Tema: Desencarnación, Amor a los Animales
La desencarnación de Fifi
La familia había terminado de almorzar. El señor
Cristiano se preparaba para volver al trabajo y Doña
Roberta arreglaba la cocina cuando escucharon a Amanda
gritar afligida:
- ¡Fifi murió!
Los papás corrieron a su encuentro y abrazaron a su
hija, que lloraba al lado de la camita de la gata.
En efecto, Fifi había desencarnado.
Cuando Amanda nació, Fifi ya era de la familia. La
pareja adoraba a los gatos y la adoptaron cuando todavía
era una cría, después que se casaron.
Fifi era esponjosa y muy dócil. Amanda acostumbraba a
ponerla en su regazo para jugar a que era su hija.
Muchas veces Fifi se quedaba quietecita, aceptaba
participar de las fantasías de la niña. Iba en el
carrito de las muñecas y se quedaba envuelta en el
pequeño cobertor. Otras veces ella no quería saber
de nada. Fifi se escondía o subía encima del ropero.
Fifi sabía el horario en que Amanda volvía del colegio y
se quedaba esperándola
en la puerta. Las
dos eran grandes compañeras.
Sin embargo, en los últimos tiempos Fifi ya no aceptaba
muchos juegos. Pasaba la mayor parte del día echada. Se
movía lentamente, parecía siempre cansada.
Amanda ya tenía nueve años, era una niña activa y
saludable. Fifi tenía edad para ser una joven, si fuera
humana, pero, como era gata, ya estaba muy anciana.
Doña Roberta le explicó a Amanda y ella entendió la
situación. Pasó, entonces, a cuidar más de la gatita.
La niña se dio cuenta de que yq no se limpiaba, como
acostumbraba a hacer. Su
pelo estaba feo y erizado. Y tampoco veía ya muy bien.
Llevaron a Fifi al veterinario, pero no había nada que
hacer. Tenía varios problemas normales para su edad.Ella
necesitaba de cuidados y cariño.
Amanda quería a su gatita, la cubría antes de dormir,
hacía todo lo que podía.
Hacía unos días que ella ya no quería comer más y la
mamá y la niña colocaban agua y comida en su boca.
Doña Roberta conversaba con la niña sobre el ciclo de la
vida. Explicaba que Dios nos da oportunidades benditas
en cada encarnación y que los lazos de amor, incluso con
los animales, no se deshacen con la desencarnación, pues
somos espíritus inmortales. El hecho de dejar el cuerpo
físico no cambia nuestra esencia, nuestros sentimientos.
Todos ya sabían que la desencarnación de Fifi estaba
cerca. Aun así, los tres, viendo a la gatita ahí
inmóvil, lloraron juntos, abrazados, en un mismo
sentimiento de nostalgia, amor y gratitud.
Amanda pasó la tarde triste, con nostalgia de Fifi, y en
la noche, ya acostaba para dormir, hizo una oración
pidiendo a Dios por su gatita.
Fue entonces que vio a un joven, con una ropa muy clara,
luminosa, sonriéndole. Él estaba con Fifi en su regazo.
Ella estaba tranquila y no parecía muerta. Parecía que
estaba durmiendo y ronroneando, cómoda en el regazo de
él.
Él no habló con palabras, continuó sonriendo, pero ella
escuchó como si fuera su voz dentro de su cabeza,
diciendo:
- ¡No te preocupes! Voy a cuidar bien de ella. Pronto
ustedes podrán estar juntas de nuevo.
Atrás de él se abrió un espacio, por donde se fue
llevando a Fifi y Amanda vio que era un lugar muy
bonito, iluminado, con pasto y lleno de plantas.
En pocos segundos, todo desapareció.
Amanda corrió a la sala y le contó a sus papás lo que
había pasado. Ella no sabía si de verdad había visto
todo eso, si lo había soñado o hasta imaginado.
Ellos conversaron con ella y le explicaron que todo lo
que ella vio sí podría haber pasado realmente, pues, así
como en el mundo material existen personas a quienes les
gusta los animales, en el mundo espiritual también. Son
los buenos espíritus que trabajan allá, cuidando a los
animales y ayudándolos a evolucionar.
Cuando Amanda volvió a su cama, se sentía mucho más
tranquila. Su corazón estaba en paz, con la sensación de
que todo estaba bien.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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