Especial

por Americo Domingos Nunes Filho

Museo del Purgatorio y la Inmortalidad del Espíritu

En Roma, fuera del Vaticano, al lado de la sacristia de la Iglesia del Sagrado Corazon por el Sufragio de las Almas, está situado el llamado Museo del Purgatorio. Antes era denominado Museo Cristiano del Más Allá y contenía la primera colección de pruebas de la presencia de espíritus desencarnados, actuando en el mundo físico, recogidas por el padre Vitor Jouet, el cual dejó la vivencia física en 1902.

Según la concepción católica, la documentación reunida y expuesta en el lugar revela la presencia de almas del Purgatorio, pidiendo auxilio para salir de allá y poder penetrar en el paraíso.

Realmente, tales pruebas revelan la presencia indiscutible del ser espiritual inmortal, ya admitida por muchos sectores del Clero, a despecho de otros que atribuyen tales manifestaciones en condiciones especialísimas, muy raramente y restringidas a las almas del Purgatorio, como igualmente más voces que apuntan aun que el demonio puede fácilmente ser responsable por el fenómeno.

El sacerdote Jouet consiguió reunir numerosos objetos con marcas de manos impresas por el fuego, los cuales forman parte del acerbo del museo. Uno de ellos es un pedazo de tejido, ya envejacido por los años, en el cual se ve la imagen de una mano pirograbada, el 21 de junio de 1789, en Bélgica..

Según la documentación de la pieza, una entidad espiritual se apareció a su hijo, encarnado, durante once noches, producieno aterrorizadores ruídos, y se hizo tangible, en la décima-segunda oportunidad, cuando le recriminó sus actitudes reprobables y, después, colocó sus manos en la manga de camisa del hijo, dejando fijada su marca. Consta que, debido a lo ocurrido, la persona se convirtió y fundó una orden religiosa.

La Doctrina Espírita explica lo ocurrido de todos los hechos relatados, primeramente los “raps”, manifestación espiritual de las más simples y más frecuentes, consistiendo, según “El Libro de los Médiums”, en golpes secos, ahora sordos, débiles y leves, ahora claros, distintos, a veces retumbantes, que cambian de lugar y se repiten sin ninguna regularidad mecánica” (“El Libro de los Médiums”, cap. V – 83)

Importante considerar que, en el momento que hay comunicación de los seres extrafísicos, constituyendo un lenguaje, por golpes o latidos, se está delante del fenómeno mediúmnico de efecto físico denominado “Tipologia” – clásico en el Espiritismo el famoso caso de las hermanas Fox, en Hydesville, en los Estados Unidos, en 1848.

Otro punto siguiente a apreciar es la producción de la materialización, volviendose visible la difunta, dejando grabada en la camisa del hijo la imagen de su mano. Como en los trabajos de materialización es producida una intensa energía, la marca parece haber sido formada por dedos ardientes en llamas. Ese fenómeno mediúmnico de efectos físicos, denominado como parapirogenia, o sea, la quema inexplicable de objetos o personas, fue investigado por Ernesto Bozzano, emérito profesor de filosofía de la ciencia en la Universidad de Turin e investigador espírita italiano, desencarnado en 1943, el cual publicó la obra “Marcas e Impresiones Supranormales de Manos de Fuego”, traducida por el añorado compañero Francisco Klors Werneck y disponible por el e-book espírita.

Digno de resaltar el enigmático pasaje evangélico con el Maestro Jesús, apareciendo a María Magdalena, en pleno sepulcro, recién-materializado, pidiéndole que no lo tocase. Esa frase bien enigmática corrobora la explicación dada anteriormente, por cuanto Magdalena sentiría un vehemente choque eléctrico, si por ventura le pusiese las manos (Juan 20:17). Es preciso resaltar que, desconociendo el fenómeno de la materialización, los revisores de las ediciones más recientes de la Biblia sustituyeran “no me toques” por “no me detengas”.

El 15 de noviembre de 1887, cuando la Iglesia del Sagrado Corazón era apenas una capilla, durante una ceremonia religiosa, apareció un incendio sobre el altar. Los fieles vieron entre las llamas la imagen de un rostro con expresión de sufrimiento. Cesado el incendio, fue observada la estampa del semblante en la pared detrás del altar. Un caso más de parapirogenia y la prueba de la presencia de la individualidad espiritual sobreviviendo a la muerte.

Para la Iglesia Católica, la existencia del estado purgatorial es una verdad de fe, firmada por los concílios, resaltando ser un lugar donde las almas se encuentran en expiación y purificación, a través del fuego, de sus pecados veniales o de errores graves perdonados por la confesión. Esa cita emblemática de fuego, consumiendo a las almas en el llamado a las almas en el llamado Purgatorio, representa el sufrimiento sentido en espíritu, ya liberado del cuerpo muerto, sin la limitación del tiempo proprio de la dimensión física, teniendo la apariencia o ilusión de tiempo indeterminado, de algo que parece nunca acabar (“fuego eterno”), pero tiene su término, asegurado por Jesús, enfatizando que esa prisión es transitoria, por cuanto “en verdad te digo: No saldrás de allá, mientras no pagaras el último centavo” (Mateo 5:26).

