Especial

por Leonardo Marmo Moreira

Las obras de Emmanuel no son “iglesiadas” y ni de autoayuda! (Parte 1)

Introducción – La pregunta 625 de El Libro de los Espíritus establece que “Jesús es el Espíritu más perfecto que Dios ofreció al hombre para servir de modelo y de guía”. Esta pregunta está incluída en la tercera parte de LE, la cual trata de las “Leyes Morales”. La obra El Evangelio según el Espiritismodesarrolla justamente la discusión concerniente a esa tercera parte de LE, denotando que el estudio del Evangelio de Jesús, en la visión de Allan Kardec, y de la Falange del Espíritu de Verdad que lo orientó, consiste en una directriz de seguridad para el profundizar en el entendimiento de las “Leyes Morales”. Eso ocurre pues las “Leyes Morales” constituyen una importante parte de las Leyes Generales de la Creación, así como las leyes que rigen la materia, las cuales son estudiadas por la física, por la química etc.

Vale registrar que, más allá de la presencia inicial en LE y de la constitución central del tema del tercer libro fundamental de la obra de Allan Kardec, que es ESE, Jesús y el Evangelio son discutidos en buena parte de la última obra fundamental publicada por Kardec, La Génesis, los milagros y las predicciones según el Espiritismo, la cual fue publicada en primera edición en 1868, aproximadamente un año antes de la desencarnación de Allan Kardec. Eso sin hablar en de la obra El Cielo y el Infierno, la cual contempla, indirectamente, tópicos al respecto de nuestro destino espiritual más allá de la tumba, lo que no deja de tener relación con varias enseñanzas registradas en los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan y de las obras LE (incluyendo la tercera parte), ESE y LG.

Sobre esa correlación, es interesante recordar que en el capítulo primero de El Evangelio según el Espiritismo, denominado “No vine a destruir la Ley”, Kardec correlaciona las denominadas “tres revelaciones”: Moisés, Jesús y el Espiritismo. El Maestro de Lyon destaca el sentido de secuencia pedagógica en el aprendizaje del conocimiento espiritual. Discusión semejante es también la desarrollada en el capítulo primero de LG, caracterizando el Espiritismo como una Revelación de aspecto doble, esto es, una Revelación al mismo tiempo Humana y Divina, y secuencial en relación a las contribuciones previas de Moisés y Jesús. Además, en la Revista Espírita (RE), hay un ítem en el cual Allan Kardec caracteriza al Apóstol Pablo, importante referencia para el pensamiento emmanuelino, como precursor del Espiritismo (“San Pablo, Precursor del Espiritismo” en la edición de Diciembre de 1863).

De hecho, es inseparable doctrinariamente la correlación entre el legado de Jesús, a través de su Evangelio, y el Espiritismo. Sólo podríamos admitir la supuesta separación si rechazáramos, de forma drástica, gran parte de las obras de Allan Kardec, lo que es inconcebible para todo Espírita consciente. La obra de Allan Kardec es un todo muy bien construido, en el cual las partes constituyentes se corroboran y auxilian mutuamente a formar un conjunto conceptual extremadamente coherente y auto consciente.

La comprensión del triple aspecto del Espiritismo precisa ser más bien enfatizada en nuestros acampamientos para que ese bloque de ideas científico-filosófico-religiosos sean más bien asimilado en sus principios inter-relacionados y también en lo que dice respecto a sus diversas implicaciones doctrinarias.

Dentro de ese contexto, una de las dudas que surgen en muchos compañeros, la cual está muy en boga actualmente en las discusiones de grupos y fóruns espíritas, es la siguiente: ¿Qué papel y qué valor tienen las obras del Espíritu Emmanuel dentro del contexto doctrinario? El presente artículo discute algunos ángulos de ese tema tan debatido actualmente en el Movimiento Espírita Brasileño (MEB).

La propuesta de Emmanuel

Así como Manoel Philomeno de Miranda (MPM) deja claro en uno de sus libros obtenido por la mediumnidad de Divaldo franco que su propósito, con sus obras sobre el mundo espiritual y los procesos de obsesión/desobsesión, es desarrollar uno de los filones rotulados inicialmente por Allan Kardec en la segunda parte de la obra El Cielo y el Infierno o la Justicia Divina según el Espiritismo, Emmanuel busca contribuir con el entendimiento espírita al respecto de las Leyes Morales y del Evangelio de Jesús. Esa temática doctrinaria, a semejanza de lo que ocurre con los estudios de MPM, fue también iniciada magistralmente por el Maestro de Lyon, en ese caso com distinción de dos libros: El Libro de los Espíritus y más notadamente en El Evangelio según el Espiritismo.

