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La Medicina
Parte 2 - Medicina espiritual
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El Supremo Creador, permanentemente dispensando Amor y
amparo a todas las criaturas, desde siempre envió para
junto de ellos, en todas las épocas, Espíritus
iluminados que, por misión, fomentarían el progreso,
desvelando descubrimientos e inventos, buscando mejorar
la calidad de vida para la humanidad. De esa forma, en
el requisito salud, todo lo que el hombre sabe hoy se
debe a esos misioneros.
Por eso, las designaciones “medicina terrena” y
“medicina espiritual” atienden la ligera variación
semántica, pues en el sentido amplio de la palabra sólo
existe una medicina: la autorizada por Dios.
La citada autorización contempla que en la parte terrena
la medicina esté a cargo de los médicos, verdaderos
“mecánicos de la Vida”; ya en la parte espiritual, Jesús
y Protectores invisibles responden a la caridad y
oraciones del propio enfermo y de personas que lo
amparan.
En uno y outro caso, el Plano Mayor considera el
merecimento de los enfermos, siendo certo que, de alguna
forma, todos sin excepción son amparados.
Incuestionablemente, con espanto y gratitud cito a Jesús,
que instantáneamente curaba leprosos, paralíticos,
ciegos y otros más. Sin empleo de cualquier accesorios,
sólo con la imposición de manos, tales prodigios no
dejaron margen para cualquier explicación racional, tal
acreditándose a su incomparable evolución espiritual.
El mundo conoció y conoce la acción benéfica de
Benefactores del Plano Espiritual que, en todos los
tiempos, cuando encarnados, también curaron enfermos, si
bien no con la prodigalidad del Divino Amigo, pero bajo
el mismo denominador común: caridad, a beneficio de los
enfermos.
Para los enfermos del cuerpo, la medicina terrena –
Desencarnados, ciertamente tales “mecánicos del Espíritu”
prosiguen actuando en esas bendiciones. Es así que,
descendiendo de ese elevado nível, encontraremos en la
simplicidad de los Centros Espíritas personas (médiums
declarados, en la mayoría), a miles, aplicando pases,
individualmente o en grupos mediúmnicos, con eso
energizando positivamente pacientes, incontables veces
induciéndolos a la cesación de dolores, otras tantas
generando curas; ¡complemento de esa atención es la
fluidificación de las aguas para los enfermos, del
cuerpo o del Espíritu!
Me abstengo de comentar aquí las llamadas “cirugías
espirituales”, si son practicadas fuera del contexto
hospitalario, por médicos o médiums, con empleo de
artefactos o instrumentos. Mi abstención se loa y tiene
distorsión en la comprensión legal humana de que tal se
caracteriza como práctica ilegal de la medicina.
Soy de los que consideran que para los enfermos del
cuerpo existen los hospitales y la medicina terrena;
ya para los enfermos del Espíritu, el Centro Espírita,
donde médiums y personas de buena volunta pueden
ampararlos, sea con pases, con adoctrinación o con
evangeloterapia — medicina espiritual.
Saben los espíritas que la enfermedad surge en el
organismo físico, pero tiene origen en el periespíritu,
que lo moldeó y es bendecido instrumento del Espíritu.
Toda vez que la persona actúa en falta de respeto a las
Leyes Divinas debilita su sistema físico de defensa,
posibilitando en este la invasión de vírus, bactérias,
bacilos, gérmenes y parasitos (psíquicos), siempre
alerta, aguardando tal debilitamiento para instalarse y
producir terribles males a la salud.
Desvarios del comportamiento humano –
Nos esclarecen los instructores espirituales que los
desvarios del comportamiento humano producen eflúvios
malignos (energía altamente negativa) que, absorbidos
por los llamados “vírus psíquicos”, estos acaban aún
provocando daños físicos, como si fueran “reencarnados”.
Solamente el procedimiento adecuado con las Leyes
Divinas constituye una vacuna contra esos peligrosos
agentes causantes de tantas infelicidades.
Algunas citas sobre ese tema:
a.
germens psíquicos, oriundos de los desvarios sexuales,
conforme observó el Espíritu André Luiz, en
Misioneros de la Luz (cap. 4 - Vampirismo);
b. gérmenes de perversión: también el Espíritu André
Luiz, aleccionando humildad, informa, en Nuestro
hogar, la p. 39, que sólo por el procedimiento del
deber justo se desharía de los gérmenes de perversión
de la salud divina, agregados a su periespíritu por
descuido moral;
c. bactérias mentalmente incubadas: aún André Luiz, en
Liberación, cap. II, esclarece que son “entidades
microbianas que viven y se reproducen en el campo mental
de los millones de personas que las entretienen” y que
corren masivamente para las células que las atraen y
absorben “[...] formando en el cuerpo la enfermedad
idealizada”;
d. vírus psíquicos: Yvonne A. Pereira, en
Memorias de un Suicida, 2ª parte, cap. l, informa de
la existencia de un vírus psíquico” en Espíritus
desencarnados en deplorables estados vibratorios. La
aproximación de tales Espíritus a niños es algo
extremadamente negativo, sino existe alguien que las
proteja del funesto contagio. Y Esa aproximación puede
hasta matarlos, caso no reciban ayuda de quien pueda
salvaguardarlas.
