Tema: Bondad
La mejor elección
Érase una vez un niño pobre. No tenía padre y su madre
trabajaba mucho como lavandera para sostener a la
familia. Él era un niño muy bueno.
Le gustaba jugar fútbol y, como no tenían dinero para
comprar una pelota, su mamá le hizo una de trapo
utilizando medias viejas.
El niño tenía una hermanita con muchos problemas de
salud. Ella no caminaba, solo permanecía en cama o en la
silla de ruedas. A pesar de eso, la niña era alegre y
adoraba conversar con su hermano.
Un día, el niño tuvo una idea para ayudar a su madre.
Empezó a trabajar como limpiabotas. Cuando llegaba del
colegio, almorzaba, se cambiaba el uniforme, cogía su
material e iba a la calle a limpiar los zapatos de los
señores que pasaban.
Él acostumbraba a buscar calles con mucho movimiento
para conseguir varios clientes. En una de ellas, había
una tienda de juguetes. Cuando pasaba por ahí, el niño
se quedaba mirando por la vitrina una linda pelota de
cuero. Soñaba con poder comprarla un día y jugar fútbol
con una pelota de verdad.
Por ser educado y esmerado, los clientes quedaban muy
contentos y muchas veces le daban unas monedas de más.
Con eso, el niño, que siempre entregaba todo el dinero
de su trabajo a su madre, comenzó también a guardar sus
propinas para un día comprar su tan deseada pelota.
Finalmente, llegó el día en que contó sus monedas y vio
que ya tenía lo suficiente. Muy contento, el niño fue
hacia la tienda de juguetes. Nunca había entrado ahí
antes. Solo acostumbraba a mirar por la vitrina.
Entrando en la tienda, quedó encantado.
Tanto admiraba los juguetes, que un vendedor desconfió.
Creyendo que el niño no tenía dinero para comprar, pensó
que quería robar algo. Quiso lanzarlo fuera de la
tienda. Pero el niño, rápidamente, mostró sus monedas y
señaló la pelota que quería comprar.
El vendedor contó el dinero y vio que era exactamente el
precio indicado. Cogió la pelota y fue hasta el
mostrador para hacer el paquete.
El niño estaba feliz, pues había hecho realidad su
sueño. En medio de su alegría,
se acordó de la pelota de medias, de su madre y de su
hermana. Fue entonces que surgió un pensamiento
inesperado.
- Espero un momento, señor – dijo - ¡creo que ya no voy
a llevar la pelota!
El vendedor dejó de empaquetar y esperó, mientras que el
niño le explicaba:
- Tengo una hermana, que probablemente nunca vendrá a
esta tienda y nunca verá estos juguetes maravillosos.
Quiero que ella conozca por lo menos uno de ellos, que
es esa linda muñeca. Además, no quiero tirar la pelota
que mi madre hizo para mí. Ya estoy acostumbrado a ella.
El vendedor, entonces, cambió la pelota por la muñeca y
la empacó con un lindo lazo.
Llegando a casa, el niño corrió al cuarto de su
hermanita y anunció:
- ¡Tengo algo
para ti!
La niña vio con ojos muy abiertos el paquete que su
hermano dejó en su regazo. Con la mayor rapidez que
podía, abrió el regalo y quedó encantada con la niña
muñeca que encontró. La madre fue a ver lo que estaba
pasando. Quedó emocionada con la alegría de la hija y
con la bondad del hijo. El niño sentía en su corazón que
había hecho la elección correcta al coger la muñeca.
Pero no imaginaba que la felicidad de la hermana lo
dejaría muy feliz también.
Texto adaptado de una historia contada por el Sr. Hugo
Gonçalves,
el Paizinho, de Cambé (PR).
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
Material de apoio para evangelizadores:
Clique para baixar:
Atividades
marcelapradacontato@gmail.com