Existe una frase, muy repetida, que ha sido cuestionada
últimamente: “Nadie es insustituible”. ¿Será? ¿Quién
sustituyó a Beethoven, que incluso sordo, compuso
sinfonías inmortales? ¿Quién sustituyó a Victor Hugo,
poeta francés que, al desencarnar, atrajo multitud jamás
vista, en Francia, en un velatorio, como fue el suyo? ¿Quién
sustituyó a Chico Xavier, uno de los mayores médiums de
todos los tiempos, cuya muerte provocó la conmoción de
millones de personas? ¿Quién me sustituye a mí o a usted,
lector amigo, en nuestro esfuerzo ascensional, cuyo
éxito depende de nuestra voluntad y esfuerzo?
No obstante, para quien defiende la idea de que rey
muerto, rey puesto”, para los inconformados en no ser
ellos mismos los personajes de destaque, en cualquier
actividad de liderazgo, nada mejor que la crítica con el
objetivo de revelar los puntos flacos de quien está al
frente de un trabajo. Nos parece que haya personas que,
en la administración de una institución pública o
privado, avanzando un paso al frente, pero luego son
substituidas por otras que las retroceder dos pasos. Un
paso al frente, dos pasos atrás; uno al frente, dos
atrás... ¿Dónde iríamos a parar si eso continuase de ese
modo? En la era de los dinosaurios y, consecuentemente,
extinguidos.
Felizmente, no siempre los que dan un paso al frente son
sustituidos por los que dan dos pasos atrás. Hay mucha
más gente buena, en el mundo, que la gente mala. Además,
los Espíritus Superiores nos dicen que nadie pasa por el
escalafón del mal para evolucionar, pero sí, por la
ignorancia (pregunta 120 de El Libro de los espíritus).
Cuando alguien perjudica a otro, también se perjudica.
Sufriendo las consecuencias de su conducta errada, si es
inteligente, comienza a reflexionar, y, de ese modo,
percibe que la ley de acción y reacción no puede ser
burlada por ninguno de nosotros. Pero, si los malos
sufren de forma justa, ¿por qué los buenos sufren
también? Porque estos igualmente ya fueron malos, en
épocas pasadas, y no fueron alcanzados por las leyes
humanas, en sus actitudes contrarias a la Ley Divina. De
otro modo, Dios no sería justo al hacer sufrir tanto a
los buenos como a los malos que aun ignoran su ley
principal, de la cual derivan todas las demás: la Ley
del Amor.
Hay una diferencia capital entre el sufrimiento de los
buenos y de los malos. Estos sufren de forma rebelde,
blasfeman, rugen, insultan etc. y cuanto más patalean,
más sufren. Ya aquellos nos dan ejemplos sublimes de
resignación, de blandura y de sumisión a la Voluntad
Divina. El sufrimiento de quien ahora es bueno, aunque
aparentemente sea un sufrimiento injusto, nos da
verdadera lección de cómo obrar ante la corrección
paterna, pues, como dice Jesús, todos somos hijos de
Dios, que es Amor. Por eso mismo, el dolor del bueno es
fuente de depuración; la del malo, motivo de
desesperación y revuelta, pues si aquel es altruísta,
este es egocéntrico.
Es impresionante, no obstante, el modo distinto de como
la Humanidad enaltece a los hechos de los buenos, como a
la de los malos. Y, más impresionante, aun, las acciones
de estos, aunque sean minoría, llaman más la atención
que la de aquellos. Si ponemos la televisión en cuatro o
cinco canales, en especial en el horario de las noticias
de los periódicos, lo que más se habla es de desastres,
crímenes y accidentes. Entre tanto, aun es poco el
destaque de los medios a algunos millones de
acontecimientos cotidianos en residencias, locales de
placer o de trabajo que son pautados por el respeto,
solidaridad y amor al prójimo.
Ese destaque mayor al mal deriva de nuestra naturaleza
aun simple e ignorante. Hoy en día, hasta el fútbol, un
deporte solidario, que tiene la participación de once
atletas de cada lado, lleva a algunas personas a un
desvario irracional, cuando perciben que su equipo
perdió. Aun no aprendieron con nuestros hermanos
japoneses, que valoran tanto el esfuerzo de cada lado
competidor como la victoria de uno de ellos.
En la época del Imperio Romano, los deportes violentos
podían llevar a la muerte al adversario derrotado. Dicen
que el Emperador Nerón, cuando asistía a un combate, si
hacía señal con su pulgar para abajo, deseaba que el
vencedor matase al vencido, si el dedo estaba para
arriba, era para quitar la vida del perdedor.
Entre tanto, hoy, millones de personas buenas, apreciado
lector, nacen, viven parcamente y, si fueran pesados sus
actos en la balanza, prevalece el bien que hicieron en
la Tierra. No conquistan fama y dinero, en el mundo, más
a donde van llevan vida y alegría. No todas esas
personas son religiosas, pero la mayoría es incapaz de
cometer un acto de crueldad, sin que se sienta
tremendamente apenada e intente corregirlo, de algún
modo, contraponiendo el bien al mal. Es eso que el
apóstol Pedro afirma: “El amor cubre la múltitud de los
pecados” (I Pedro, 4:8)
Estamos aproximándonos al tiempo en que el bien tendrá
más resalte en los medios. Todavia, nuestros niños y
jóvenes han sido bombardeados con destaque al mal.
Crímenes diverso, corrupción, consumo de drogas,
desequilibrios sexuales, como si nada de eso trajese,
más pronto o más tarde, consecuencias dañinas, no
solamente al cuerpo físico, sino también al espíritu.
Aun así, la mayoría opta por el bien.
A los que se adhieren al mal, no es de admirar que
crezcan juzgando que vivimos en un mundo de fingir.
Fingir que soy honesto, pero estoy con el ojo en sus
bienes; fingir que voy a combatir a los corruptos, con
todo, siempre voy a corromper a alguien; fingir que soy
fiel, entre tanto, vivo traicionando a las personas con
quien convivo; fingir que creo en la Buena-Nueva del
Cristo, pero, para mí, entre tanto, es sólo un intento
de los malos en retardar la evolución natural del bien,
Ley Divina primordial.
A los simples el “fingir” no tiene sentido. Por eso dice
Jesús que de ellos es “el Reino de los Cielos”. Al
preguntar a millones de almas buenas si, incluso pasando
hambre, piensan en robar a alguien, ellas dirán que no,
pues no ponen su felicidad en la Tierra, y, sí en los
Cielos. Sin embargo vivan en el, hacen del lodo un lindo
castillo y en el viven armoniosa y solidariamente.
Un número incalculable de niños sufridos, huérfanos, o
de familias muy pobres, en su mayoría, precisan cambiar
los juegos por el trabajo. Y la lucha por la
sobrevivencia los vuelven fraternos, con sus amiguitos,
la mayoría de esos niños.
Millones de trabajadores rurales, operarios mal
remunerados, sirvientes basan su vida por la honestidad
y, por tanto, jamás causan prejuicios a sus patrones,
aunque estos no siempre sean generosos. La mayoría de
las sirvientes domésticas jamás hurtó un sólo botón de
la casa de sus patrones.
Es incontable el número de personas pobres, enfermas,
sin acceso a un buen tratamiento médico que, ni por eso,
están rebeldes con el Señor. Muchas de ellas, aunque
nada tengan de material, donan una palabra de esperanza,
una alerta, un abrazo solidario al prójimo, también
necesitado de casi todo. Para ellas, nada hay de mejor
que vivir bien con la propia conciencia, donde reside la
Ley de Dios. Ellas saben, intuitivamente, que vale la
pena esperar, resistir y trabajar, pues, siendo el Padre
Justo y Amoroso, Dios no excluye a ninguno de sus hijos.
Imagine, entonces, amigo lector, cuánto mejor será la
vida en la Tierra, cuando los periódicos, las
Televisiones, las revistas, los libros y el internet
invirtieran el procedimiento corriente de resalte del
mal y pasen a enfatizar el bien. Principalmente, cuando
las desigualdades sociales fueran corregidas y las
escuelas ofrecieran una educación primorosa, el Reino de
Dios estará implantado en la Tierra, y el Cristo
quedará, para siempre, en cada uno de nosotros, como
dice Pablo que ya estaba con él (Gálata, 2:20).
Siendo la caridad nuestra principal vía de felicidad,
proponiéndonos reflexionar sobre ella y poniéndola en
práctica en todos los días de nuestra vida,
esforzándonos en hacerlo, aunque estemos muy lejos de
considerarnos “hombres de bien”, en los moldes
presentados por Kardec (2017, cap. XVII, it. 3).
Comencemos por esforzarnos en ser siempre buenos y sólo
tendremos Espíritus buenos a nuestro lado, como dice ese
Codificador del Espiritismo (2009, cap. IX, p. 224).
Todo lo que nos ocurre es reflejo de nosotros mismos, y
el cuerpo es la tela donde se proyectan nuestras
emociones. Todos nuestros sentimientos negativos son
fijados en nuestro cuerpo somático en forma de
dolencias. Cuando sentimos rabia, amargura, disgusto,
resentimiento o infelicidad, por mucho tiempo, damos
vaza a las más graves dolencias.
Nuestro cerebro posee dos hemisférios: izquierdo y
derecho. Es necesario tener un equilibrio entre esos
hemisférios, para tener una vida sana. Según Cairo
(1999), la “ley de causa y efecto) ha sido “investigada
y comprobada” en todo el mundo. La felicidad es
consecuencia de la armonía de nuestra alma, “en
cualquier situación” que nos encontremos. Así, ordenamos
abajo las cualidades de esos hemisférios, de acuerdo con
esa otra.
