Especial

por André Luiz Alves Jr.

Transición planetaria: ¿para dónde iremos?

El asunto es frecuente en el medio espírita, pero pocos saben cuáles son las implicaciones de estas transformaciones para nosotros, espíritus afiliados a la Tierra. ¿Será que seremos exiliados para otro orbe o permaneceremos reencarnando en el planeta azul? ¿Qué ocurrirá de hecho con nuestro mundo? ¿Cuándo la transición planetaria ocurrirá?

Son muchos los cuestionamientos delante de este asunto tan complejo, por eso, sin intentar buscar respuestas definitivas, haremos breves reflexiones guiados por las enseñanzas que los espíritus superiores nos han dejado por medio de abnegados médiums, sembradores del bien. Hace algún tiempo que los espíritus superiores nos ayudan a descorrer el velo de la ignorancia que aún cubre nuestros ojos en de este y de tantos otros asuntos importantes que envuelven la coletividad.

De antemano, es fundamental comprender que somos espíritus inmortales, milenarios, y que para evolucionar necesitaremos atravesar varias experiencias físicas, en diferentes cuerpos materiales y en otros mundos, a lo largo de nuestra jornada evolutiva.

“En la casa de mi padre hay varias moradas; si no fuera así, yo os lo habría dicho, pues voy a prepararos un lugar.” (Juan 14:2)

Existen diferentes mundos en el universo que son, fueron o pueden ser habitados por miles de espíritus, respetando los diferentes niveles de evolución. Eso es lo que llamamos como pluralidad de los mundos habitados, uno de los pilares del Espiritismo.

La casa del Padre es el universo. Las diferentes moradas son los mundos que circulan en el espacio infinito [....]. Allan Kardec: El Evangelio según el Espiritismo, cap. 3, ítem 2.

Cuando estacionamos y progresamos en diferentes orbes, estamos ayudando en el desarrollo de otros espíritus y también de esos planetas, que así como nosotros tienden a evolucionar en sucesivas “transiciones planetarias”.

“Cuando, en un mundo, ellos alcanzan el grado de adelantamiento que ese mundo comporta, pasan para otro más adelantado, y así por delante, hasta que lleguen al estado de puros Espíritus. Son otras tantas estaciones, en cada una de las cuales se les deparan elementos de progreso pertinentes al adelantamiento que ya conquistaron.”Allan Kardec: El Evangelio según el Espiritismo. Cap. 3, ítem 5.

Eso no significa que encontraremos vida extraterrestre en otros planetas, por lo menos como imaginamos. Es menester saber que no somos los únicos habitantes del universo, sin embargo los cuerpos físicos no son iguales. La constitución de la materia varia en consonancia con la evolución espiritual, pues cuanto más adelantado es el espíritu, más pequeña es la densidad de la materia; además de eso, la constitución física y química de los planetas puede influir en la formación de los cuerpos; de esta manera, no podemos querer encontrar extraterrestres como retratados en las películas de Hollywood.

Clasificación o categoría de los mundos habitados

Allan Kardec nos presenta en su obra la siguiente clasificación de los mundos en cuanto al grado de evolución:

Mundos primitivos – en que encarnan por primera vez las almas humanas.

Mundos de expiación y pruebas  - predominancia del mal; son lugares de exilio de los espíritus rebeldes a la ley de Dios.

Mundos regeneradores – en estos mundos no existen más expiaciones; son mundos transitorios.

Mundos felices - predominio del bien sobre el mal; no hay más pruebas y expiaciones y los espíritus trabajan para el bien común.

Mundos celestes o divinos – morada de los Espíritus purificados; en ellos sólo existe el bien.

De entre las clasificaciones indicadas por Kardec, la Tierra se encuentra en el estado de mundo de pruebas y expiaciones, o sea, superó sólo el primero estadio que es el de mundo primitivo. Somos un globo aún muy atrasado principalmente en lo que atañe al progreso moral. En este planeta aún hay el predominio del mal sobre el bien, que tiende a ser revertido con la evolución de los espíritus. La Tierra suministra exilio a las almas que necesitan pasar por pruebas y expiaciones, que son condiciones depuradoras para el espíritu, sin embargo dolorosas.

Pero, ¿finalmente, que son pruebas y expiaciones? El espíritu Emmanuel, a través de la psicografia de Chico Xavier, en el libro “El Consolador”, define esos dos conceptos:

“La prueba es la lucha que enseña al discípulo rebelde y perezoso el camino del trabajo y de la edificación espiritual. La expiación es la pena impuesta al malhechor que comete un crimen.”

Las pruebas son, por lo tanto, oportunidades concedidas por Dios para el desarrollo del espíritu, mientras que la expiación es impuesta y busca a la reeducación del espíritu delicuente. Debemos esclarecer que Dios no es verdugo, sólo aplica ese recurso a los espíritus que aún son como niños en desarrollo, incapaces de comprender lo que sería más útil para su evolución. Ese mecanismo es la prueba de la misericordia divina, que ofrece condición de perfeccionamiento a todos a través de los propios méritos.

En base de estas aclaraciones podemos comprender por qué en la Tierra existen tantas maldades como guerras, esclavitud, miseria y pobreza, enfermedades incurables, epidemias, desastres naturales y diferentes formas de desencarnaciones colectivas.

“Las miserias de este mundo son, pues, expiaciones por su lado efectiva y material, y pruebas por sus consecuencias morales. Cualquiera que sea el nombre que se les de, el resultado debe ser el mismo: la mejoría. En presencia de un objetivo tan importante, sería pueril hacer una cuestión de principio de una cuestión de palabra; eso probaría que se une más importancia a las palabras que a la cosa.” (Revista Espírita, edición de septiembre de 1863)

Transición planetaria

Como ya fue dicho, la Tierra se encuentra en la categoría de mundo de pruebas y expiaciones evolucionando para un mundo regenerador; por eso los espíritus nos han alertado con cierta frecuencia para la transición planetaria, pues para que el orbe evolucione es necesario que sus habitantes también se desarrollen.

Existen una infinidad de planetas inferiores a la Tierra, otros tantos que se encuentran en el mismo estadio evolutivo y aún hay los mundos superiores que aguardan por nosotros, como mencionó Jesús en su predicación.

“La Tierra está clasificada en el mundo de pruebas y expiaciones. Estuvo material y moralmente en un estado inferior al que está hoy, y alcanzará bajo ese doble aspecto un grado más avanzado. Ella alcanzó uno de sus periodos de transformación, en que, de mundo expiatorio, se hará mundo regenerador; entonces los hombres serán felices, porque la ley de Dios en ella reinará”. (San Agustín/Kardec, El Libro de los Espíritus, 1984, p. 57).

¿Pero cuándo la transición será efectiva?

La respuesta para esa pregunta no es tan objetiva como nosotros nos gustaría que fuera, pues no existe una fecha predeterminada para un evento de esa naturaleza. Necesitamos considerar que las transformaciones son graduales y continuas. Ellas tienden a ocurrir en la misma velocidad del progreso de los espíritus que se vinculan al planeta. Ciertamente, exactamente por esas razones, un proceso de transición puede llevar algunos milenios.

Se cree que nuestro planeta surgió hace 4,6 mil millones de años y las primeras formas de vida hace 3,6 mil millones de años. Observamos que entre el surgimiento del globo y la aparición de los primeros habitantes existe un intervalo de 1 mil millones de años. Los primates semejantes al hombre surgieron sólo hay 13 millones de años. Para nosotros encarnados es un tiempo considerable, sin embargo para la espiritualidad lo que cuenta es el tiempo de la transformación moral. Tomando por base esos ejemplos, podemos tener una vaga idea del tiempo que los planetas tardan para evolucionar.

Los mentores de los planes superiores nos orientan que en el transcurso de la reencarnación de miles de espíritus extraviados, que tendrán sus últimas oportunidades, experimentaremos en la Tierra un periodo difícil, con el aumento de la criminalidad, de la corrupción, en que la ética y la moral estarán comprometidas. Llegaremos al fondo del pozo y sólo entonces, después de esta fase conturbada, es que la transformación irá de hecho a concretarse.

“Antes, sin embargo, de llegar ese momento, la violencia, la sensualidad, la abyeción, los escándalos, la corrupción alcanzarán niveles antes jamás pensados, alcanzando el fondo del pozo, mientras las enfermedades degenerativas, los trastornos bipolares de conducta, las cardiopatias, los cánceres, las adicciones y los desvarios sexuales clamarán por paz, por el retorno a la ética, a la moral, al equilibrio. Frutos de las pasiones de las criaturas que les sufrirán los efectos en forma de destrucción liberadora, lentamente surgirán los valores de la salud integral, de la alegría sin mancha, de la armonía personal, de la integración en el espíritu cósmico de la vida.” (Manoel Philomeno de Miranda / Divaldo Franco; Transición Planetaria)

¿Para dónde iremos cuando la Tierra complete la transición?

Las noticias del plano espiritual nos dan cuenta de que muchos espíritus están viviendo una última oportunidad en el orbe terrestre, eso porque para el planeta realice su transformación es necesario abrigar espíritus compatibles con su grado de adelantamiento. Se habla en agotamiento de las zonas umbralinas para que la Tierra pueda cambiar su patrón vibratorio y así concretar el cambio.

Con eso, se aumenta voluminosamente la fila de los miles de espíritus que esperan por una oportunidad para reencarnar. Aquellas almas que están en su último estadio en este orbe y que aún no consiguieron reparar sus débitos, deberán ser transferidas para otros mundos que sean compatibles con su grado de adelantamiento, o sea, podrán ser exiliadas de la Tierra.

