Tema: Organización
El monito Mico y su amiga organizada
Vivían en un mismo árbol un monito llamado Mico y una
ardilla hembra que se llamaba Lila.
Ella vivía en el tronco, en una casita bonita y
arreglada.
Mico vivía en la copa del árbol. Su cara estaba hecha de
ramas, pero tenía huecos y era muy desordenada. A él no
le gustaba gastar su tiempo arreglando nada.
A veces, allá en la cima, él lograba ver a la vecina
limpiando su casa. Ella iba y venía, llevaba restos de
comida, quitaba el polvo a los muebles con su cola
peluda, traía flores para embellecer el ambiente y
organizaba sus cosas. Pasaba horas en esa tarea, pero el
resultado final era siempre compensador. Dabagusto
entrar a la casa de Lila.
Viéndola así, tan activa, a veces Mico pensaba:
- ¡Qué exageración! ¡Ella debería relajarse más! ¡Parece
que solo piensa en el orden!
Otras veces, pensaba que debía seguir el ejemplo de
Lila, pues él mismo se incomodaba de vivir en medio de
tanto desorden y suciedad.
- ¡Cuando tenga tiempo voy a hacer una buena limpieza
aquí, en casa! – pensaba Mico.
Pero el tiempo pasaba y él nunca hacía nada. Lo que Mico
quería era disfrutar la vida, pasear, encontrar a sus
amigos, comer frutas deliciosas. Nunca
reservaba un tiempo para organizar la casa.
Un día, el monito estaba en una rama muy alta, comiendo
frutitas maduras, cuando una abeja que estaba en las
frutas le picó el rostro. Se llevó un susto tan grande
por el dolor de la picadura que dio un grito, tiró lejos
la fruta y corrió a su casa.
Llegando allá, buscó un espejo para mirar su rostro, que
le estaba doliendo mucho,
pero no lo encontró. Mico comenzó a sentirse mal. Colocó
la mano en la mejilla
y sintió que estaba caliente e hinchada. Quedó asustado,
pues se acordó que era alérgico a las picaduras y
necesitaba tomar cuanto antes el remedio que le impedía
la reacción.
Buscaba el remedio aquí y allá, y nada. Hacía tiempo que
no le picaba nada y el remedio había quedado perdido por
la casa. Mientras buscaba, sentía que su rostro se
hinchaba cada vez más. Hasta que finalmente lo encontró,
pero la caja toda arrugada y vieja mostraba que el
remedio ya estaba vencido.
Desesperado, Mico decidió buscar ayuda y bajó corriendo
hasta la casa de Lila. Ella lo atendió en la puerta,
gentil como siempre, pero casi se cayó de espaldas al
ver a su vecino con toda la cara roja e hinchada.
- ¡Dios mío! ¿Qué pasó, Mico? ¿Te caíste del árbol, de
cara al suelo? – preguntó asustada.
Mico intentó explicar, pero no podía hablar, pues
también tenía la lengua hinchada y dificultad para
respirar.
- ¡Alergia! ¡Abeja! – dijo él, muy nervioso.
Linda no dijo nada, apenas abrió los ojos, comprendiendo
la gravedad de la situación, y corrió hacia dentro. Fue
hasta el armario donde guardaba sus remedios y en pocos
segundos estaba de regreso con una pastilla y un vaso de
agua. Mico tomó deprisa la pastilla y Lila lo recostó
cómodamente en el sofá.
Lila entonces corrió al teléfono, donde ya había
registrado el número del Hospital del Bosque. Con pocas
palabras, explicó lo que pasaba y pidió ayuda inmediata.
Colgó el teléfono y corrió al frente de la casa. Pronto
avistó, volando rápido, a Doña Búho, la enfermera
especializada del bosque.
Lila grito e hizo señas a ella, para que identificara la
casa. La enfermera se posó a su lado e inmediatamente
fue llevada donde Mico. Ella le aplicó una inyección con
más medicamentos para la alergia y después pasó a
examinar sus síntomas.
Sin tardar mucho, llegaron también el Dr. Capibara y sus
dos asistentes, que traían una camilla.
El Dr. Capibara escuchó el relato de Lila y doña Búho.
Después de aliviar las condiciones de Mico, decidió
llevarlo al hospital.
Con la medicina y los cuidados que recibió, Mico logró
recuperarse del todo. Al día
siguiente, su rostro estaba normal. Él, sin embargo,
estaba diferente. Lo sucedido el día anterior lo hizo
pensar.
A Mico le dieron de alta en el hospital y, en el camino
de regreso a casa, pasó por la farmacia y compró el
remedio para la alergia. Él ahora iba a guardarlo
siempre en el mismo lugar y acordarse de comprar otro
cuando se venciera.
Cogió también por el camino las flores más bonitas que
encontró, haciendo un lindo ramo, que ofreció a la amiga
que lo salvó, junto con sus agradecimientos.
Ella se puso muy feliz al verlo recuperado y por haber
podido ayudarlo.
Se dieron un gran abrazo y Mico subió a la copa del
árbol, donde comenzó a arreglar su casa.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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