El antídoto capaz de protegernos –
Tales vírus psíquicos contagian a encarnados y el
único antídoto tendrá que ser análogo, es decir,
armonización en energías opuestas, también psíquicas...
— “Solamente el recto proceder constituye eficiente
vacuna contra ese vírus”, añade;
e. bactérias psíquicas y parasitos extravagantes: mentes
viciosas producen psicosfera pestilenta y encharcándose
de ellos, registra el Espíritu de Manoel P. de Miranda,
En las fronteras de la locura. 9. ed. Salvador,
LEAL, 1997, p.18 y 19.
Las opiniones de arriba, de Espíritus amigos, no traen
en su interior cualquier condena, antes son consejos
doctrinarios, alertas amigos. Así, opino que no se deben
establecer diagnósticos (apresurados) deduciendo que
todos los enfermos, bajo duras condiciones físicas en el
presente, hayan tenido en existencias terrenas pasadas
comportamiento desvariado, o aquella “hipocondria”
mental. Esa es atribución de Espíritus elevadísimos, que
agregan condiciones de juzgar actos y actitudes para
organizar con sabiduría y caridad recomiezos
reencarnatorios.
Finalizando:
Refiriéndose a la “Medicina del Futuro”,
espiritual/terrena, Kardec casi que profetiza1:
Siendo uno de los elementos constitutivos del hombre, el
periespíritu desempeña importante papel en todos los
fenómenos psicológicos y, hasta cierto punto, en los
fenómenos fisiológicos y patológicos. Cuando las
ciencias médicas tengan en la debida cuenta el elemento
espiritual en la economía del ser, habrán dado un gran
paso y horizontes enteramente nuevos se les patentarán.
Las causas de muchas molestias serán a ese tiempo
descubiertas y encontrados poderosos medios de
combatirlas.
La Medicina del futuro –
Provechoso complemento de aclaraciones espirituales
encontramos en la serie de trece libros del Espíritu
André Luiz, con psicografia de Francisco Cândido Xavier,
en asociación, en determinados casos, con el médium y
médico Waldo Vieira.
Aun relativamente a la “Medicina del futuro”, en esa
bendecida serie encontramos otras afirmaciones,
corroborando lo que Kardec anticipó:
En Misioneros de la Luz, cap.6, p. 63, 21ªEd.,
1988, FEB, RJ/RJ: La ciencia médica alcanzará
culminancias sublimes cuando verificara en el cuerpo
transitorio la sombra del alma eterna.
En Obreros de la Vida Eterna, cap.19, p. 282,
9ªEd., 1975, FEB, RJ/RJ: El médico del futuro
aprenderá que todo remedio está saturado de energías
eletromagnéticas en su radio de acción.
En Entre la Tierra y el Cielo, cap.13, p.82/83,
13ªEd., 1990, FEB, RJ/RJ: La mente, tanto como el
cuerpo físico, puede y debe sufrir intervenciones para
reequilibrarse. Más tarde, la ciencia humana envolverá
en cirugía psíquica, tanto como hoy va avanzando en
técnica operatoria, con vistas a las necesidades del
vehículo de materia carnal. En el gran futuro, el médico
terrestre desentrañará un laberinto mental, con la misma
facilidad con que actualmente extrae un apéndice
condenado.
En paralelo a los procedimientos médicos adecuados e
instrucciones para cambio de algunos hábitos, cuando los
pacientes se muestran receptivos, tales médicos-médiums
los inducirán a la mejoría de comportamiento, como
complemento decisivo para la respectiva cura.
Junto a ningún paciente jamás tales trabajadores
realizarán apologia o proselitismo de cualquier religión.
Sus eventuales consejos serán todos basados en la moral
cristiana.
- In “Obras Póstumas”, Allan Kardec, 1ª
Parte, I, O perispírito como princípio das
manifestações, Item 12, p.45-46, 21. ed.
1985, FEB, RJ/RJ.
Traducción:
Isabel Porras -
isabelporras1@gmail.com
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