Para que podamos comprender de manera más clara, vamos a recurrir a una importante obra del Espiritismo contemporáneo, de autoría del espíritu Emmanuel, dictada al médium Chico Xavier, titulada A Camino de la Luz. En ella, el autor hace un análisis histórico desde la Génesis planetaria, hasta las perspectivas para nuestro mundo, en consonancia con el Evangelio de Jesús.

El mentor de Chico narra que la Tierra, en determinada fase de su evolución, recibió una falange de espíritus oriundos de un planeta perteneciente al sistema de Capela, una estrella localizada en la constelación denominada Cabra o Cochero, el cual tendría características semejantes con nuestro planeta azul. Capela estaba en proceso de transformación, así como acontece ahora en la Tierra, sin embargo aún abrigaba espíritus rebeldes que impedían su desarrollo y el avance de otras almas que ya habían conquistado un grado de adelantamiento compatible con aquel planeta. Fue entonces que las más altas autoridades espirituales que dirigen nuestra galaxia, de entre ellas Jesús, decidieron transferir aquellos espíritus para el planeta Tierra, a fin de contribuir para el progreso de nuestro globo y, a la vez, permitir la depuración de las almas extranviadas de Capela que permanecían estacionadas en su proceso evolutivo. Fue así que surgieron los pueblos conocidos por el título general de raza adámica, que fueron importantes para la formación de la civilización terrena.

Los capelinos aquí llegados fueron divididos en cuatro grandes pueblos: el grupo de los arios, la civilización de Egipto, el pueblo de Israel y las castas de la India. Los exiliados de Capela entonces vinieron para sumar con las etnias de piel amarilla y negra que ya existían en la Tierra, contribuyendo así para el proceso natural de evolución del planeta. Evidentemente, muchos de ellos ya volvieron a su sistema de origen, después de quitar sus débitos morales y conquistar el merecimento del retorno. Otros, sin embargo, aún rebeldes, permanecen entre los habitantes de la Tierra y hay también los que se aficionaron a nuestro planeta y aquí permanecieron por voluntad propia, aún tras obtener el mérito de retornar al sistema de origen. Algunos de esos últimos, fueron contemporáneos a Cristo, en su visita a la Tierra, y ayudan en la tarea de edificación del Cristianismo.

Así ocurrirá con muchos de nosotros, réprobos en nuestras tareas terrenas. Podremos ser exiliados para otro mundo de pruebas y expiaciones si aún lo necesitáramos, o, si ya evolucionamos lo suficiente, podremos quedar en la Tierra y disfrutar de un mundo de regeneración.

¿Cómo contribuir para la transición planetaria?

Si estamos afiliados a un mundo en proceso de evolución, eso significa que tenemos la oportunidad de transformarnos también; finalmente, los espíritus son los responsables por el progreso de los mundos, a través de sus esfuerzos.

“A la vez que todos los seres vivos progresan moralmente, progresan materialmente los mundos en que ellos habitan.” (San Agustín/ Kardec, El Libro de los Espíritus, 1984, p. 57).

Cabe a cada uno de nosotros iniciar el cambio que queremos ver en el mundo. No es preciso realizar grandes hechos o protagonizar cambios enormes; basta con que sigamos la recomendación de Cristo y seamos portadores del amor y de la paz. Siempre es posible hacer el bien a través de gestos simples, sea con una sonrisa, con una palabra amiga, prestando el hombro o los oídos, o sólo silenciando delante de la ofensa de un desafecto. Debemos construir un futuro mejor, a través de nuestro presente, de la oportunidad que vivimos ahora. Seamos, por lo tanto, los trabajadores de la última hora.

 

Referências:

1 – XAVIER, Francisco Cândido - A caminho da luz: história da civilização à luz do Espiritismo. Pelo Espírito Emmanuel, de 17 de agosto a 21 de setembro de 1938. 33. ed. Rio de Janeiro: FEB, 2006.

2 - KARDEC, Allan – A Gênese – 17ª edição – 1990 – LAKE – São Paulo – Brasil.

3 - FRANCO, Divaldo Pereira – Amanhecer de uma Nova Era, - Pelo Espírito Manoel Philomeno de Miranda – 2ª edição – 2016 – Livraria Espírita Alvorada Editora – Salvador, Bahia – Brasil.

4 - XAVIER, Francisco Cândido O Consolador. Pelo Espírito Emmanuel. 26. ed. Rio de Janeiro: FEB, 2006.

5 - KARDEC, Allan – O Evangelho segundo o Espiritismo – Capítulo I – Instruções dos Espíritos, e Capítulo III – Mundos Regeneradores – 3ª edição – 1991 – FEESP – São Paulo, SP – Brasil.

6 - FRANCO, Divaldo Pereira – Transição Planetária - pelo Espírito Manoel Philomeno de Miranda – 2ª edição – 2010 – Livraria Espírita Editora – Salvador, Bahia – Brasil.

                  
Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita