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La violencia es el resultado del egoísmo que aún vive en
nosotros |
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La frase de arriba está implícita en las ideas que
constituyen la entrevista que nos fue
concedida por el cofrade Martinho de Mendonça Filho (foto),
natural de Poços de Caldas (MG), donde reside. De
familia espírita desde los abuelos paternos, es
ingeniero civil de formación, con MBA de la FGV en
Gestión Estratégica de Empresas, y profesional en el
Banco Federal de Ahorros. Vinculado al Grupo Espírita de
las Samaritanas, en la misma ciudad, es responsable de
las reuniones públicas del domingo, en la misma
institución.
¿Con qué óptica podemos ver al Cristianismo primitivo a
la luz del conocimiento espírita¡?
A la luz de las obras básicas de Allan Kardec, podemos
entender cómo fue el origen del Cristianismo en el
tiempo en que Jesus estuvo aquí, así como las primeras
incursiones de los discípulos y apóstoles en la
divulgación y en la práctica de la buena-nueva, el
amparo a los necesitados, las curaciones, las prédicas
y, después de la ascensión del Maestro, la creación de
la Casa del Camino en Judea. Se incluyen también todos
aquellos que no tuvieron contacto directo con el
Maestro, como por ejemplo Pablo, Lucas y todos los que
humildemente se “convirtieron” a la nueva doctrina.
¿De qué manera podemos traerlo a la realidad de nuestros
días?
En su forma mas simple, es decir, en la práctica de la
caridad irrestricta bajo el manto de la humildad.
Comparativamente, hoy tenemos las mismas dificultades
que los fieles seguidores del Nazareno enfrentaron en el
primer siglo, como la falta de recursos materiales y
financieros, incomprensión entre los mismos seguidores,
persecuciones, intolerancia, sectarismo… Pero, así como
los primeros cristianos iniciaron el trabajo de
perpetuación del mensaje de Jesús, debemos conducirnos
hoy con la práctica de su mandamiento: “Amaos los
unos a los otros como yo los amé”.
¿Puede esto ser considerado como una restauración de su
advenimiento para la atención de las grandes angustias
del hombre actual?
“Restauración” es la palabra correcta en el sentido del
regreso a un estado anterior. A través de los siglos el
mensaje del Evangelio fue adulterado en las múltiples
formas de su comprensión, siendo adecuada a los deseos
egoístas de la humanidad. Con el estudio de las obras de
Kardec, auxiliado por la vasta literatura espírita
idónea, percibimos que el tiempo de las revelaciones ha
llegado y un nuevo día surge para toda la humanidad con
la interpretación realista de las enseñanzas de Jesús.
Con la práctica de la caridad real, poco a poco nos
vamos alejando de los sentimientos inferiores que aún
nos dominan y vamos revelando la centella divina que
existe dentro de nosotros, y en consecuencia, aliviando
nuestros dolores y angustias, ante de la comprensión de
que somos seres eternos.
De sus investigaciones sobre el tema, ¿qué es lo que más
le llama la atención?
Existe una frase que dice: “De una verdad
incuestionable podemos guardar la absoluta convicción:
Jesús no nos abandona en razón de nuestras flaquezas”,
(Hermano X, psicografía de Chico Xavier, libro
“Historias y Anotaciones” lección 9, Editorial Boa Nova),
que nos remite al capítulo 18 del Evangelio de Mateo
cuando Jesús pone a un niño entre ellos y les dice que
para entrar al Reino de los Cielos es necesario ser
humilde como un niño, agregando en el versículo 14: “Nuestro
Padre que está en los cielos no quiere que ninguno de
estos se pierda”, es decir, para alcanzar el Reino
de Dios debemos aprender a ser humildes como en nuestra
infancia aquí en el plano físico. Jesús nunca nos
abandonó y siempre nos ampara a través de la acción de
los espíritus benefactores más cercanos a nosotros.
En ese contexto de investigación y restauración, ¿cómo
ubicar el tema de la intolerancia en las relaciones,
inclusive la religiosa?
