Especial |
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por
Paulo Sergio de Oliveira |
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El legado de Chico Xavier (Parte
1)
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Francisco Cândido Xavier, referencia segura para todo
aquel, espírita o no, que quiera buscar la paz interior,
condición necesaria para la elevación a los planos
mayores de la vida, nació el 2/4/1910, en una pequeña
ciudad llamada Pedro
Leopoldo, en el interior de Minas Gerais, en una familia
compuesta por su padre Juan Cândido Xavier, su madre Dña.
Maria de San Juan de Dios y otros ocho hermanos. Familia
muy pobre sin muchos recursos materiales, de cuyo seno
saldría el mayor y más eficaz instrumento de la
espiritualidad superior para la realización de un
trabajo de gran monta y repercusión: Profundizar y
aclarar la Codificación Espírita, realizada por Allan
Kardec a mediados del siglo. XIX, y que completaría las
ideas allí propuestas con total claridad y profundidad,
sin alterar la esencia del mensaje traído por los
Espíritus superiores, que componen el equipo de El
Espíritu Verdad, en una completa alineación con las
bases y que, por su buen sentido, disciplina y esfuerzo
en el trabajo constante y constructivo, nos ha traído la
Tercera Revelación Divina, es decir, la Doctrina de los
Espíritus.
Nuestra idea es presentar al querido Chico bajo algunos
aspectos para que podamos comprender su legado, bajo
cuatro ángulos: humano, mediúmnico, moral y doctrinario.
Chico Xavier – El Hombre
Los relatos innumerables de familiares, amigos,
compañeros de trabajo traen en común la constatación de
alguien que trabajaba y vivía para que pudiera atender a
los compromisos asumidos, así como a todos los trabajos
que tenía por realizar, siempre de manera ordenada,
entregando un resultado, tanto en el trabajo profesional
y en el trabajo espiritual, de calidad y de
responsabilidad. Colegas de trabajo en la Hacienda
Modelo - perteneciente al El Ministerio de
Agricultura-donde Chico ocupaba el cargo de Secretario,
decían del privilegio que fue convivir y trabajar con él,
pues siempre procuraba crear un ambiente de alegría, paz
y cooperación.
Durante toda su vida, sacó lo necesario para su
subsistencia del trabajo material realizado desde muy
joven, iniciado a los nueve años de edad cuando
trabajaba en la fábrica de tejidos en Pedro Leopoldo.
Con su ejemplo de vida nos inspira a buscar realizar
nuestra renovación. No vamos a alcanzar el nivel de
desarrollo de Chico, hoy o mañana, porque eso llevará
mucho más tiempo, pero como él mismo afirmaba, citando
palabras de Emmanuel, su mentor y guía, que "no podemos
hacer un nuevo comienzo, pero podemos recomenzar y hacer
un nuevo final ".
El legado del hombre Chico Xavier es ante todo el
ejemplo de vida para que podamos seguir viviendo y
buscando el conocimiento de nosotros mismos, con la
decisión firme de cambio en la dirección de la práctica
del bien y del amor.
Sin idolatrar a la persona de Chico Xavier, necesitamos
percibir que él era un hombre común, aunque era
especial. Hombre con necesidades humanas y que enfrentó
reveses en el ámbito familiar, aun cuando fuera
enfrentado por sus hermanos para que se mudara de su
casa porque no estaban aguantando tanto movimiento en
torno al médium, hecho que llevaba al desagrado de
algunos. Pero, incluso allí, nunca hubo ruptura con la
familia, sino comprensión. No se alejó espiritualmente
de ellos y los recibía en Uberaba, como también iba a
visitarlos a Pedro Leopoldo. "Chico era un hombre del
mundo como cualquier otro, sujeto a angustias y dolores,
al hambre y al frío y a los equívocos de interpretación
[...] Tenía sueños y voluntades materiales, gustaba del
fútbol, de la TV, de cine y de otros entretenimientos,
aunque tuviera muy poco tiempo para eso".¹ Era una
persona bien humorada que le gustaba oír y contar
anécdotas, escuchar música, etc., demostrando así que
para ser un buen espírita, no se necesita ser serio ni
austero. ¡Espiritismo es la resurrección del Evangelio,
que es la Buena Nueva!
Según relata su hijo adoptivo Eurípedes Humberto Higino
dos Reyes, sabía reprender enérgicamente cuando era
necesario, pero sin perder el equilibrio emocional.
Sabía hablar con las personas, pues las conocía antes
que ellas abrieran la boca para hablar con él. Con su
mediumnidad y la sensibilidad agudísima sabía percibir
las intenciones y, en general, ya daba la respuesta a la
duda, o al comentario mental, del que se acercaba. Una
de las situaciones que demuestra esa capacidad de ser
enérgico sin ser agresivo, ocurrió en una cierta ocasión,
durante una reunión evangélica, en el barrio de
Abacateiro, un político pidió la palabra, pero en vez de
comentar sobre el tema que estaba siendo discutido,
disimuladamente, comenzó a hacer campaña para las
próximas elecciones. Hubo una reprensión inmediata y
pública por parte de Chico: '¡Doctor, eso aquí no es
conveniente!' "². Naturalmente, el individuo se calló
muy contrariado y la reunión prosiguió.
El legado del hombre Chico Xavier también nos lleva a la
cuestión de cómo encarar los problemas físicos, que eran
muchos. Cuando fue niño, sufrió una molestia de piel,
fue operado del talón, donde creció un tumor, sufrió de
los diez a los quince años de una enfermedad que es
conocida como "mal de San Vito". Sus ojos tenían graves
problemas: estrabismo en la vista derecha y
desplazamiento del cristalino en la izquierda, sujeto a
constantes sangrados, obligándolo desde los 21 años a
usar gafas oscuras. En 1969 el gran médium Zé Arigó se
propuso a operar los ojos de Chico, pero él lo rechazó,
diciendo que: "La enfermedad es "una prueba de los
espíritus que debo soportar." Y sobre la enfermedad,
Chico decía que era una bendición, pues: "... la
molestia controla mis impulsos, ayudando, como el freno
auxilia al animal en la domesticación necesaria. Para no
mirar lo que no debe mirar, no tener ambición de poseer
eso y aquello”.
En 1951 sufre una crisis de hernia estrangulada, siendo
internado en el hospital San Juan Bautista de Pedro
Leopoldo, donde fue operado. Por consejo médico, se
traslada a Uberaba, en enero de 1959, mejorando de la
hernia y también de la laberintitis y la angina que
adquirió en función del infarto sufrido.
La herencia que Chico nos deja con relación a las
enfermedades que lo acometieron es la comprensión de que
esas enfermedades no representaban un mal, sino un bien
en su vida, pues permitía que él pudiera concentrarse en
su misión sin dejarse llevar por los llamamientos de la
materia. Nos da el ejemplo de resignación ante los males
que sufría, entendiendo que la resignación es la
concordancia del corazón, o sea, es el equivalente al "Señor,
hágase tu voluntad y no la mía". En cuanto a este
aspecto, nos pone a reflexionar sobre nuestra propia
actitud ante la vida y sus reveses. ¿Nos estamos
sintiendo despreciados por Dios? ¿Abandonados por los
Espíritus Amigos? ¿Nuestros problemas son mayores y más
difíciles de resolver? Miremos a Chico sin la idolatría
que normalmente practicamos, sino con los ojos que ven
al ser humano que sufrió callado y feliz, trabajando
incansablemente para realizar su misión.
Es claro que el pensamiento del "Pero yo no soy Chico
Xavier" surgirá en nuestra mente. Sin duda, no lo somos,
pero podremos serlo en la medida en que nos movemos para
cambiar nuestro punto de vista. El legado de él en el
sentido puede ayudarnos a encarar con más ligereza los
males que surgen en nuestras vidas, recordando que esos
surgen como consecuencia de nuestras propias acciones y
que estamos haciendo hoy un saldado de cuentas.
Para terminar este análisis en cuanto al legado del
hombre Chico Xavier, vale recordar aquí su actitud hacia
los demás, al pueblo que lo rodeaba, no permitiendo, en
ningún momento, que lo elevaran por encima de
quienquiera que fuera. ¡Decía sentirse tan
insignificante como una pequeña mota! En su boca, esa
frase sonaba con humildad verdadera, pues salía de su
corazón.
Ser humilde es un ejercicio de desprendimiento que
presupone sabiduría. San Agustín, un gran filósofo de la
Iglesia Católica, que compone el equipo del Espíritu
Verdad, contribuyendo inmensamente en la codificación
del Espiritismo, entendía que la exhortación hecha por
Jesús con relación a los "Bienaventurados los pobres en
espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos",
como siendo el pobre en espíritu alguien simple, y no
inflado. Normalmente, nos sentimos garbosos e hinchados
por el orgullo y la vanidad, por lo que Jesús prometió
el Reino de los Cielos a los "pobres en espíritu", o sea,
a los humildes. Chico representa muy bien esa condición
de humildad que demostró en sus acciones junto al pueblo
que lo buscaba, al que siempre amó con inmensa fidelidad,
y con el que se sentía muy bien y feliz. Nunca trató a
nadie de forma diferenciada, pues sentía que todos eran
igual a él y él igual a todos. Sabía escuchar y
conversar con calma, respeto y amor.
Jesús nos dejó un mensaje para que "cuando seas
invitado, vayas a tomar el último lugar, para que cuando
llegue el que te invitó, te diga: Amigo, pasa más
adelante. Entonces serás honrado en la presencia de
todos los invitados. Porque todo el que se exalta será
humillado, y todo el que se humilla será exaltado.”
(Lucas 14: 10,11). Chico Xavier fue invitado por Jesús a
ocupar el lugar del hombre simple y humilde durante una
encarnación que duró 92 años, pero que, al desencarnar,
el gran Maestro lo llamó a los lugares primeros de la
Boda de Luz y de Amor, para la cual fue invitado el
amigo querido.
Chico Xavier – el médium
Chico Xavier fue, en los últimos tiempos, el mayor
médium de que tenemos noticia, no sólo por el legado que
nos deja de sus más de 450 libros publicados en diversos
idiomas y por los notables fenómenos producidos por él,
bajo la dirección segura de Emmanuel, su mentor y amigo,
así como de un equipo de Espíritus notables e iluminados
como Dr. Bezerra de Menezes, Auta de Souza, Hermana
Sheilla, Meimei, Humberto de Campos, André Luiz, además
del propio Emmanuel que nos trae páginas de profunda
belleza y de llamamiento de atención para cuestiones
urgentes para nuestro progreso. Poseía diversos tipos
de mediumnidad: psicografia, psicofonía, clarividencia,
clariaudencia, fenómenos físicos, curación, doble vista,
telepatía, desdoblamiento entre otros, las cuales colocó
sistemáticamente al servicio del bien, de la práctica de
la caridad y del amor verdadero.
En El Libro de los Médiums, cap XX, ítem 227, Allan
Kardec relaciona las cualidades que atraen a los buenos
espíritus: bondad, benevolencia, sencillez de corazón,
amor al prójimo y desprendimiento de las cosas
materiales.
(Este artículo se completará en la próxima edición de
esta revista.)
Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com
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