hablaron de afiliarse a
la Sociedad Espírita de París, Kardec explica que esa
palabra – afiliación – sería inadecuada, porque
supondría una especie de supremacía material que no debe
existir. Las relaciones de la Sociedad de París con las
demás son relaciones morales, científicas y de
benevolencia mutua, pero sin sujeción.
(P. 400)
257. Finalizando sus instrucciones, Kardec recuerda que
muchos lo acusaban de querer hacer escuela en el
Espiritismo. Ahora bien, ¿por qué no tendría ese
derecho? “Que haya, pues, una escuela, ya que lo quieren
así”, les respondió el Codificador. “Para nosotros –
afirma – será un honor escribir en su frontispicio:
Escuela del Espiritismo Moral, Filosófico y Cristiano. E
invitaremos a todos los que tienen por divisa amor y
caridad. A todos los que se adhieran a esta bandera,
toda nuestra simpatía y nuestra colaboración jamás les
faltará.” (PP. 401 y 402)
258. La Revue informa el fallecimiento, a los 69
años de edad, del Sr. Jobard, de Bruselas, presidente
honorario de la Sociedad Parisiense de Estudios
Espíritas. (P. 402)
259. Al abrazar al Espiritismo, Jobard dijo que la
doctrina de la reencarnación lo había herido como un
trazo de luz, porque al explicarlo todo de manera tan
lógica, era la clave que le faltaba para llegar a la
verdad que tanto buscaba. (P. 404)
260. Como lo había prometido, la Revue publica
pasajes de algunos periódicos españoles que se
indignaron con el auto de fe de Barcelona, calificado
por la prensa de España como un espectáculo repugnante.
(PP. 404 a 407)
261. La Revue trae otra fábula del Sr. Dombre –
“La Curruca, la Paloma y el Pececito” – en la cual el
pez, al ayudar al pájaro al que la paloma había negado
auxilio, dice: “En el futuro, por lo menos/ En los
grandes no confiéis; el clamor de la miseria/ Solo
débilmente hace eco en corazones en días de fiesta; /
Sus dones son el consejo y la condolencia. / Pero la
cordial asistencia/ Solo se encuentra en los pequeños”.
(N.R.: Curruca: variedad de pájaro de plumaje oscuro
y canto ameno.) (P. 410)
262. Lamennais afirma: “Las ideas cambian, pero las
ideas y los designios de Dios, nunca. La religión, es
decir, la fe, la esperanza y la caridad, una sola cosa
en tres, el emblema de Dios en la Tierra, queda
inalterable en medio de las luchas y los prejuicios”.
“La religión existe, ante todo, en los corazones, y por
eso no puede cambiar.” (PP. 415 y 416)
Respuestas a las
preguntas
A. ¿Qué se necesita para que un grupo espírita sea
estable?
La homogeneidad, dice Kardec, es una de las primeras
condiciones para la constitución de un grupo, cuyas
reuniones no pueden ser estables, ni serias, si no hay
simpatía entre sus componentes.
(Revue Spirite de 1861, p. 392.)
B. ¿Quiénes son, según Kardec, los verdaderos espíritas?
Los verdaderos espíritas, o mejor, los espíritas
cristianos son los que no se limitan a admirar la moral
espírita, sino que la practican y aceptan. Un grupo
formado exclusivamente por elementos de esta clase
estaría en mejores condiciones, porque es entre los
practicantes de la ley de amor y de caridad que se puede
establecer una relación fraternal seria.
(Obra citada, pp. 393 y 394.)
C. ¿Quiénes son los mejores propagadores del
Espiritismo?
La verdadera propagación del Espiritismo, la que es útil
y fructífera, es la que se hace por el ascendente moral
de las reuniones serias. Los mejores propagadores son
los que hablan con convicción y predican tanto por el
ejemplo como por la palabra. (Obra citada, p. 398.)