Sentimientos como sectarismo, intolerancia, arrogancia y
prejuicios son el resultado de los atavismos inferiores
que aún persisten en nosotros. Solamente la práctica del
bien erradicará de una vez de nuestro DNA espiritual
esos sentimientos. La orientación de Kardec es sencilla
cuando transcribe la respuesta de los espíritus en la
pregunta 886 de El Libro de los Espíritus, con
respecto al concepto de caridad como lo entendía Jesús: “Benevolencia
para con todos, indulgencia para con las imperfecciones
ajenas, perdón de las ofensas”. Solamente con el
ejemplo del bien en todo momento podremos restaurar el
Reino de Dios en la Tierra.
¿Cómo ve usted la violencia, aún tan presente en los
días actuales?
La violencia siempre acompañó a la humanidad en su
trayectoria evolutiva. Lo que tenemos hoy es la
velocidad con la que se divulga la información, lo que,
debido al realce que los medios dan a estos asuntos, nos
lleva a creer en un aumento exponencial de la violencia
en detrimento del bien. Debemos recordar también que una
legión de espíritus que viven en regiones umbralinas por
siglos están reencarnando y teniendo su última
oportunidad de encontrarse en el camino del bien en el
orbe terrestre. Paulatinamente, una legión de espíritus
benefactores también está viniendo al plano físico en un
esfuerzo para incentivar el progreso de todos los seres
durante este período de transición. Así como la fiebre
denuncia un foco infeccioso en el cuerpo, la violencia
es un síntoma y no una enfermedad. La enfermedad es el
egoísmo aún latente en nosotros.
¿De qué manera ese legado de otra época, con otros
hábitos y sin la tecnología que hoy nos beneficia, puede
ser utilizado de manera eficaz para atender los anhelos
de paz del presente?
El mensaje de Cristo es eterno. La caridad, la
fraternidad y la humildad que Jesús legó al mundo son
las características básicas del sentimiento más grande
que mueve al universo: el Amor. Encontraremos la paz en
nosotros mismos con la práctica de ese amor al prójimo
con el olvido de nosotros mismos. Interiorizándonos en
la meditación que vivifica, concentrados en la oración
que nos une al Creador y trabajando en las aptitudes que
ejemplifican, encontraremos el camino del bien y se
abrirá una llama de luz en nuestra jornada por los
caminos tortuosos que nosotros mismo elegimos para
transitar en la noche de los milenios.
¿Trae esta restauración alguna indicación práctica que
se pueda utilizar eficazmente como hoja de ruta de la
armonía en la convivencia familiar y social?
Sólo con sentimientos nobles y virtuosos podremos
alcanzar la armonía en la Tierra. Comenzando con la paz
en nosotros mismos a través del incansable trabajo de
difundir las enseñanzas de Jesús, siempre bajo la
orientación de la codificación de Kardec. Emmanuel, a
través de la psicografía de Chico Xavier, nos dice que "(...)
predicar es revelar la grandeza de los principios de
Jesús en las propias acciones diarias".
¿Algo significativo que le gustaría añadir para los
lectores?
Sin duda encontraremos dificultades en nuestra jornada
actual en el plano físico, pero transformemos las
amarguras en oportunidades de servicio y aprendizaje a
la luz de la revelación de los espíritus. Somos los
deudores de otras eras que buscan pagar las deudas
contraídas y Jesús nos indicó la fórmula hace 2.000 años
cuando dijo "¡Conoceréis la verdad y la verdad os
hará libres!" Somos los cristianos contemporáneos,
los obreros de la última hora en la tarea de la
revelación del Cristianismo auténtico, tal cual hace
veinte siglos lo hicieron los seguidores de Cristo.
Sus palabras finales.
Queridos hermanos, recordemos la humilde figura de Jesús
que descendió hasta nosotros y nos dejó el Evangelio,
cuyo legado, con el sacrificio de los primeros
cristianos, se ha transmitido hasta nuestros días.
Recordemos el mandamiento de Jesús y que Él fue acogido
entre nosotros en un simple pesebre, creció en la
sencillez de Nazaret, ejemplificando su lección entre
los enfermos, los mendigos y los endemoniados. Fue
encarcelado sin resistencia y humillado pereció entre
malhechores. Retornó
enseguida y ante los discípulos nada pidió, sólo
les orientó que trabajen sirviendo a sus semejantes. Por
lo tanto, sigamos estudiando, trabajando y
ejemplificando la caridad, confiando en el mensaje del
Evangelio a la luz del Espiritismo, seguro de que el
amparo de la espiritualidad amiga no nos falta en ningún
momento. ¡Mucha paz!