Si rechazamos ese contenido en sí, considerando que lo mismo no sería propiamente doctrinario, tendríamos que rechazar igualmente varios otros autores espiritistas, altamente respetados en el Movimiento Espírita (ME), en la totalidad de sus obras o por lo menos parcialmente, tales como: Cairbar Schutel (autor de “Parábolas y Enseñanzas de Jesús”; “El Espíritu del Cristianismo”; “Vida y Actos de los Apostoles” y “Interpretación sintética del Apocalipsis”, entre otros); Pablo Alves Godoy (autor de “Las Maravillosas Parábolas de Jesús”, entre varias otras obras sobre pasajes del Evangelio); Therezinha Oliveira (autora de Parábolas que Jesús contó y valió para siempre”, entre otros);  Herculano Pires (“Revisión del Cristianismo y Espiritismo”, entre otros); Leon Denis (“Cristianismo y Espiritismo”, entre otros); Rodolfo Calligaris (Parábolas Evangélicas a la luz de la Doctrina Espírita) etc.

Lo que Emmanuel escribió y cómo Emmanuel es leído

Emmanuel desarrolla uno de los ángulos doctrinarios desbrozados por la obra de Kardec, desde LE (primera edición em 1857) y con especial distinción para el ESSE (primera edición em 1864) y denota tener por objetivo, a través del profundización de las discusiones de los pasajes e imágenes del Evangelio a la luz de la Doctrina Espírita, traer un conocimiento de la Verdad y una sincera búsqueda de transformación moral, aplicando el binômio Evangelio-Doctrina Espírita-Reforma Íntima constituye, indiscutiblemente, tema central en cualquier abordaje de valor a la luz del Espiritismo.

La tendencia a discursos superficiales de autoayuda viene creciendo en los centros espíritas, por parte de compañeros que no demuestran poseer una formación sólida tratandose de las obras fundamentales del Espiritismo, y, muchas veces, ni del Evangelio. Es evidente que el pensamiento optimista y la autoayuda, de una forma general, forman parte del contexto del aprendizaje espírita, más de forma alguna el conocimiento del Espiritismo es restringido a la autoayuda, que, puede, inclusive, ni ser espiritualista, y menos espiritista.

Muchos leen a Emmanuel como libros de autoayuda apenas, o meramente como lectura introductória para reuniones espíritas, sin un mínimo análisis crítico, de una forma que podríamos caracterizar como “igleseira” o, en lo mínimo, protocolaria. No queremos afirmar que la lectura de los mensajes de Emmanuel sea inadecuada como texto de preparación para las reuniones públicas de los centros espíritas. Consideramos tal iniciativa positiva en la preparación inicial de nuestras reuniones. Sólo estamos resaltando que las obras de Emmanuel no deberían quedar reducidas sólo a esa función, debido a la cualidad elevada de su contenido.

De cualquier manera, no podemos atribuir a Emmanuel la manera equivocada con la cual frecuentemente sus textos son leídos o aprovechados en nuestro movimiento espírita (ME). Emmanuel es responsable por el contenido de su obra y nosotros somos responsables por las estratégias y por la seriedad del estudio que aplicamos o no a ese estudio así como por la asimilación intelectual y por la vivencia práctica del mismo en el día a día. Ese raciocinio vale igual para los textos de Allan Kardec y de cualquier otro autor espírita. En otras palabras, ni Kardec, ni Emmanuel, ni cualquier outro autor espírita puede ser responsabilizado por las interpretaciones limitadas y/o equivocadas que, eventualmente, se puede hacer de sus respectivas obras.

Como es sabido, no siempre el Movimiento Espírita consigue representar, de forma coherente, el contenido espiritista. Vale recobrar la famosa frase de Leon Denis en su obra “En lo Invisible” (NI): “El Espiritismo será aquello que los hombres hicieran de el”. Obviamente, Denis, al utilizar el término “Espiritismo”, se refiere, en ese contexto, al Movimiento Espírita, y no a la Doctrina Espírita propiamente dicha.

Considerar la obra de Emmanuel apenas autoayuda superficial o meramente mensaje de preparación de un ambiente psíquico para oraciones, sin estudio, sin reflexión sobre el contenido y sin meditación sobre sus implicaciones morales y doctrinarias consiste en menospreciar el valor del Evangelio dentro del contexto del Espiritismo. Y, además, sería una especie de repetición de hábitos religiosos de denominaciones religiosas tradicionales, las cuales leen textos evangélicos de forma, por regla, meramente formal, con comentarios explicativos mínimos o inclusive inexistentes sobre los mismos. Más ese fallo, reiteramos, tiene que ser atribuído a la parcela de los Estudiantes del texto emmanuelino que obran de esa forma y no al próprio autor espiritual Emmanuel. 

Es curioso que estudiosos serios y comprometidos con el Evangelio de Jesús no consigan entrever el valor evangélico-doctrinario de libros como “Fuente Viva”; “Camino, Verdad y Vida”; “Pan Nuestro”; “Viña de Luz”; “Palabras de Vida Eterna”; “Cofre de Luz”; “Siega de Luz” etc. Es posible, para no decir probable, que, después de los estudios evangélicos a la luz de la Doctrina Espírita elaborados en la obra de Allan Kardec, los estudios de Emmanuel constituyen los contenidos más consistentes y amplios, cualitativa y cuantitativamente, de análisis sobre los textos de Jesús de Nazaret y sus Apóstoles y discípulos de que disponemos en el Movimiento Espírita. Tal vez, una alternativa aceptable de estudio del Evangelio a la luz de la Doctrina Espírita sería estudiar los textos sobre el Evangelio de Kardec como obra principal, como el apoyo de las obras de Emmanuel como obra subsidiaria.

Sobre los pasajes obscuros de los textos emmanuelino

En primer lugar, ningún autor espírita detenta el sello de “infabilidad”. La postura de atribuir un carácter infalible a cualquier autores corresponde a un fanatismo religioso inadmisible dentro de la propuesta espírita. Luego, todos pueden errar, y todos los autores deben ser sometidos al más riguroso análisis crítico, para que la lógica del pensamiento espírita ofrezca crecimiento doctrinario a los estudiosos del Espiritismo. Eso vale para todos, sin excepción.

En lo que se refiere específicamente a Emmanuel, muchos alegan que la resistencia al referido autor es debida a fallos doctrinarios o a determinadas “marcas” de un supuesto catolicismo del Benefactor Espiritual.

Ese argumento parece débil o por lo menos superdimensionado.

Analicemos, primeramente, la cuestión concerniente a eventuales fallos doctrinarios.

En la obra emmanuelina hay, realmente, pasajes extraños y/o obscuros. Todavia, ellos no son exclusividad de este autor espiritual. Y es evidente que, en el caso de Emmanuel, el saldo es inmensamente positivo, pues su legado de buenos textos es inmensamente superior al número de sus escritos que pueden ser considerados cuestionables del punto de vista doctrinario.

Sería el caso de preguntarse: ¿qué autor espírita que pasó totalmente incólume a eventuales errores, o, en lo mínimo, a pasajes considerados cuestionables del punto de vista doctrinario?

Muchos conceptuados autores espíritas también tienen textos, en lo mínimo, muy cuestionables. Al final, no admitimos, resaltando nuevamente, como algo admisible del punto de vista espiritista el mito de la infabilidad para ningún texto existente actualmente en la Superficie terrestre.

Veamos algunos ejemplos de autores espíritas respetables que no siempre publicaron y/o tuvieron actitudes irrepensibles del punto de vista espírita.

Leon Denis publicó al final de su vida física “El Génio y el Mundo Invisible”, que es un libro que presenta pasajes muy cuestionables, del punto de vista espírita. De hecho, Denis rechaza la contribución espiritual de la ascendencia latina del pueblo francés y exalta la ascendencia celta de Francia de  forma muy extraña. Evidentemente, la formación cultural de un pueblo consiste en una influencia  en sus valores y en su manera de proceder. Pero, principalmente, cuando la discusión se refiere a una ascendencia antiquísima, como es el caso, el estudio queda muy flojo a la luz del conocimiento reencarnacionista, sobre todo dentro de la óptica espírita. Es importante resaltar que se trata de una obra publicada por uno de los principales, junto con Gabriel Delanne, sucesores de Alan Kardec. Realmente, si consideramos la reencarnación, constatamos, cómo Jesús explicó a Nicodemos, que “lo que es nacido de la carne es carne, y lo que es nacido del Espíritu es Espíritu” y que “ El Espíritu sopla donde quiere, pero no sabemos donde, y ni de dónde viene ni para dónde va...”. Luego, es bien cuestionable tal énfasi empleado por el respetable trabajador espírita.

Leon Denis también defiende en su aclamada obra “El Problema del Ser, del Destino y del Dolor”, la polémica y muy cuestionable idea de que Jesús habría sido la reencarnación de Khrisna. No aceptamos esta conjetura como verdadera, lo que es un rechazo común a muchos compañeros. El hecho es que tal posicionamiento, así como la cuestionable obra “El Génio Céltico y el mundo invisible”, no hicieron que el ME perdiese el respeto, la gratitud y la divulgación de las obras de gran valor de Léon Denis.

Hermínio C. Miranda, erudito autor espírita, con varias obras de relevancia en el contexto espírita, escribió diversos libros altamente especulativos con relación a supuestas reencarnaciones de figuras en su mayoría famosas, de la historia universal. Los subsídios que ofrecieron las bases para las respectivas tesis son meras hipótesis con pocas e inconcluyentes “evidencias” ( presuntas evidencias, las cuales, en su mayoría, no resisten al menor análisis). Son diversas las obras que contemplan tales conjeturas, tales como “Las Marcas del Cristo I y II”, “Yo soy Camille Desmoulins” (en conjunto con Luciano dos Anjos); “De Kennedy al Hombre Artificial” ( en conjunto com Luciano dos Anjos); “Las Vidas de Fénelon”; “Los señores del Mundo”. A pesar de eso, Hermínio continúa siendo un autor respetado y tenido en alta cuenta en el medio espírita.

(Este artículo será concluido en la próxima edición de esta revista.)

                  
Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita