Tema: Amistad
Amigas de verdad
Tati y Tuti eran las mejores amigas, la una de la otra.
Estudiaban juntas desde pequeñas y ahora ya tenían
catorce años.
Tuti, en verdad, se llamaba Julia, pero le gustaba el
nombre Tatiana, pues le parecía divertido ser llamada
“Tati”.
Cuando supo esto, Tati le puso el apodo “Tuti” a Julia,
aprovechando algunas letras de su nombre. Pronto todo el
mundo comenzó a llamarla así, y ella lo disfrutó.
Tati era muy diferente de Tuti. La primera era más
extrovertida, creativa, inventaba bromas e historias que
casi mataban a su amiga de la risa. A ella le gustaban
las fiestas y pasear. Se vestía a la moda y siempre
estaba bonita. Le gustaba mucho comer dulces, sandwiches
y pizzas y, por eso, estaba por encima de su peso. Tuti,
en cambio, era más tímida y hablaba bajito. Tomaba
clases de ballet y le gustaba quedarse en casa, leyendo
o viendo películas. Era bien delgada, comía poco, aunque
la comida estuviera deliciosa.
A pesar de las diferencias, también tenían semejanzas.
Eran buenas alumnas, responsables y tenían buenas notas.
Y lo principal: tenían buen corazón. En vez de competir,
siempre se ayudaban.
Tati incentivaba a Tuti a cantar y bailar como ella. Y
Tuti explicaba a Tati los ejercicios de matemáticas que
ella no sabía.
Un día, un fin de semana muy caluroso, ellas decidieron
ir a la piscina del club. Al llegar allá, encontraron a
algunos compañeros del colegio, y Mauro, uno de ellos,
comenzó a hacer bromas para que los amigos se rieran:
- ¡Socorro, si Tati salta a la piscina sobre mí, voy a
morir aplastado! ¡Va a lanzar tanta agua hacia afuera
que me va a llevar la corriente! Ja,
ja, ja...
Los otros niños también se rieron e hicieron otros
comentarios malvados, divirtiéndose con eso.
Las niñas se quedaron muy molestas. No esperaban esa
agresividad gratuita. Conversaron y pensaron que era
mejor entrar a la piscina de todos modos, sin unirse a
ellos.
Felizmente, pronto los niños pararon de incomodar, pues
se dieron cuenta de las miradas de los que estaban
alrededor, reprobando esa actitud tan irrespetuosa.
Tati y Tuti, por el contrario, fueron respetuosas con
las niñas que estaban cerca, jugaron con ellas y se
divirtieron.
Pasado algún tiempo, Mauro, corriendo alrededor de la
piscina, para huir de alguna broma sin gracia de sus
compañeros, se resbaló y cayó, llevándose un golpe muy
feo.
Algunas personas que estaban cerca se preocuparon y se
acercaron para ayudarlo. Sus “amigos”, sin embargo, se
morían de risa. Se sumergieron de vuelta en la piscina,
mientras que el niño, todavía en el piso, intentaba
recuperarse.
Mauro, lastimado, sentía tanto dolor que comenzó a
llorar, lo que fue motivo para que los niños se rieran
aún más de él.
Tati y Tuti veían todo horrorizadas. A pesar de lo que
él había hecho antes, ellas sentían pena por él. Por la
caída, por los golpes y, además, por la reacción de los
otros niños.
Mauro, asistido por personas de buena voluntad, logró
levantarse y fue llevado a la enfermería. Sus “amigos”,
sin embargo, que no tenían la costumbre de ayudar, se
quedaron allá solo mirando. Acabaron pronto yéndose
también, pues ya no estaban a gusto para continuar los
juegos que acostumbraban a hacer.
Las dos amigas, después de la piscina, fueron a tomar un
helado. Conversaron, rieron, jugaron vóley con otros
amigos, pasearon por el club. Al final de la tarde, a
pesar de lo que había ocurrido antes, tuvieron un buen
día.
Hacer buenos amigos puede no ser fácil. No sé si Mauro
tenía amigos o apenas compañeros. Tati y Tuti, en
cambio, escogieron bien. Incluso con diferencias, se
llevaban bien, se ayudaban y se hacían bien la una a la
otra. Eran amigas de verdad.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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