Editorial 

 
Cinco-marías: ¿por qué este título?


En el día 9 de julio hizo un año que se inició la publicación en esta revista de la sección titulada Cinco-marías, una alusión a una broma que pocos niños de ahora conocen y que hacen parte de un conjunto de actividades lúdicas conceptuadas como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Vez u otra cuando lectores nos preguntan: ¿Por qué fue dado a la sección el nombre Cinco-marías? 

Eugênia Pickina (*), titular de la sección y autora de los textos que la componen, escogió ese título para comunicar a los lectores que jugar es cosa seria en la niñez e implica una serie de experimentos realizados a través de la dinámica familiar y del contacto regular con la naturaleza: patio, jardín, plazuela del barrio…

Así que logró su primer empleo como profesora, Eugênia percibió su interés alrededor de la niñez, del cuidado con la infancia. Aún muy joven – no había completado veinte años – fuera contratada por una escuela particular para auxiliar un niño de nueve años que no conseguía leer derecho.

Él tenía, a la  época, un diagnóstico de trastorno cognitivo. A lo largo del año que trabajó con ese niño, tuvo de lidiar con su inexperiencia, sus recelos y la resistencia del peque, y aún así ayudarlo, pues, a pesar de las dificultades, era un niño ávido por aprender.

Se acuerda ella de haber pensado: “Estoy preocupada. Este niño está aquí y no sé cómo puedo ayudarlo a leer”. De un modo intuitivo, sin embargo, se acordó que a los niños les gusta sentir que están seguros y que hay una figura de autoridad en el control. Pasó, entonces, en el transcurrir de las clases, a leer con firmeza para él en voz alta. Escogía historias cortas y las leía de manera pausada y paciente, porque intuitivamente sabía que eso daría un resultado positivo. Después de tres meses, el ejercicio fue invertido y el niño empezó a leer en voz alta para ella lo que él propio decidía, de acuerdo con los textos que ella seleccionaba para cada clase: poesía o historias cortas, y ambos sentían la vida mejorar.

Cuando daba clases para adultos, en la Universidad, encontró también personas mayores con experiencias distintas con dificultad para aprender y en muchas de ellas había desconfianza, frustración y resistencia al aprendizaje, mostrándose muchas veces negativas en su manera de ver el mundo – con poca creatividad, incomprensión y no aceptación del que la vida tiene a ofrecer de bueno y de malo, además de poca empatía e inhabilidad para aceptar los errores, sacar lecciones de ellos y seguir adelante.

Después, cuando cursó el máster, dedicándose a los estudios de la mujer y de la familia, le resurgió el gusto por la niñez. Al mismo tiempo, en esta época, había asumido clases de  Antropología de la Niñez en un curso de especialización en Homeopatía y, con eso, se concentró con más vigor a la temática infantil, buscando, más tarde, en España, una formación unida a la terapia floral y, de un modo particular y más profundo, con meta en la familia y en el desarrollo infantil.

Hoy por hoy, parte importante de su trabajo está direccionado por y para la niñez, a través de escritos diversos, en los círculos de conversaciones en escuelas, atendimiento floral, libros infantiles permeados por el cuidado socio ambiental y otros medios.

Dice Eugênia Pickina: “Considero el niño un sujeto del presente, un ser-en-el-mundo. Con los cambios de la sociedad, especialmente en las últimas décadas, respetadas las excepciones, la situación de la niñez empeoró mucho. Porque delante de las necesidades económicas y del papel que la mujer pasó a ejercer en el mercado de trabajo (lo que es justo), el niño empezó a ser dejado cada vez más tempano a las guarderías, jardines de infancia, sufriendo las consecuencias del destete precoz. Lucho, entonces, a mi manera, para que los padres ayuden a sus hijos a desarrollar sus potencialidades, buscando mostrarles que la atención a la niñez es esencial para el desarrollo emocional y cognitivo, para la formación del carácter del ser humano – aprender amor, alegría, bondad, espíritu comunitario, sentimientos humanistas, sensibilidad artística, entre otros”.

En este sentido es que se encajan los textos publicados en la sección Cinco-marías, para recordar que los padres necesitan informarse y quedarse al máximo con el niño, pues él necesita de momentos junto de ellos para crecer bien. La casa de la familia es el espacio ideal para el niño aprender a ser y a convivir. El cotidiano en la casa de los padres es la cosa más importante en la formación del niño. Quien tiene que cuidar de sus hijos pequeños y darles la debida atención, formará seres humanos que podrán mejorar el mundo.

A los padres, a aquellos que tienen hijos o quieren hijos, Federico Mayor Zaragoza hace oportuna advertencia que debe orientar el cuidado con los hijos, principalmente en la niñez: “La cuestión no es el mundo que vamos a dejar para nuestros hijos, pero los hijos que vamos a dejar para el mundo”.

 

(*) Licenciada en Derecho (UEL-PR), Especialista en Filosofía (UEL-PR), Maestra en Derecho Político y Económico (Mackenzie–SP), Terapeuta Floral (Madrid, España), escritora de libros infantiles. 

 

Traducción:
Elza Ferreira Navarro
mr.navarro@uol.com.br

 

 

     
     

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