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Transición planetaria: ¿para dónde iremos? |
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El asunto es frecuente en el medio espírita, pero pocos
saben cuáles son las implicaciones de estas
transformaciones para nosotros, espíritus afiliados a la
Tierra. ¿Será que seremos exiliados para otro orbe o
permaneceremos reencarnando en el planeta azul? ¿Qué
ocurrirá de hecho con nuestro mundo? ¿Cuándo la
transición planetaria ocurrirá?
Son muchos los cuestionamientos delante de este asunto
tan complejo, por eso, sin intentar buscar respuestas
definitivas, haremos breves reflexiones guiados por las
enseñanzas que los espíritus superiores nos han dejado
por medio de abnegados médiums, sembradores del bien.
Hace algún tiempo que los espíritus superiores nos
ayudan a descorrer el velo de la ignorancia que aún
cubre nuestros ojos en de este y de tantos otros asuntos
importantes que envuelven la coletividad.
De antemano, es fundamental comprender que somos
espíritus inmortales, milenarios, y que para evolucionar
necesitaremos atravesar varias experiencias físicas, en
diferentes cuerpos materiales y en otros mundos, a lo
largo de nuestra jornada evolutiva.
“En la casa de mi padre hay varias moradas; si no fuera
así, yo os lo habría dicho, pues voy a prepararos un
lugar.” (Juan 14:2)
Existen diferentes mundos en el universo que son, fueron
o pueden ser habitados por miles de espíritus,
respetando los diferentes niveles de evolución. Eso es
lo que llamamos como pluralidad de los mundos habitados,
uno de los pilares del Espiritismo.
La casa del Padre es el universo. Las diferentes moradas
son los mundos que circulan en el espacio infinito
[....]. Allan Kardec: El Evangelio según el Espiritismo,
cap. 3, ítem 2.
Cuando estacionamos y progresamos en diferentes orbes,
estamos ayudando en el desarrollo de otros espíritus y
también de esos planetas, que así como nosotros tienden
a evolucionar en sucesivas “transiciones planetarias”.
“Cuando, en un mundo, ellos alcanzan el grado de
adelantamiento que ese mundo comporta, pasan para otro
más adelantado, y así por delante, hasta que lleguen al
estado de puros Espíritus. Son otras tantas estaciones,
en cada una de las cuales se les deparan elementos de
progreso pertinentes al adelantamiento que ya
conquistaron.”Allan Kardec: El Evangelio según el
Espiritismo. Cap. 3, ítem 5.
Eso no significa que encontraremos vida extraterrestre
en otros planetas, por lo menos como imaginamos. Es
menester saber que no somos los únicos habitantes del
universo, sin embargo los cuerpos físicos no son
iguales. La constitución de la materia varia en
consonancia con la evolución espiritual, pues cuanto más
adelantado es el espíritu, más pequeña es la densidad de
la materia; además de eso, la constitución física y
química de los planetas puede influir en la formación de
los cuerpos; de esta manera, no podemos querer encontrar
extraterrestres como retratados en las películas de
Hollywood.
Clasificación o categoría de los mundos habitados
Allan Kardec nos presenta en su obra la siguiente
clasificación de los mundos en cuanto al grado de
evolución:
Mundos primitivos –
en que encarnan por primera vez las almas humanas.
Mundos de expiación y pruebas
- predominancia del mal; son lugares de exilio de los
espíritus rebeldes a la ley de Dios.
Mundos regeneradores –
en estos mundos no existen más expiaciones; son mundos
transitorios.
Mundos felices -
predominio del bien sobre el mal; no hay más pruebas y
expiaciones y los espíritus trabajan para el bien común.
Mundos celestes o divinos –
morada de los Espíritus purificados; en ellos sólo
existe el bien.
De entre las clasificaciones indicadas por Kardec, la
Tierra se encuentra en el estado de mundo de pruebas y
expiaciones, o sea, superó sólo el primero estadio que
es el de mundo primitivo. Somos un globo aún muy
atrasado principalmente en lo que atañe al progreso
moral. En este planeta aún hay el predominio del mal
sobre el bien, que tiende a ser revertido con la
evolución de los espíritus. La Tierra suministra exilio
a las almas que necesitan pasar por pruebas y
expiaciones, que son condiciones depuradoras para el
espíritu, sin embargo dolorosas.
Pero, ¿finalmente, que son pruebas y expiaciones? El
espíritu Emmanuel, a través de la psicografia de Chico
Xavier, en el libro “El Consolador”, define esos dos
conceptos:
“La prueba es la lucha que enseña al discípulo rebelde y
perezoso el camino del trabajo y de la edificación
espiritual. La expiación es la pena impuesta al
malhechor que comete un crimen.”
Las pruebas son, por lo tanto, oportunidades concedidas
por Dios para el desarrollo del espíritu, mientras que
la expiación es impuesta y busca a la reeducación del
espíritu delicuente. Debemos esclarecer que Dios no es
verdugo, sólo aplica ese recurso a los espíritus que aún
son como niños en desarrollo, incapaces de comprender lo
que sería más útil para su evolución. Ese mecanismo es
la prueba de la misericordia divina, que ofrece
condición de perfeccionamiento a todos a través de los
propios méritos.
