Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

Tema: Reencarnación


El ciclo de la vida


- Celina, ¿me ayudas a lavar los platos, hija? – llamó Doña Mara.

- ¡Ay, mamá! ¿No puedes llamar a André? – respondió la niña, reacia.

- Tu hermano ya me ayudó hoy con otras tareas. Vamos a lavar juntas que terminaremos rapidito. ¡Yo enjabono y tu enjuagas! – propuso la mamá.

La niña fue. Y las dos allí muy juntas, haciendo el trabajo, comenzaron a conversar.

- ¿Como te fue hoy en el colegio? – preguntó Doña Mara.

- Todo bien – respondió Celina brevemente, ya que no tenía nada especial que comentar.

Celina abrió la llave para comenzar a enjuagar y, viendo el agua caer, se acordó de algo interesante:

- Nosotros estamos aprendiendo una cosa muy interesante.

- ¿Ah, sí? ¿Qué? – incentivó Doña Mara.

Celina contó:

- Estamos aprendiendo sobre el ciclo del agua. La profesora explicó que el agua se evapora y va hacia el cielo. Cuando se junta mucho vapor de agua allá, esta cae en forma de lluvia, o de nieve si hace mucho frío.

Y puede caer en la tierra, en un lago, en un río, en el mar, en una plantación, ¡en cualquier lugar! Después un día, por el calor del sol o por el viento, se evapora de nuevo y sube una vez más al cielo completando el ciclo.

- Sí es interesante – comento la mamá. – Esas gotitas que están ahora en tu mano, enjuagando nuestros platos, ya deben haber pasado muchas veces por ese ciclo y estado en muchos otros lugares.

- ¡Exacto! – asintió Celina. Y cambiando la fisonomía, por el recuerdo que le vino a la mente, dijo casi molesta mirando las gotas que caían:

- ¡Espero que no hayan sido ustedes quienes me quisieron ahogar, ayer, en la piscina! Me entró agua en la nariz. Fue muy malo, ¿oyeron?

Doña Mara se rió, hallando divertido el gesto de su hija reprendiendo a las gotas, y habló:

- No te molestes con ellas, Celi. Puede que también hayan sido ellas quienes te estaban ayudando a aprender a nadar. Y continuó: - El agua también es muy buena cuando mata la sed de las personas, de los animales, de las plantas, cuando refresca del calor, cuando limpia las cosas…

- ¡Sí! Pero también pueden dejar a alguien resfriado si se queda todo mojado, en el frío. Y puede entrar en las casas de las personas en las inundaciones y llevar basura, como se mostró en la TV.

Y, nuevamente dirigiéndose a las gotas de agua, Celina continuó:

- Por eso, amiguitas, por donde ustedes vayan, cuando caigan de nuevo con la lluvia, aquí abajo, sean siempre buenas, ¿está bien? No lleven basura ni enfermedades a nadie. ¡Hay tantas cosas buenas que pueden hacer! Y nada de entrar en las narices de las personas, ¡mucho menos en la mía!

Doña Mara se rió de nuevo y cambió de tema:

- Hija, ¿sabías que lo que aprendiste sobre el ciclo del agua es muy parecido, en algunos puntos, a lo que yo también estoy aprendiendo en mi curso de Espiritismo en el Centro Espírita? Nuestro instructor nos explicó que nosotros no somos solo nuestro cuerpo. Cada uno de nosotros es un espíritu, que se unió a un cuerpo cuando éste todavía se estaba formando. Cuando el cuerpo muere, el espíritu no muere, solo deja la vida aquí en la Tierra y va al mundo espiritual. .

- Pero ¿qué tiene que ver el espíritu con el agua? No estoy entendiendo – preguntó la niña.

La mamá retomó:

- Calma, te voy a explicar. El espíritu, que llegó al Plano Espiritual, puede volver a la vida, en la Tierra, uniéndose a otro cuerpo que esté comenzando a formarse dentro de la barriga de una mujer. De ahí renace, como un bebito, con otro nombre y con otro cuerpo, pero es el mismo espíritu que ya había vivido antes. Ese proceso de renacer se llama Reencarnación, y es uno de los puntos principales de la Doctrina Espírita, que nosotros estamos estudiando.

Celina, que era muy despierta, con esa explicación, pronto entendió la semejanza de la cual la mamá hablaba y la interrumpió completando:

- ¡Ah! ¡Ahora entendí! Las gotitas siempre vuelven al cielo por la evaporación y los espíritus siempre vuelven al mundo espiritual, cuando su cuerpo muere. El agua vuelve a la Tierra cuando llueve y los espíritus vuelve a la Tierra cuando se unen a otro cuerpo. Entonces los espíritus también tienen un ciclo. ¿Verdad, mamá?

- ¡Exacto, querida! El ciclo del espíritu es así. Nace en la Tierra, vive, deja el cuerpo que muere, va al Plano Espiritual, reencarna, nace, vive, vuelve de nuevo a la vida espiritual, y así sigue.

Doña Mara continuó explicando:

- Las gotitas caen cada vez en un lugar, que puede ser muy diferente al que ella había caído antes, ¿verdad? Los espíritus también pueden reencarnar en lugares diferentes y en cuerpos muy diferentes a los que ya habían estado. Además, así como tú le pediste a las gotas que siempre hagan el bien, Dios también le pide a la gente siempre haga cosas buenas, en todas las situaciones de nuestra vida, y que intente no ser nunca motivo de tristeza para nadie. Así, cuando la gente regresa al mundo espiritual, habremos tenido un buen paso por la Tierra y aprovechado bien la encarnación.

- ¡Así es, mamá! Hay cosas muy parecidas en el ciclo del agua y en el ciclo del espíritu – asintió la hija.

Pero la mamá, pensativa, consideró:

- Bueno, pero existen unas diferencias también. El agua siempre es la misma, pues es una sustancia material. Los espíritus no son materia, entonces ellos van siempre modificándose para mejor. Nuestra reencarnación no sucede por casualidad, en cualquier lugar o en cualquier cuerpo. Está planeada, para que tengamos experiencias que nos ayuden a aprender, desarrollar virtudes y evolucionar. Si fuéramos a compararnos con el agua, es como si cada ciclo nos dejara más limpios, un agua más depurada.

Lavando juntas los platos, la tarea no demoró mucho en hacerse y, dándose cuenta de que la conversación también iba terminando, Celina concluyó:

- ¡Que bueno, me gustó saber! Entonces pienso que ya soy como una “gota-pura-reencarnante” – dijo Celina alegremente:

La mamá sonrió y bromeó:

- ¿Ya estás pura? ¡Qué bueno! ¡¿Entonces ya sabes todo lo que existe y también solo haces el bien?!

- Ya estoy pura y evolucionada para algunas cosas – respondió la niña, siguiendo el juego – pero si André llega a ensuciar más platos, yo no garantizo nada.

- Entonces, es mejor que vayas a jugar pronto - dijo la mamá sonriendo – porque parece que hasta los platos tienen un ciclo, ¡y vuelve a comenzar rapidito!



Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com
 

 


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