Vinimos para servir, no para servirnos
No fue solamente en Brasil que un ex presidente tuvo de
prestar cuentas a la Justicia por su participación en
actos de corrupción que están siendo descubiertos y
revelados al país por la Operación Lava Jato. Dirigentes
de Perú, de Ecuador y de Panamá están teniendo el mismo
destino, en consecuencia de los desdoblamientos de la
Lava Jato fuera de Brasil, cuyo inicio se dio tras el
Grupo Odebrecht y la Braskem admitieran en acuerdo
lenitivo al Departamento de Justicia de los Estados
Unidos de América el pago de sobornos en el exterior en
más de un billón de dólares.
En el último marzo, mientras las condenaciones de los ex
presidentes ocupaban los titulares de los periódicos, el
obispo de la ciudad goiana de Formosa, cuatro curas y un
monseñor fueron presos, por malversación de recursos que
pertenecían a la Iglesia de tres ciudades de Goiás.
Según la investigación, el grupo se apoderó de dinero
oriundo de diezmos, donaciones, recaudaciones de fiestas
realizadas por fieles y tasas de eventos como bautismos
y bodas.
¿Cuál es la relación entre las dos noticias?
Oriundo del griego hupokrisía (desempeño de un
papel), hay un vocablo que sintetiza el comportamiento
de los protagonistas de los hechos apuntados:
hipocresía, término que significa devoción religiosas
fingida; fingimiento; demostración de ideas o de
opiniones que corresponden a aquello que el individuo
realmente piensa o siente.
Políticos que dicen defender a los pobres y a los
oprimidos, pero que, en verdad, se valen de su posición
privilegiada para perpetuarse en el poder y, al mismo
tiempo, enriquecer a sí y a los familiares y amigos.
Religiosos que hablan de Dios y abominan el pecado y, no
obstante, no creen en el Creador y en nada de lo que
pregonan o enseñan.
El término hipocresía, tanto cuanto el vocablo
hipócrita, aparece en innúmeras páginas del Antiguo y
del Nuevo Testamento.
Aunque sean en gran número las referencias bíblicas a
los hipócritas, hay una que sirve para sintetizar con
perfección lo que Jesús entendía por el término:
“¡Ay de vosotros,
escribas y fariseos, hipócritas! Pues que sois
semejantes a los sepulcros blanqueados, que por fuera
realmente parecen hermosos, pero interiormente están
llenos de huesos de muertos y de toda la inmundicia.” (Mateo,
23:27.)
El distanciamiento de muchos con relación a la religión
y la incredulidad con que en nuestro país se discuten
los asuntos políticos y la próxima elección presidencial
tienen por causa exactamente la hipocresía con que,
especialmente en los últimos años, los religiosos en
general y los políticos brasileños se han comportado,
cuya práctica ninguna relación tiene con el discurso.
¿Hay excepciones? Es obvio que hay, pero ellas solamente
confirman la regla.
En los libros espíritas, obviamente, el tema no se quedó
ignorado. Efectivamente, es en él tratado en las cinco
principales obras escritas por Allan Kardec, las cuales
nos alertan para las consecuencias que advendrán a los
hipócritas – especialmente cuando de su retorno a la
esfera espiritual –, militen ellos en la política, en la
religión o en cualquiera de las actividades humanas.
De acuerdo con eso, he aquí dos informaciones que
resumen bien las advertencias hechas por los inmortales:
“[…] en el mundo de los Espíritus, nada pudiendo estar
oculto, el hipócrita será desenmascarado y
evidenciadas todas sus torpezas; […] la presencia
inevitable, y de todos los instantes, de aquellos para
con quien hubiéramos procedido mal constituye uno de los
castigos que nos están reservados […] al estado de
inferioridad y superioridad de los Espíritus
corresponden penas y gozos desconocidos en la Tierra.” (El
Libro de los Espíritus, introducción, ítem VI.)
“Para el orgulloso
relegado a las clases inferiores, es un suplicio ver
arriba de él colocados, llenos de gloria y bienestar,
los que en la Tierra despreciara. El hipócrita ve
desvendados, penetrados y leídos por todo el mundo sus
más secretos pensamientos, sin que pueda ocultarlos
o disimularlos; el sátiro, en la impotencia de
saciarlos, tiene en la exaltación de los bestiales
deseos el más atroz tormento; ve el avaro el derroche
inevitable de su tesoro, en cuanto que el egoísta,
desamparado de todos, sufre las consecuencias de su
actitud terrena; ni sed ni hambre le serán mitigadas, ni
amigas manos se le extenderán a sus manos suplicantes; y
pues que en vida sólo de sí cuidara, nadie de él se
compadecerá en la muerte.” (El Cielo y el Infierno, primera
parte, cap. VII, ítem 26º.) (La
Negrita es nuestra)
Corruptos, corruptores e hipócritas de todos los
cuadrantes pueden ciertamente engañar y driblar la
justicia de los hombres, pero jamás podrán huir a la
justicia de Dios. Y entonces comprenderán que vinimos a
la Tierra para servir, no para servirnos…
Traducción:
Elza Ferreira Navarro
mr.navarro@uol.com.br