Suicidio, un acto
equivocado e inútil
Un importante periódico de São Paulo publicó una materia
que ha ganado gran repercusión en las redes sociales,
acerca del aumento vertiginoso de casos de suicidio
cometido por jóvenes pertenecientes a diversas capas de
la sociedad.
Es evidente que son innúmeros los factores que pueden
llevar alguien al suicidio, y no podemos también
rechazar, como elemento importante, las enfermedades y
las influencias espirituales de carácter obsesivo.
El suicidio no es fenómeno reciente en la sociedad
terrena, tanto que, al componer su principal obra
espírita, en medianos del siglo 19, Kardec dedicó al
asunto 16 cuestiones, las cuales, si no agotan las
complexidades del tema, nos ofrecen informaciones
importantes que nos permiten entenderlo.
Motivos relevantes existen, sin duda, capaces de llevar
una persona al desespero y entonces a la idea suicida.
La ruina financiera, la tragedia que afecta de una sola
vez toda la familia de la persona, la enfermedad
dolorosa sin perspectiva de cura, un choque psicológico
profundo, la depresión, el estado de perturbación que
lleva el individuo al total desequilibrio…
Ocurre que existen situaciones en que ningún motivo
aparente o real existe. ¿Cómo entonces explicar, en
tales casos, la fuga a la vida?
Kardec no iría, evidentemente, ignorar el asunto, y, por
eso, presentó a los instructores desencarnados la
siguiente pregunta: ¿Dónde nace el disgusto de la vida,
que, sin motivos plausibles, se apodera de ciertos
individuos?
Ellos contestaron:
“Efecto de la ociosidad, de la falta de fe y, también,
de la saciedad. Para aquél que usa de sus facultades con
fin útil y de acuerdo con sus aptitudes naturales, el
trabajo nada tiene de árido y la vida se disipa más
rápidamente. Él le soporta las vicisitudes con tanto más
paciencia y resignación, cuanto obra con el objetivo de
la felicidad más sólida y más durable que lo espera.”(El
Libro de los Espíritus, cuestión 943.)
Del sentimiento de disgusto de la vida ni siempre,
evidentemente, surgirá para el individuo la idea de
matarse. Cuando esa hipótesis se da, existe ciertamente
presente en el caso un otro factor desencadenante, como
muestran relatos hechos por individuos que pasaron al
mundo espiritual por la vía del suicidio.
En su obra titulada El Cielo y el Infierno, publicada
originalmente en el año de 1865, Kardec nos presenta
nueve casos.
He aquí listados enseguida, juntamente con los motivos
alegados:
1 – El Suicida de la Samaritana. Un hombre de 50 años se
degolló con una maquinilla de afeitarse, porque se
sentía despreciado en el seno de la propia familia.
2 – El Padre y el Conscripto. Un negociante de París se
suicidó para exentar su hijo único de servir al Ejército
así que se inició la guerra de Italia.
3 – François Simon–Louvet. Un pobre infeliz, vencido por
el disgusto de una vida de miserias, se arrojó de la
Torre Francisco I, despedazándose en las piedras.
4 – La Madre de Benjamín C. No soportando la pérdida de
su hijo mayor, fallecido a los 21 años de edad, su madre
se ahorcó en un granero.
5 – Dos amantes suicidas. Casada con la persona errada
por deferencia a sus padres, la joven Palmira se unió en
el suicidio, cuatro años después de su casamiento, al su
antiguo enamorado, entonces casado con otra, explicando
que se mataron para que no traicionaran.
6 – El zapatero Luis G. Repelido por la novia, Luis G.
se mató a la puerta de su pretendida, a las vísperas del
casamiento de ella.
7 – El ateo. El sr. M.J.B.D., ateo y materialista, se
suicidó por causa del tedio de una vida sin esperanza.
8 – Feliciano. Hombre rico, instruido, honrado y dotado
aún de aptitud por poesía, habiendo comprometido su
fortuna y no pudiendo repararla, debido a su edad
avanzada, decidió ahorcarse.
9 – Antonio Bell. Caja de una casa bancaria de Canadá,
él se suicidó después de un largo proceso obsesivo
durante el cual perdía el sueño, lamentaba, batía en el
pecho y veía la escena de un crimen por él cometido en
vida anterior. (El Cielo y el Infierno, 2ª parte,
cap. V.)
Desprecio, disgusto, desesperación, tedio, desesperanza,
obsesión – he aquí los motivos presentes en los casos,
tan diversificados cuanto son sus consecuencias, como
los instructores dijeron a Kardec en respuesta a la
pregunta por él formulada:- ¿Cuáles, en general, con
relación al estado del Espíritu, las consecuencias del
suicidio?
He aquí la respuesta dada por los inmortales:
“Muy diversas son las consecuencias del suicidio. No hay
penas determinadas y, en todos los casos, corresponden
siempre a las causas que lo produjeron. Hay, sin
embargo, una consecuencia a que el suicida no puede
escapar; es la decepción. Pero, la suerte no es la misma
para todos; depende de las circunstancias. Algunos
expían la falta inmediatamente, otros en nueva
existencia, que será peor de lo que aquella cuyo curso
interrumpieron.” (El Libro de los Espíritus, cuestión
957.)
Decepción siempre y dificultades de todo orden – he aquí
lo que aguarda aquél que huye a la lucha, sean
cuales sean sus motivos.
Traducción:
Elza Ferreira Navarro
mr.navarro@uol.com.br