Hemisferio
izquierdo
Análisis |
Hemisferioderecho
Sintesi |
Cautela |
Aventura |
Escepticismo |
Receptividad |
Detalle |
Amplio |
Cerrado |
Abierto |
Intelectual |
Emocional |
Lenguaje |
Meditación |
Lógico |
Artístico |
Mecánico |
Creativo |
Memoria |
Espacial |
Negro y blanco |
Colorido |
Repetición |
Nuevoscaminos |
Sustancia |
Esencia |
Verbalización |
Intuición |
Si percibimos que una de estas cualidades de uno de los
lados de arriba predomina, debemos trabajar la cualidad
del otro lado, para que haya un equilibrio y,
consecuentemente, bienestar en nuestra vida.
Según estudios recientes del Psicoanálisis, informa
Cristina Cairo (op. Cit.), “dolencias e infelicidades
tiene como causa consciente de culpa y contrariedades
profundas”. Entonces, evitemos todo aquello que nos
desgracia y causa mal, para que tengamos una vida
físico-mental sana. Recomienda aun, esa investigadora,
que paremos inmediatamente de juzgar y criticar
negativamente a las personas. En vez de eso, pasemos a
elogiarlas, y nuestra vida será mejor.
¿Y el perdón? El perdón es el medio de probarnos a
nosotros mismos que las emociones negativas están bajo
nuestro control mental. Nadie nos agrede sin que lo
merezcamos, a no ser que sea de su índole hacer el mal.
Aun aquí, esa situación nos prueba la capacidad de amar
y tener compasión al prójimo. Cuando nos sentimos
agredidos, algo hicimos a otros, o a nosotros mismos en
el presente, o en el pasado. El libre-albedrío es una
realidad, aunque algunos filósofos materialistas lo
hayan negado. Ellos nos trae consecuencias buenas o
malas de nuestras actitudes y pensamientos. De ahí la
importancia del “¡orar y vigilad!, recomendado por Jesús
con inaudita sabiduría.
Por fin, le recordamos, bondadoso lector, que hay dos
leyes universales: a) los semejantes se atraen; b) todo
tiene una compensación. Hagamos el bien infatigablemente
y estaremos siempre bien. En la pregunta 886, de El
Libros de los espíritus, Allan Kardec pregunta:
— ¿Cuál es el verdadero sentido de la palabra caridad,
como lo entendía Jesús?
Y la respuesta es un bip: b de venevolencia; i de
indulgencia y p de perdón: “Benevolencia para
con todos, indulgencia con las imperfecciones
ajenas y perdón de las ofensas”. Reflexionando en
eso, el Espíritu Bezerra de Menezes propone al
Movimiento Espírita:
Es indispensable mantener el Espiritismo, cual fue
entregado por los mensajeros divinos a Allan Kardec, sin
compromisos políticos, sin profesionalismo religioso,
sin personalismos deprimentes, sin quemazón de conquista
a poderes terrestres tránsitorios.
Respeto a todas las criaturas, aprecio a todas las
autoridades, dedicación al bien común e instrucción del
pueblo, en todas las direcciones, sobre las verdades del
Espíritu, inmutables, eternas.
Nada que recuerde castas, discriminación, evidencias
individuales injustificables, privilegios, inmunidad,
prioridades.
Amor de Jesús sobre todos, verdad de Kardec para todos.
En cada templo, el más fuerte debe ser escudo para el
más débil; el más esclarecido, a la luz o menos
esclarecido, y siempre y siempre sea el sufridor el más
protegido y el más auxiliado, como entre los que menos
sufran sea el mayor aquel que se hizo el servidor de
todos, conforme la observación del Mentor Divino.
Sigamos para el frente, buscando la inspiración del
Señor.
Siendo el Espiritismo el Cristianismo renacido, su
mensaje de tolerancia, compasión y amor al prójimo, sea
el o no espírita, es el que nos vuelve herederos del
mensaje del Consolador. Y, si este vino a cumplir, con
la Doctrina Espírita, la promesa de Jesús de quedar
eternamente con nosotros, cabe a nosotros, no esconder
la luz bajo la tierra, sino estenderla a todos y, sobre
todo, esforzarnos en ser hoy mejor que ayer y mañana
mejor que hoy, pero viviendo intensa y santamente cada
día.
Referências:
CAIRO, Cristina. A linguagem do corpo.
São Paulo: Mercuryo, 1999.
KARDEC, Allan. O livro dos espíritos. Trad.
Guillon Ribeiro. 93. ed. 1. imp. (Ed. Histórica).
Brasília: FEB, 2013.
______. O livro dos médiuns. Trad.
Evandro Noleto Bezerra. Rio de Janeiro: FEB, 2009.
______. O evangelho segundo o
espiritismo. Trad. Evandro Noleto Bezerra. 2. ed. 4.
imp. Brasília: 2017.
SOUZA, Juvanir Borges de (coord. e org.)
et al.. Bezerra, ontem e hoje. 3. ed. Brasília:
FEB, 2018.
XAVIER, Francisco Cândido. Unificação.
Pelo Espírito Bezerra de Menezes. Comunhão Espírita
Cristã, 20 abr. 1963. In: Reformador, FEB, Rio de
Janeiro, p. 314, out. 1995.
Traducción:
Isabel
Porras - isabelporras1@gmail.com