En base de estas aclaraciones podemos comprender por qué
en la Tierra existen tantas maldades como guerras,
esclavitud, miseria y pobreza, enfermedades incurables,
epidemias, desastres naturales y diferentes formas de
desencarnaciones colectivas.
“Las miserias de este mundo son, pues, expiaciones por
su lado efectiva y material, y pruebas por sus
consecuencias morales. Cualquiera que sea el nombre que
se les de, el resultado debe ser el mismo: la mejoría.
En presencia de un objetivo tan importante, sería pueril
hacer una cuestión de principio de una cuestión de
palabra; eso probaría que se une más importancia a las
palabras que a la cosa.” (Revista Espírita, edición de
septiembre de 1863)
Transición planetaria
Como ya fue dicho, la Tierra se encuentra en la
categoría de mundo de pruebas y expiaciones
evolucionando para un mundo regenerador; por eso los
espíritus nos han alertado con cierta frecuencia para la
transición planetaria, pues para que el orbe evolucione
es necesario que sus habitantes también se desarrollen.
Existen una infinidad de planetas inferiores a la
Tierra, otros tantos que se encuentran en el mismo
estadio evolutivo y aún hay los mundos superiores que
aguardan por nosotros, como mencionó Jesús en su
predicación.
“La Tierra está clasificada en el mundo de pruebas y
expiaciones. Estuvo material y moralmente en un estado
inferior al que está hoy, y alcanzará bajo ese doble
aspecto un grado más avanzado. Ella alcanzó uno de sus
periodos de transformación, en que, de mundo expiatorio,
se hará mundo regenerador; entonces los hombres serán
felices, porque la ley de Dios en ella reinará”. (San
Agustín/Kardec, El Libro de los Espíritus, 1984, p. 57).
¿Pero cuándo la transición será efectiva?
La respuesta para esa pregunta no es tan objetiva como
nosotros nos gustaría que fuera, pues no existe una
fecha predeterminada para un evento de esa naturaleza.
Necesitamos considerar que las transformaciones son
graduales y continuas. Ellas tienden a ocurrir en la
misma velocidad del progreso de los espíritus que se
vinculan al planeta. Ciertamente, exactamente por esas
razones, un proceso de transición puede llevar algunos
milenios.
Se cree que nuestro planeta surgió hace 4,6 mil millones
de años y las primeras formas de vida hace 3,6 mil
millones de años. Observamos que entre el surgimiento
del globo y la aparición de los primeros habitantes
existe un intervalo de 1 mil millones de años. Los
primates semejantes al hombre surgieron sólo hay 13
millones de años. Para nosotros encarnados es un tiempo
considerable, sin embargo para la espiritualidad lo que
cuenta es el tiempo de la transformación moral. Tomando
por base esos ejemplos, podemos tener una vaga idea del
tiempo que los planetas tardan para evolucionar.
Los mentores de los planes superiores nos orientan que
en el transcurso de la reencarnación de miles de
espíritus extraviados, que tendrán sus últimas
oportunidades, experimentaremos en la Tierra un periodo
difícil, con el aumento de la criminalidad, de la
corrupción, en que la ética y la moral estarán
comprometidas. Llegaremos al fondo del pozo y sólo
entonces, después de esta fase conturbada, es que la
transformación irá de hecho a concretarse.
“Antes, sin embargo, de llegar ese momento, la
violencia, la sensualidad, la abyeción, los escándalos,
la corrupción alcanzarán niveles antes jamás pensados,
alcanzando el fondo del pozo, mientras las enfermedades
degenerativas, los trastornos bipolares de conducta, las
cardiopatias, los cánceres, las adicciones y los
desvarios sexuales clamarán por paz, por el retorno a la
ética, a la moral, al equilibrio. Frutos de las pasiones
de las criaturas que les sufrirán los efectos en forma
de destrucción liberadora,
lentamente surgirán los valores de la salud integral, de
la alegría sin mancha, de la armonía personal, de la
integración en el espíritu cósmico de la vida.” (Manoel
Philomeno de Miranda / Divaldo Franco; Transición
Planetaria)
¿Para dónde iremos cuando la Tierra complete la
transición?
Las noticias del plano espiritual nos dan cuenta de que
muchos espíritus están viviendo una última oportunidad
en el orbe terrestre, eso porque para el planeta realice
su transformación es necesario abrigar espíritus
compatibles con su grado de adelantamiento. Se habla en
agotamiento de las zonas umbralinas para que la Tierra
pueda cambiar su patrón vibratorio y así concretar el
cambio.
Con eso, se aumenta voluminosamente la fila de los miles
de espíritus que esperan por una oportunidad para
reencarnar. Aquellas almas que están en su último
estadio en este orbe y que aún no consiguieron reparar
sus débitos, deberán ser transferidas para otros mundos
que sean compatibles con su grado de adelantamiento, o
sea, podrán ser exiliadas de la Tierra.
Para que podamos comprender de manera más clara, vamos a
recurrir a una importante obra del Espiritismo
contemporáneo, de autoría del espíritu Emmanuel, dictada
al médium Chico Xavier, titulada A Camino de la Luz. En
ella, el autor hace un análisis histórico desde la
Génesis planetaria, hasta las perspectivas para nuestro
mundo, en consonancia con el Evangelio de Jesús.
El mentor de Chico narra que la Tierra, en determinada
fase de su evolución, recibió una falange de espíritus
oriundos de un planeta perteneciente al sistema de
Capela, una estrella localizada en la constelación
denominada Cabra o Cochero, el cual tendría
características semejantes con nuestro planeta azul.
Capela estaba en proceso de transformación, así como
acontece ahora en la Tierra, sin embargo aún abrigaba
espíritus rebeldes que impedían su desarrollo y el
avance de otras almas que ya habían conquistado un grado
de adelantamiento compatible con aquel planeta. Fue
entonces que las más altas autoridades espirituales que
dirigen nuestra galaxia, de entre ellas Jesús,
decidieron transferir aquellos espíritus para el planeta
Tierra, a fin de contribuir para el progreso de nuestro
globo y, a la vez, permitir la depuración de las almas
extranviadas de Capela que permanecían estacionadas en
su proceso evolutivo. Fue así que surgieron los pueblos
conocidos por el título general de raza adámica, que
fueron importantes para la formación de la civilización
terrena.
Los capelinos aquí llegados fueron divididos en cuatro
grandes pueblos: el grupo de los arios, la civilización
de Egipto, el pueblo de Israel y las castas de la India.
Los exiliados de Capela entonces vinieron para sumar con
las etnias de piel amarilla y negra que ya existían en
la Tierra, contribuyendo así para el proceso natural de
evolución del planeta. Evidentemente, muchos de ellos ya
volvieron a su sistema de origen, después de quitar sus
débitos morales y conquistar el merecimento del retorno.
Otros, sin embargo, aún rebeldes, permanecen entre los
habitantes de la Tierra y hay también los que se
aficionaron a nuestro planeta y aquí permanecieron por
voluntad propia, aún tras obtener el mérito de retornar
al sistema de origen. Algunos de esos últimos, fueron
contemporáneos a Cristo, en su visita a la Tierra, y
ayudan en la tarea de edificación del Cristianismo.
Así ocurrirá con muchos de nosotros, réprobos en
nuestras tareas terrenas. Podremos ser exiliados para
otro mundo de pruebas y expiaciones si aún lo
necesitáramos, o, si ya evolucionamos lo suficiente,
podremos quedar en la Tierra y disfrutar de un mundo de
regeneración.
¿Cómo contribuir para la transición planetaria?
Si estamos afiliados a un mundo en proceso de evolución,
eso significa que tenemos la oportunidad de
transformarnos también; finalmente, los espíritus son
los responsables por el progreso de los mundos, a través
de sus esfuerzos.
“A la vez que todos los seres vivos progresan
moralmente, progresan materialmente los mundos en que
ellos habitan.” (San Agustín/ Kardec, El Libro de los
Espíritus, 1984, p. 57).
Cabe a cada uno de nosotros iniciar el cambio que
queremos ver en el mundo. No es preciso realizar grandes
hechos o protagonizar cambios enormes; basta con que
sigamos la recomendación de Cristo y seamos portadores
del amor y de la paz. Siempre es posible hacer el bien a
través de gestos simples, sea con una sonrisa, con una
palabra amiga, prestando el hombro o los oídos, o sólo
silenciando delante de la ofensa de un desafecto.
Debemos construir un futuro mejor, a través de nuestro
presente, de la oportunidad que vivimos ahora. Seamos,
por lo tanto, los trabajadores de la última hora.
Referências:
1 – XAVIER, Francisco Cândido - A
caminho da luz: história da civilização à luz do
Espiritismo. Pelo Espírito Emmanuel, de 17 de agosto
a 21 de setembro de 1938. 33. ed. Rio de Janeiro: FEB,
2006.
2 - KARDEC, Allan – A Gênese – 17ª
edição – 1990 – LAKE – São Paulo – Brasil.
3 - FRANCO, Divaldo Pereira – Amanhecer
de uma Nova Era, - Pelo Espírito Manoel Philomeno de
Miranda – 2ª edição – 2016 – Livraria Espírita Alvorada
Editora – Salvador, Bahia – Brasil.
4 - XAVIER,
Francisco Cândido - O Consolador. Pelo
Espírito Emmanuel. 26. ed. Rio de Janeiro: FEB, 2006.
5 - KARDEC, Allan – O Evangelho
segundo o Espiritismo – Capítulo I – Instruções dos
Espíritos, e Capítulo III – Mundos Regeneradores – 3ª
edição – 1991 – FEESP – São Paulo, SP – Brasil.
6 - FRANCO, Divaldo Pereira – Transição
Planetária - pelo Espírito Manoel Philomeno de
Miranda – 2ª edição – 2010 – Livraria Espírita Editora –
Salvador, Bahia – Brasil.