Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 
Tema: Educación y Gentileza


Palabras mágicas


Cintia estaba pasando unos días en casa de su tía Ana. Ellas se llevaban muy bien, sentían mucho cariño la una por la otra. Pero como vivían en ciudades diferentes, en las vacaciones Cintia podía viajar y matar la nostalgia.

Tía Ana llevó a Cinta a varios lugares. Pasearon e hicieron juntas las tareas del día a día.

Sin embargo, después de unos días, tía Ana comenzó a preocuparse por Cintia. Ella era una buena niña, pero no usaba bien las palabras, o peor, no usaba algunas palabras, incluso cuando eran necesarias.

Cuando fueron a una tienda a comprar zapatos, Cintia, en vez de pedir con delicadeza la ayuda que necesitaba, más parecía que daba órdenes a la vendedora. Acabaron saliendo de ahí sin comprar lo que pretendían.

Se detuvieron a comer un helado y la Tía Ana pidió:

- Por favor, dos helados de chocolate.

Cintia recibió el helado, no dijo nada y se fue a sentar. Después, mientras la Tía pagaba, se levantó, fue hasta el mostrador y dijo:

- ¡Quiero otra cucharita!

La Tía Ana se dio cuenta, entonces, que su cucharita se había caído al piso. Observó también que la señorita que atendía en el mostrador le dio la cuchara a Cintia con cara molesta, sin decir nada. Se extrañó, pues sabía que la señorita acostumbraba a ser gentil con los niños, siempre atendiendo con una sonrisa.

Otro día, la Tía Ana presentó su sobrina a algunas niñas vecinas. Ellas jugaban juntas por un tiempo, pero la amistad no duró mucho. Dos niñas que fueron invitadas a jugar al día siguiente no volvieron y tampoco llamaron más a Cintia para jugar. La niña se quedó muy molesta, pues le había agradado mucho sus nuevas amiguitas.

La Tía Ana, que había estado observando el comportamiento de su sobrina, pronto sospechó cuál era el problema y decidió tener una conversación con la niña.

- Cintia, querida mía, ¿has oído decir que existen algunas “palabras mágicas”?

- ¡Sí, tía! Conozco de algunos libros.

- ¿De verdad? ¿Y cuáles son esas?

- Bien... ¡Tengo un libro que enseña a hacer trucos mágicos y la palabra mágica es “abracadabra”! Conozco también la historia de Ali Babá y los Cuarenta Ladrones. Ellos decían “¡ábrete, Sésamo!” para abrir la entrada de su escondite.  

La Tía sonrió y explicó.

- Pues sí, querida, pero no es sobre esas palabras de las historias que yo quería hablar contigo. Es sobre las que la gente usa en la vida real, en nuestro día a día. Parecen palabras comunes, pero tienen un efecto fuerte y positivo cuando la gente las pronuncia. Por eso son llamadas “palabras mágicas”.

Y comenzando así la conversación, la Tía Ana pasó a hablar sobre las palabras que usamos para pedir, agradecer, saludar, y así en adelante… Cintia prestó mucha atención. Ella conocía las palabras “por favor”, “gracias”, “con permiso”, “buenos días” y otras, pero se olvidaba de usarlas. ¡No se daba cuenta que eran tan importantes!

La Tía Ana explicó que las personas se sienten respetadas, bien tratadas, cuando los otros usan con ellas esas palabras gentiles. Y así, sienten ganas de retribuir con gentileza y atención también. La Tía Ana también dio algunos ejemplos de las situaciones que ella había presenciado y como la niña podría haber hablado con las personas. Y continuó:

- Cintia, nuestra religión espírita nos enseña que existe una Ley de Dios que se llama Ley de Causa y Efecto. Según esa Ley, lo que nosotros hacemos vuelve a nosotros. Así, si nosotros tratamos bien a las personas con gentileza y respeto, recibiremos de vuelta gentileza y respeto. Así es mucho más fácil convivir, ¿verdad?

La niña sonrió y estuvo de acuerdo.

La Tía Ana ya estaba contenta, segura de que Cintia había comprendido lo que ella quería enseñarle. Pero se quedó todavía más cuando Cintia se levantó, la abrazó y dijo:

- ¡Gracias, Tía!



Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com
 

 


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