Tema: Envidia, comparación
El del otro es mejor
Érase una vez un Buitre que andaba muy triste. Solía ser
alegre y relajado, pero comenzó a observar al Gavilán y
a admirarlo. Pasó,
entonces, a sentirse muy inferior.
Un día, ellos se encontraron y el Gallinazo dijo:
- ¡Tú vuelas muy bien! ¡Eres un gran cazador! Debes ser
muy feliz.
- No tanto, respondió el Gavilán. Todos los días, tengo
que cazar, si no paso hambre. Solo mira al Gallo, que
vive allá abajo. ¡Ni siquiera necesita volar! Tiene una
vida tranquila, es muy colorido y está bien alimentado.
¡Se levanta muy temprano, dispuesto, y canta de alegría!
¡Él es el que es feliz!
El Gallo, por su parte, avistaba de vez en cuando al
Gavilán, volando allá en lo alto, ¡y se asustaba! Daba
la alerta a la Gallina para que proteja a sus hijitos
los Pollitos. Y pensaba:
- ¡Cuánta preocupación! Me gustaría distraerme un poco
como mi amigo Pato. Como yo, el tampoco vuela, pero, en
compensación, ¡sabe nadar muy bien! Se desliza con
alegría sobre el agua. Si yo pudiera nadar así, sería
también feliz.
El Pato, allá en la laguna, miraba al Pavo Real, que
vivía en la misma hacienda. Quería ser como él. Pensaba
que el Pavo Real era el animal más lindo del mundo y
decía:
- ¡Qué colores! ¡Qué cola tan larga! ¡Cuánta imponencia!
Nadie debe ser más feliz que él.
Mientras tanto, el Pavo Real no pensaba así. Sus plumas
eran arrancadas de tiempo en tiempo para hacer adornos. Se
sentía explotado por ser bonito. Andaba
lento, pesadamente, arrastrando sus plumas largas.
Cuando veía al Gallinazo, se decía a sí mismo:
- ¡Qué libre es! ¡Como
sim nada, vuela tan alto! Nadie lo molesta, queriendo
cogerlo o queriendo arrancarle las plumas. ¡Quisiera
ser feliz como el Gallinazo!
Era una pena que los pájaros no se dieran cuenta de sus
cualidades. ¡Cada uno era tan maravilloso y tan
especial! Eran diferentes y era así mismo como debía
ser, pues cada uno tenía un papel que cumplir en la
Naturaleza conforme los designios de Dios. Pero
todos estaban infelices...
Entonces, un día, la Divina Providencia hizo “por
coincidencia” que los cinco se encontraran cerca de la
laguna de la hacienda.
Y después de una buena y larga conversación, cada uno de
ellos descubrió cualidades que no sabían que tenían.
Comprendieron también que sus amigos, que tanto
admiraban, tenían también sus dificultades.
Cuando la conversación acabó, la situación estaba
resuelta.
Nada había cambiado en sus vidas, excepto por una cosa -
¡todos se dieron cuenta de cuán felices eran!
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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