Lecciones del Mundial de Fútbol
Iniciado en el día 14 de junio, y tiene su cierre en
este domingo el Mundial de Fútbol, un evento deportivo
que va allá de las disputas en el campo de juego, porque
lo que se vio en Rusia, como generalmente ocurre, fue
una fiesta de congraciamiento en que pueblos de regiones
y etnias tan distintas se reunieron para animar y vibrar
por sus equipos.
En este año, el evento nos ofreció una tan soñada y
bienvenida novedad: la utilización del llamado árbitro
de video - o VAR, conforme la sigla de su nombre en
inglés.
Jugadas dudosas ocurridas durante los juegos pudieron
ser esclarecidos con la ayuda de esa novedad tecnológica
que contribuyó para que el resultado de cada disputa no
fuese contaminado por errores de arbitraje. Y - mucho
más que eso - funcionó como medida preventiva en contra
la astucia de las personas que quieren vencer a
cualquier precio, que infelizmente, averiguamos también
en la práctica del fútbol.
De las 32 naciones que estuvieron representadas en
Rusia, sólo dos decidirán en este domingo cual será la
gran campeona, que merecerá, obviamente, el aplauso de
todos nosotros, aunque todas deban ser igualmente
felicitadas, debido al hecho de haber estado en Rusia,
después de una difícil etapa clasificatoria que envolvió
los cinco continentes, merecen nuestras felicitaciones.
Al fin y al cabo, la gran campeona Italia y el campeón
de Sudamérica, el Chile, no tuvieron ese privilegio.
El arte y el deporte dan a la vida un colorido especial
y, casi siempre, nos dejan importantes enseñanzas.
En el caso del Mundial de Rusia, he aquí una enseñanza
evidente: Si la canallada y la astucia, en lo que toca
al fútbol, un día va a valer la pena, tal no más
ocurrirá; por lo menos es lo que todos nosotros
esperamos.
El surgimiento del VAR nos suscita otra reflexión, que
extrapola las cuestiones meramente deportivas, porque es
bueno acordarnos que todas las veces que hacemos algo
que contraríe la ley o la ética, un árbitro invisible a
nuestros ojos se encuentra, de igual manera, registrando
y evaluando nuestra conducta.
Los que siguen las lecciones de Jesús ciertamente no
ignoran eso, como el evangelista Lucas registró en su
evangelio:
“Pero nada hay escondido que no haya de ser descubierto;
ni oculto, que no haya sabido. Una vez que todo lo que
en tinieblas dijiste, a la luz será oído; y lo que
hablaste al oído en el gabinete, sobre los tejados será
pregonado”. (Lucas 12:2,3)
Nadie, por consiguiente, dude de que en la ocasión
debida viran a la luz las cosas que hicimos o dejamos de
hacer, una certeza que deberíamos meditar con toda la
seriedad, caso deseamos que nuestra felicidad futura no
sea turbada por los equívocos cometidos en el presente.
Traducción:
Elza Ferreira Navarro
mr.navarro@uol.com.br
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