Brasil no es para las personas sin
preparo
El título arriba fue inspirado en una frase atribuida al
excepcional compositor Tom Jobim: “Brasil no es para
principiantes”, pensamiento que jamás, como en los
tiempos que vivimos, se reveló tan verdadero.
La falta de preparo, los excesos de abusos, el
desgobierno, la corrupción nos trajeron a la triste
situación de los días actuales, en que muchos, atónitos,
se preguntan: Al fin y al cabo, ¿qué país es éste? Y,
con fingido desanimo: - ¿Cuál es la solución?
La tesis espírita, expuesta claramente en las obras de
sus principales autores, es bien clara: nada del que
está errado, moralmente hablando, tendrá solución que no
sea a través de la educación.
A cada década mueren los viejos coroneles – nos
referimos aquí a los que comandan y tienen la última
palabra en los diferentes campos en que se desarrolla la
vida terrena – y, al mismo tiempo, retornan a la escena
los coroneles que desencarnaron hace mucho tiempo
y que, revestidos de la inocencia de un niño, llegan
imbuidos de nuevos ideales, proyectos y propuestas que
tienen por finalidad edificar en la Tierra un nuevo
mundo.
Es entonces que el nuevo se depara con el viejo y,
de esa manera, la ley del progreso se impone, haciendo
con que, a pesar de todo y de todos los horrores que
vemos hoy, la sociedad terrena actual sea mejor de lo
que era 300, 500, 800 años atrás.
Existe, sin embargo, una cuestión intrigante relacionada
con el tiempo.
Mirando hacia el futuro, no hay como contestar la
eficacia de la educación. Pero, ¿y ahora? ¿Qué hacer
para empezar a poner orden en esta casa en reforma? No
nos referimos sólo al Brasil, pero al mundo todo, que
nos parece una nave decididamente sin rumbo y sin
piloto.
Cierta fecha, hablando sobre la felicidad y las
aflicciones de la vida, un conferenciante acordó a los
que lo oían que es necesario que tengamos en mente que
nuestras existencias en la Tierra se interconectan. Lo
que una persona o un pueblo hace en determinada época
tendrá, inevitablemente, repercusión más adelante. No es
necesario creer en la reencarnación para entender ese
hecho. La ley de causa y efecto abarca personas y
colectividades.
El conferenciante ofreció entonces a sus oyentes una
receta simple que puede ser perfectamente adoptada por
los adultos desde ahora, sin necesidad de primero
desencarnar para después, en nuevo cuerpo, volviendo al
escenario de la vida con nuevos planes e ideas.
Antes de cualquier actitud o deliberación – él propuso –
que hagamos a nosotros mismos las preguntas que se
siguen. Si en las respuestas encontradas registrásemos
una negativa o alguna duda, nos abstendríamos de
adoptarla, al menos que deseásemos que nuestras
aflicciones del presente se extiendan a las existencias
futuras:
I - ¿Lo qué pienso hacer
agrada a Dios? (Mateo,
22:34 a 38.)
II - ¿Beneficia a mi
prójimo? (Mateo,
22:39 y 40.)
III - ¿Auxilia el
progreso de la comunidad? (El
Libro de los Espíritus, ítem 132, y Santiago, 2:17 a
2:26.)
IV - ¿Conviene a mi
futuro espiritual? (Pablo,
1ª Epístola a los Corintios, 6:12.)
Con relación a esta última pregunta nos acordemos lo que
Pablo escribió:
“Todas las cosas me son
lícitas, pero ni todas las cosas me convienen. Todas las
cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar por
ninguna.” (1º
Corintios, 6:12.)
Si todos nosotros buscásemos aplicar en nuestros actos y
decisiones la receta propuesta, ciertamente
contribuiremos para que la sociedad terrena se torne
mejor, menos violenta, más fraterna, menos desigual, más
solidaria y sobre todo menos egoísta y llena de
prejuicio.
¿Desviar recursos de la salud o de la merienda escolar
agrada a Dios? ¿Beneficia a alguien? ¿Auxilia el
progreso de la comunidad? ¿Conviene al futuro espiritual
de aquel qué actúa así?
En verdad, las personas que dejan seducirse por la idea
de enriquecerse a través de los medios excusos no pasan
de principiantes, de niños espirituales. La dirección
del país y de las instituciones públicas no puede ser
confiada a personas de ese nivel. Brasil no es para las
personas sin preparo.
Traducción:
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br