Especial

por Giovana Campos

El blanco de la espiritualidad es estar abierto a dimensión transcendente de la vida

La familia de los días actuales está evolucionando a largos pasos en la educación, el acceso a la tecnología y la salud, ¿pero el componente espiritual? ¿Cómo los núcleos familiares colocan esta porción tan fundamental para el fundamento moral y social? Conversamos con Denise Cardoso, psicóloga especialista en terapia de parejas y familia y miembro de la Asociación Médico-Espírita de Santo  Ângelo (RS), sobre el papel de la espiritualidad en la familia contemporánea.
¿La religiosidad o la frecuencia religiosa puede estimular la espiritualidad? 
La espiritualidad es una dimensión de la experiencia humana y de la vida familiar. Las creencias y prácticas espirituales han anclado y nutrido a las familias por milenios y en las más diversas culturas. Hoy, la gran mayoría de las familias por todo el mundo adopta alguna forma de expresión para sus necesidades espirituales, tanto dentro como fuera de la religión organizada. Conforme a lo expuesto, sin duda, la frecuencia religiosa estimula la espiritualidad. Frecuentar una religión sería una inversión nuestra en un conjunto de valores internos, sentido de vida que trasciende la materia, adquisición de conocimiento que va a guiar la fe de cada uno, condiciones que adquirimos con la práctica.
La espiritualidad fluye y emerge en significancia durante el curso de la vida. Con vínculos neurobiológicos, implica la más profunda y genuína conexión dentro de uno mismo, considerado como nuestro espíritu interior, el centro del ser o del alma. Incluye valores éticos y una brújula moral, expandiendo la conciencia hacia la responsabilidad por sí mismo y más allá de sí, con conciencia de nuestra interdependencia. De esa forma la espiritualidad trasciende el self (yo): ella estimula una noción de significado, plenitud, armonía y conexión con todos los demás - desde los vínculos más íntimos hasta la familia extendida y las redes en la comunidad hasta una unidad con la vida, la naturaleza y el universo.
La mayoría de la gente dice que sus creencias religiosas las ayudan a resolver los problemas, a respetarse a sí mismos y a los demás, a ayudar a los necesitados a mantenerse alejados de cosas que ellos saben que no deben hacer. A partir de eso, la religión puede ser la expresión de una espiritualidad organizada, definida en sus estructuras, pudiendo reflexionar en la forma como la persona tiene contacto con la realidad, trayendo más auxilio y comprensión a sus vidas.
¿En qué momento se deben introducir asuntos sobre la temática espiritual?
En mi opinión, abordar la temática espiritual dentro del hogar debe ocurrir desde siempre, donde los padres serían el ejemplo, a partir del Evangelio en el hogar, de la frecuencia, al menos una vez por semana, a una casa espírita, iglesia, templo de oración, construyendo en la familia el entendimiento de la importancia de la fe en nuestras vidas, y de la creencia en el ser superior que es Dios.
Kardec, en El Libro de los Espíritus, nos habla, en las cuestiones 659 y siguientes, sobre el valor y carácter de la oración, siendo esta un acto de adoración. Orar a Dios es pensar en él, acercarse a él y ponerse en comunicación con él. Por la oración se pueden proponer tres cosas: alabar, pedir y agradecer. Y él todavía nos dice que el hombre que ora se vuelve mejor y más fuerte ante las tentaciones del mal.
Pero no es siempre así que sucede, porque muchos de los que buscan ayuda espiritual no sólo necesitan resolver problemas inmediatos, sino también anhelan por mayor significado y propósito en la vida, o sea, necesitados de informaciones y conocimientos. Las fuentes espirituales pueden ser exploradas para ofrecer una visión más amplia de la humanidad y conexiones significativas que inspiran su mejor potencial. Los médicos pueden alentar a sus pacientes a identificar y utilizar una amplia gama de recursos espirituales potenciales que se ajusten a sus valores.
¿Hay algún punto negativo en lo que se refiere a la religiosidad?
El punto negativo se presenta a partir del momento en que aparecen los excesos, y el desequilibrio en la vida, es decir, creer que tener fe y creencia en Dios es frecuentar todos los días su lugar de oraciones, dejar la familia en casa en atención a las cuestiones religiosas, no priorizar hijos y cónyuges. Y también cuando la religión se vuelve tan rígida e inflexible que acaba siendo excesivamente restrictiva y limitadora. "La fe ciega acepta, sin verificación, así lo verdadero como lo falso, y cada paso choca con la evidencia y la razón. Llevada al exceso, produce el fanatismo. En asentada en el error, tarde o temprano se desmorona. "(El Evangelio según el Espiritismo, capítulo XIX, punto 6)
De acuerdo con el médico norteamericano Harold Koenig, la religión puede alentar pensamientos mágicos, ya que la gente reza esperando una cura como si Dios fuera un genio gigante a punto de atender todo y cualquier deseo humano.
Lo anterior, a menudo, se convierte en un obstáculo para que los aspectos religiosos sean vistos como algo a sumar y no a dificultar la vida de los individuos. Con el fin de minimizar o evitar estas dificultades se hace necesaria una comunicación más abierta entre profesionales de la salud y pacientes, sobre los asuntos espirituales, entender el punto de vista del paciente, comprendiendo la lógica de su decisión. Y en el contexto familiar no es muy diferente, pues el diálogo entre los miembros de la familia es imprescindible para el mantenimiento de las relaciones equilibradas y saludables.
En su experiencia, ¿cuáles son los beneficios que la espiritualidad trae a la dinámica de una familia?
Los individuos y sus familias buscan, en sus creencias religiosas, principalmente, el consuelo y la mejora para sus enfermedades físicas y del alma. Las personas con conocimientos religiosos se movilizan para reducir la ansiedad, aumentar la esperanza o el sentido del control. En cuanto a la práctica religiosa, las personas pueden rezar, meditar, leer escrituras religiosas, asistir a servicios religiosos, tomar parte en rituales religiosos, o confiar en el apoyo religioso proveniente del clero o de otros miembros de la iglesia, sinagoga, mezquita o templo. Las creencias religiosas y sus prácticas se utilizan para regular la emoción durante los tiempos de enfermedades, cambios y circunstancias que están fuera del control personal de los individuos.
Aunque las diferencias de orientación religiosa, el blanco, el objetivo principal de la espiritualidad, es estar abierta a la dimensión trascendente de la vida y de todas las relaciones, tanto en la práctica diaria como en la adversidad. Con un pluralismo espiritual e investigación apreciable, los terapeutas pueden respetar la dignidad, el valor y el potencial de todos los miembros de la familia y apoyar su jornada espiritual en la búsqueda de mayor significado, conexión y realización mientras avanzan en sus vidas.
Incentivar la práctica religiosa de ninguna manera concurre con cualquier tratamiento, sólo viene a añadir más recursos a los individuos, muchas veces enfocados en el materialismo y necesitados de Dios.
A partir de la reanudación o inserción de espiritualidad en los contextos familiares veo la mejora, y / o apertura al diálogo, que muchas veces es el punto de mayor divergencia, debido a las dificultades de respetar el punto de vista de cada uno y deshacernos del orgullo, de la vanidad y del egoísmo. En vez de medir fuerzas con los  demás (familia), ejercitamos el amor y la caridad, y sólo con Dios / espiritualidad en el corazón es posible.

                  
Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

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