El Cristo se refiere a una cárcel representado por el crucial sentimiento de culpa y de remordimiento, aprisionando a la criatura, debido a un autojuzgamiento que se procesa en la intimidad espiritual, acordándose con sufrimiento de los pasos dados en los caminos oscuros de las acciones equivocadas. Sus propias culpas son las amarras que la prenden, conviviendo con la aflicción y la desesperación originados de las acusaciones de la conciencia. El ser se volvió esclavo de sí mismo, responsable por los resultados de la infeliz conducta adoptada.

El Concilio de Trenton, realizado en el siglo dieciseis, estableció que la penalidad debe ser cumplida de forma efímera desde que la culpa fue concedida al perdón. ¿Quién otorga la remisión y la libertad del ser? La respuesta es afirmada por el proprio individuo que, después de tomar conciencia de su culpa, comience a vivir el remordimiento, reconociendo su error y arrepintiéndose de todos los fallos cometidos. Con todo, falta aun el pago del último centavo, lo que ocurrirá cuando repare, en las debidas reencarnaciones, el mal causado. La libertad se establecerá cuando hubiera saldado sus deudas con sus víctimas, resarciendo en una nueva situación todo el padecimiento cometido, asumiendo sus pruebas o expiaciones y digno de consideración que “ningún mérito presentará si no fue alcanzado en su orgullo y en sus intereses materiales” (Pregunta 1000 de “El Libro de los Espíritus”.)

Por tanto, la aflicción espiritual es siempre pasajera. En la Parábola del Rico y Lázaro, Jesús narra la angustia de un ser desencarnado que, en el mundo físico, había sido muy rico y, debido a su indiferencia, vivía intenso sufrimiento. El atribulado se decía estar atormentado por una llama (Lucas 16:24). Ese fuego purificador realmente no es definitivo, ya que el próprio patriarca Abrahan, allí presente, lo llama cariñosamente “hijo”. ¿Cómo podría ser aun hijo de Abrahan si estaba condenado para todo y siempre? Es claro que, siendo calificado como hijo, no estaba irremediablemente perdido.

En la obra “Nuestro Hogar”, psicografiada por el estimado y añorado Chico Xavier, el autor espiritual André Luiz hace alusión al “fuego purificador” sufrido por las almas desencarnadas en el llamado “Umbral”, descrito como “especie de zona purgatorial, funcionando como región destinada al agotamiento de los residuos mentales, donde se quema las prestaciones o material deteriorado de las ilusiones que la criatura adquirió por atacado, menospreciado o enseñanza sublime de una existencia terrena”.

Orienta André que “si la tarea de los bomberos en las grandes ciudades terrenas es difícil, por las llamas y olas de humo que los enfrentan, los misioneros del Umbral encuentran fluidos pesadísimos emitidos, sin cesar, por millares de mentes desequilibradas, en la práctica del mal, o terriblemente flageladas en los sufrimientos rectificadores.

Enfatiza el mentor que “no obstante las sombras y angustias del Umbral, nunca faltó allá la protección divina. Cada espíritu allá permanece el tiempo que se haga necesario”.

El Catolicismo presumió la existencia de estados dolorosos, en la Dimensión del Más Allá, calificándolos como Purgatorio e Infierno. La edificación del Museo de las Almas del Purgatorio despierta, en las personas religiosas o incluso incrédulas, la reflexión de temas espíritas, como los de la comunicación de los llamados muertos con los que aun viven en la carne.

La presencia de Jesús, después de su deceso físico, “predicando a los espíritus en prisión” (1-Epístola de Pedro 3.19), revela a toda la humanidad que la vida continua más allá de la vida y que el llamado “infierno eterno” corresponde a una imagen de tenor simbólico. Se puede afirmar que si el Cristo compareció a un lugar espiritual para predicar a los que estarían perdidos eternamente en verdad, nadie es condenado en el mundo extrafísico y siempre habrá la oportunidad de la redención espiritual, desde que adoctrinar para alguien ya sentenciado para todo y siempre no tiene ningún propósito.

El Maestro, indudablemente, revela la transitoriedad del sufrimiento Más Allá-de la Tumba y testifica que el Padre, Nuestro Querido Dios, es esencialmente amoroso y misericordioso, no castigando a ninguno de Sus hijos, siempre concediéndoles la oportunidad de la recuperación espiritual y de situarse, delante del Infinito, como “Hijos Pródigos”, que vuelven a Su Seno Divino ya plenos de conocimiento científico y de sabiduría espiritual.
 

                  
Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita