Obsesión: mal de medicina fácil,
pero de cura difícil
La obsesión es una de las causas que más ha llevado
personas en búsqueda de ayuda en los centros espíritas.
Personalidades de relieve en las lides espíritas, como
Benedita Fernandes, la Dama de la Caridad, llegaron al
Espiritismo por la vía del dolor motivada por la
obsesión.
Se trata de un fenómeno mencionado con frecuencia en las
páginas del Evangelio, habiendo Jesús actuado en
innúmeros casos, enfatizando siempre, en el final, la
importancia del cambio de comportamiento por parte de
las personas por él curadas. “Vete de aquí y no peques
más, para que no te acontezcas cosa peor” – he aquí una
frase repetida por el Maestro innúmeras veces a lo largo
de su misión en la Tierra.
En la obra de Allan Kardec, especialmente en las
ediciones de la Revista Espírita, son muchos los
casos relatados.
En la Revista Espírita de 1863, que está siendo
estudiada secuencialmente en este periódico, Allan
Kardec nos cuenta, entre otros, el caso que se pasó con
la mujer de un marinero radicado en Boulogne-sur-Mer
(Francia), la cual se encontraba en los últimos quince
años bajo el dominio de una triste subyugación. Casi
todas las noches, despertada alrededor de medianoche,
la mujer era sacada fuera del lecho, por veces
semidesnuda, y obligada a salir de casa y a correr por
el campo. Después de marchar por dos o tres horas,
solamente al parar ella se daba cuenta de su acto, y ni
mismo orar lograba, una vez que, al intentar hacerlo,
sus ideas se mezclaban con cosas bizarras y hasta
sucias.
Comentando el hecho, Kardec nos acuerda que en ciertos
casos de perturbación la causa puede ser puramente
material, pero hay otros en que la intervención de una
inteligencia oculta es evidente, una vez que,
combatiendo esa inteligencia, se detiene el mal, al paso
que atacando sólo la supuesta causa material nada se
consigue.
Algunas personas – dice el codificador – atribuyen esa
acción a los demonios. El Espiritismo la atribuye a los
Espíritus, que son a veces tan malvados cuanto los
supuestos demonios, pero a quien el futuro no está
cerrado y que se mejorarán a medida que en ellos se
desarrollasen el sentido moral, en la sucesión de las
existencias corpóreas.
En determinada región de nuestro país se averiguó años
atrás un hecho casi idéntico al relatado por Kardec. Una
joven que cursaba el último año de la facultad de
Derecho pasó por una perturbación semejante. Durante la
madrugada, ella era despertada y obligada por una fuerza
incoercible a salir de casa, en las condiciones en que
se encontrase, muchas veces semidesnuda. Así guiada, era
conducida hasta la zona del meretrices de la ciudad,
cuando entonces despertaba y enfrentaba situaciones
vejatorias.
El Espiritismo nos ofrece orientaciones precisas que
pueden ayudarnos a vencer la obsesión. Los medios y los
recursos que él nos indica, si efectivamente adoptados,
son bastante eficaces. Pero, tal como ocurrió en el caso
que se pasó en nuestro país, tales medios y recursos son
muchas veces, por puro prejuicio, rechazados,
inviabilizando la cura, hecho que llevó J. Herculano
Pires a escribir, en una de sus obras:
“La obsesión es un mal de cura difícil, pero de medicina
fácil. Si los enfermos aceptasen la medicina, la cura se
procesaría con mayor rapidez. En general los casos de
obsesión demandan largo y paciente tratamiento, porque
los enfermos no toman la medicina.” (Diálogo de los
Vivos, cap. 31)
Traducción:
Elza Ferreira Navarro
mr.navarro@uol.com.br