La hormiguita perezosa
En un hormiguero muy antiguo vivía una hormiguita que,
por su desánimo y falta de actividad, recibió el nombre
de Perezosa.
Mientras sus compañeras salían en busca de alimento,
vigilaban las entradas y ayudaban a la reina en sus
múltiples servicios, garantizando así el bienestar de la
comunidad, Perezosa apenas bostezaba, dormía y dormía…
Una cosa había, sin embargo, que ella no perdía: ¡la
hora de las comidas! No salía a buscar alimento, pero a
la hora de comer era la primera en llegar.
El comportamiento de Perezosa ponía a la reina muy
triste. Varias veces la llamó y le aconsejó que cambiara
y se integrara a las tareas, pero ella solo suspiraba y
continuaba durmiendo.
Poco a poco, las compañeras de Perezosa se iban quedando
contrariadas:
- ¿Por qué solo nosotras trabajamos y ella descansa?
- ¡Eso no es justo!
- ¡Nosotras traemos de lejos el alimento y ella es la
primera en comer!
Y el comentario se fue esparciendo, y el descontento
crecía cada día que pasaba.
Las obreras, contrariadas, se relajaban en sus tareas.
Las recolectoras ya no traían alimentos; los guardias se
retiraron de sus puestos y los sirvientes de la reina se
rehusaban a asistir a su gabinete.
Así, desorganizado, el hormiguero, antes tan seguro y
cómodo, se volvió un punto fácil para los insectos
enemigos, que los invadían sin piedad y destruían varios
refugios, dejando vacío el depósito de alimentos.
Pocos días de paralización había sido suficientes para
establecer la confusión general. Asustada por el nivel
de dificultades que enfrentaban, la reina reunió a todas
las habitantes del hormiguero en el patio central y les
habló, en lágrimas:
- Mis queridas compañeras, ¡vean a qué hemos sido
reducidas por culpa de un mal ejemplo seguido! Sé que
ustedes quedaron insatisfechas con la actitud de
Perezosa, una compañera que no supo actuar
correctamente, ¡pero no podemos dejar que el desánimo de
una afecte el servicio del conjunto! ¡Nuestro hormiguero
era tan feliz y armonioso! ¿Por qué debemos dejar que se
quede así ahora, sin seguridad y alimento?
La reina hizo una breve pausa, durante el cual intentó
controlar las lágrimas.
Ninguna voz se oía en la conmovida asamblea, hasta que
la reina recomenzó:
- ¡Sin todas ustedes trabajando, yo no puedo hacer nada!
Y no pudo continuar más, de tanta emoción.
En ese momento y para su sorpresa, una voz llorosa se
alzó en el silencio y gritó:
- ¡Perdón, reina mía, por el mal ejemplo que di!
¡Confieso delante de todos mi error! ¡Ahora veo los
males que la pereza y el desánimo pueden causar!
Era Perezosa, la hormiguita dormilona, que ahora
impresionaba a todas con sus lamentos.
La reina, también emocionada, le habló:
- Querida hija mía, me alegro de tu arrepentimiento y me
complace saber que reconociste tu error, pero ¡ahora
necesitamos algo más que lágrimas! ¿No quieres ayudar tú
misma en la reconstrucción de aquello que tu mal ejemplo
destruyó?
Se escuchó, entonces, una respuesta temblorosa, pero
sincera:
- ¡Sí! ¡Trabajaré para ver todo en orden nuevamente!
Animadas y satisfechas con la transformación de
Perezosa, las otras compañeras pronto formaron grupos de
emergencia y pusieron manos a la obra. Perezosa, que de
perezosa ahora solo tenía el nombre, era la más activa
de todas. Trabajaba sin descanso em todos los sectores,
y tal fue su actividad que en pocos días las casas
estaban arregladas, el depósito de alimentos estaba
lleno y la guardia normal se había restablecido.
Para la reina, su alegría fue grande al ver el
hormiguero nuevamente en orden y todos sus habitantes
satisfechos, pero nada le agradó más que el cambio de la
hormiguita dormilona.
Esta, ahora, pasó a llamarse Trabajadora Feliz,
pues desde que se movió para garantizar el bienestar de
las demás con su trabajo, descubrió que eso le daba tal
alegría, ¡que todos los días de sueño y de descanso le
habían dado jamás!
Historia retirada del libro de la FEB, Módulo 1, Primer
Ciclo, colección 4.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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Desenhos
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Atividades
marcelapradacontato@gmail.com