Dura lex, sed latex
La expresión arriba hace parte de una frase atribuida al
gran escritor y periodista Fernando Sabino, dicha en un
comentario que hizo acerca de la expresión latina "Dura
lex sed lex", eso es, "la ley es dura, pero es ley".
El significado de la expresión latina es que, por más
dura que pueda ser una ley, ella debe ser cumplida,
exija o no de la persona grandes sacrificios.
Escribió el inolvidable escritor:
"Para los pobres es dura lex, sed lex. La ley es dura,
pero es ley. Para los ricos, es dura lex, sed latex. La
ley es dura, pero estira".
Sabino hacía así una crítica al sistema judiciario
brasileño, cuya actuación hasta entonces señalaba que
las personas de mayores posesiones eran tratadas de
manera más benigna de que los más pobres, mismo siendo
los crímenes de éstos más blandos del que los de los
ricos y acomodados.
Los últimos acontecimientos en nuestro país nos dan
algún ánimo de que ese estado de cosas esté cambiando y,
los poderosos no más tienen, como antes, certeza de que
la impunidad continuará beneficiándolos.
La expresión latina puede, realmente, ser ignorada - y
ciertamente ha sido innúmeras veces - en el plano donde
vivimos. En el mundo de la política, la historia muestra
con claridad que siempre se observó lo que dice conocido
dicho:"A los amigos, todo. A los enemigos, la ley".
Es diferente, sin embargo, lo que ocurre cuando nos
referimos a la justicia divina.
Enseñada como uno de los principios básicos del
Espiritismo, la ley de causa y efecto no era extraña a
los cristianos primitivos, que ciertamente conocían la
advertencia contenida en el episodio abajo relatado por
el evangelista Mateo:
"Y he aquí uno de los que estaban con Jesús, extendiendo
la mano, sacó de la espada e hiriendo al siervo del sumo
sacerdote, le cortó una oreja. Entonces Jesús le dijo: Envaina
tu espada; porque todos los que lanzan mano de la
espada, a la espada morirán." (Mateo 26:51,52)
Nuestro compañero José Lucas, uno de los colaboradores
de nuestra revista, radicado en Portugal, relató
oportunamente en un artículo titulado ¿Y para dónde
van los políticos? un hecho que muestra con claridad
como la justicia divina es aplicada naturalmente de
acuerdo con las leyes de Dios.
Dice él que el conocido profesor y orador José Raul
Teixeira, al dirigirse para almorzar en un restaurante
con un grupo de amigos espíritas, vio en una esquina
próxima una mujer andrajosa a buscar comida en un cesto
de basura puesta en la acera. La escena le causó tamaña
impresión, que él perdió la voluntad de almorzar, aunque
tenía necesidad de hacerlo. Mientras intentaba
recomponerse mentalmente, ya en el restaurante, pensando
en aquella persona que nada tenía, le apareció a través
del fenómeno de la videncia espiritual, un Espíritu
amigo que lo acompaña en su tarea doctrinaria. El
bienhechor espiritual lo calmó, explicando que, mismo
que él fuese dar comida limpia para aquella señora, ella
recusaría. Y le contó, en breves palabras, la historia
de aquella mujer, que era en la actual existencia la
reencarnación de un famoso político brasileño, aún hoy
muy conceptuado, y que por haber perjudicado tanto el
pueblo tenía reencarnado en una condición miserable,
debido al mecanismo del complejo de culpa que hizo,
después de la muerte del cuerpo de carne, en el mundo
espiritual, retornando en aquella condición para
aprender a valorar lo que tanto despreciara en la
existencia: las dificultades financieras del prójimo.
No se trataba, obviamente, de un castigo divino, pero sí
una consecuencia de la ley de causa y efecto, según la
cual cada uno cosecha de acuerdo con sus actos,
pensamientos y sentimientos.
A ese tipo de ley - la ley divina - la expresión latina dura
lex, sed lex se aplica integralmente, si creemos o
no. Fernando Sabino ciertamente concordaría con esta
nuestra conclusión.
Traducción:
Elza Ferreira Navarro
mr.navarro@uol.com.br