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Ser coherente pasó a ser un
deber consciente |
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La frase de arriba pertenece a nuestro entrevistado de
hoy, el cofrade Marco Antonio Figueiredo Milani
Filho, mejor conocido como Marco Milani (foto).
Nacido en la capital paulista y
actualmente residiendo en Holambra, en el interior del
estado, Milani es espírita desde 1988. Economista y
profesor universitario, está vinculado a la USE - Unión
de Sociedades Espíritas del Estado de São Paulo, como
Presidente de la USE Regional Campinas y director del
Departamento de Doctrina de la USE estatal.
En esta entrevista, nos habla sobre el
tema de la coherencia doctrinaria.
¿Cómo ubicar debidamente para el
pensamiento espírita y su movimiento la expresión
"coherencia doctrinaria"?
De origen latino, la palabra coherencia
significa conexión o cohesión. En general, implica el
nexo y uniformidad de un conjunto de ideas. Alguien que
sea coherente se expresa de una manera lógica, capaz de
permitir a sus interlocutores la comprensión clara y sin
contradicciones sobre su discurso o sus actitudes. Por
lo tanto, los adeptos a cualquier doctrina deben
expresar, consistentemente, los principios y valores del
sistema que abrazan. Esto ocurre en el Espiritismo. El
espírita comprende, respeta y ejemplifica la Doctrina de
los Espíritus, debidamente presentada en las obras de
Allan Kardec.
¿Cuándo somos realmente coherentes con la Codificación
Espírita?
Por supuesto, no se puede esperar que
todos los adeptos tengan el mismo grado de madurez,
comprensión y experiencia de los principios
doctrinarios, pero la coherencia se caracteriza por la
ejemplificación de los principios y valores espíritas en
la vida de este adepto, según la su grado de
comprensión. Sin embargo, entre los que asumen
responsabilidades directivas en las instituciones
espiritas, se espera que, mínimamente, puedan orientar y
esclarecer a los asistentes y colaboradores con mayor
seguridad y base conceptual.
Cite algunas incoherencias que
choquen con el pensamiento espírita genuino.
Toda práctica o concepto que choque con
las enseñanzas de los Espíritus, que pasaron por el
tamiz de la universalidad y fueron presentados por Allan
Kardec, pueden ser considerados incoherentes. Algunos
ejemplos son: cromoterapia, apometría, ritualización de
actividades en la casa espírita, idolatría de médiums y
conferencistas, desprecio de la ciencia como un elemento
necesario para el avance del conocimiento espírita y la
postura de la iglesia que estimula la fe ciega, entre
otros.
¿Dónde está el punto fundamental de la coherencia
doctrinaria?
El estudio constante de las obras de
Allan Kardec para adoptarlas como "piedra de toque”,
como decía el recordado Herculano Pires. Esto, de
ninguna manera, significa rigidez o impedimento al
desarrollo del conocimiento, sino una condición esencial
para conocer el cuerpo teórico del Espiritismo y
legitimar cualquier reflexión sobre sus principios.
En la literatura espírita,
específicamente, ¿cómo identificar este parámetro para
que no nos dejemos engañar?
Sin consistencia de la base doctrinaria,
se hace frágil el referente que posee el lector para
poder separar la cizaña de la semilla buena. Así como
nos orientó el Espíritu de Verdad en su mensaje que
consta en el capítulo 6 del libro El Evangelio según
el Espiritismo, debemos meditar sobre todas las
cosas que nos son reveladas o presentadas con el fin de
no mezclar las utopías o fantasías con las verdades.
Podemos leer de todo, pero es necesario tener parámetros
comparativos doctrinarios seguros que sólo el estudio de
las obras de Kardec nos proporciona.
En la práctica rutinaria de las
instituciones espíritas, ¿cuándo chocamos con esta
coherencia?
Cuando los dirigentes y todos los
espíritas sinceros se apartan del deber de repudiar y
desautorizar abiertamente los abusos que puedan
comprometer al Espiritismo. Tal como afirmó Kardec en
la Revista Espíritade junio de 1865, hacer un
pacto con estos abusos sería volverse cómplice y
proporcionar armas a nuestros adversarios. Al asumir que
está innovando o desarrollando las actividades de la
casa espírita introduciendo nuevas prácticas o conceptos
sin la debida base doctrinaria, el dirigente corre el
riesgo de distorsionar y tergiversar las enseñanzas de
los Espíritus y confundir y desorientar a los
frecuentadores.
De sus estudios sobre este tema, ¿qué le llama más la
atención?
Estudiar a Kardec exige disciplina y
madurez. No se requiere tener títulos universitarios,
basta tener buena voluntad y cualquiera puede hacerlo.
Quien así procede, valora la oportunidad que tenemos en
esta encarnación para mejorar nuestros conocimientos y
adoptar referencias seguras para el progreso moral e
intelectual del ser. La comodidad y el deslumbramiento
de algunos adeptos al ignorar el estudio serio y
perseverante de las obras fundamentales de Allan Kardec
para abrazar ideas fantasiosas son desafíos a ser
enfrentaos en el movimiento espirita, pero es parte de
este mismo proceso de mejora, porque cada uno tiene su
ritmo.
Como ciudadanos espíritas, estudiosos
y frecuentadores espíritas, ¿qué parámetro debemos usar
para ser coherentes con el Espiritismo?
Debemos tener el compromiso con el
estudio serio y constante de los principios y valores
doctrinarios, ejemplificándolos en las relaciones
cotidianas en la familia, con los amigos, en el ambiente
profesional y en el trato social en general.
En los fundamentos de la Doctrina
Espírita, ¿hay algún ítem específico que pueda guiar
nuestras observaciones y estudios en esa dirección?
Sí, la fe razonada. Pasamos muchas
encarnaciones subyugados por doctrinas y filosofías
impositivas, orientadas a formatear al individuo y que
violentaban las conciencias. El Espiritismo es una
doctrina emancipadora, que viene en el momento en que la
humanidad ya tenía madurez para romper con esos hábitos
y costumbres coercitivos y que libera al individuo de
los grilletes de la ignorancia sobre la realidad en la
que vive. Al asumir la responsabilidad de su destino,
las consecuencias serán proporcionales a esta nueva
situación. Ser coherente pasó a ser un deber consciente.
¿Algo más que le gustaría añadir?
Hoy en día, la tecnología permite nuevas
e intensas interacciones sociales en la red,
favoreciendo la difusión más intensa de la información y
el conocimiento. El contenido espirita y espiritualista,
en general, es tratado de diferentes maneras en este
proceso. Cuanto más presente esté el conocimiento
doctrinario, más fácilmente podremos ser coherentes en
nuestras comunicaciones en estos nuevos ambientes
virtuales e influenciar positivamente en los que estén
en contacto. Igualmente, cuanto menos conozcamos a
Kardec, mayores son las posibilidades de emitir
opiniones incorrectas e infundadas sobre el tema,
asumiendo la responsabilidad de las distorsiones que
provocamos. ¡Seamos coherentes!
Sus palabras finales.
Ser coherente
no significa que no sea posible cuestionar o estar en
desacuerdo con los Espíritus, pero la Doctrina Espirita
fue estructurada con una consistencia interna innegable
y la universalidad de las enseñanzas de los Espíritus le
confiere legitimidad metodológica, por lo tanto, no es
suficiente abrazar ideas antagónicas sin evidencia ni
validación por diferentes fuentes para sustituir a
aquellas que ya existen en la Codificación y pensar que
se está revolucionando la interpretación de la realidad.
La coherencia doctrinaria es, principalmente, un
compromiso con la verdad basada en la razón y en los
hechos.