Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada

 
Tema: Reforma Íntima


La virtud se aprende


Como vimos semanas atrás, la ardilla Lila y el monito Mico eran amigos y vivían en el mismo árbol.

Lila era toda organizada y Mico, al contrario, muy desordenado.

Todos seguramente recuerdan que una vez Mico fue picado por una abeja y la pasó muy mal. Y solo pudo salvarse porque pidió ayuda a Lila, que tenía el remedio contra la alergia dentro de la fecha de validez y sabía dónde estaba guardada la medicina. Lila también tenía el teléfono de emergencia del hospital y sabía qué hacer. Por eso pudo ayudar a su amigo.

Mico quedó muy asustado con esa experiencia y, cuando se recuperó, tomó la decisión de cambiar sus hábitos y ser más disciplinado.

Comenzó su cambio comprando el remedio para la alergia y decidió colocarlo en el armario, en un lugar muy visible.

Pero el armario estaba lleno de ropa arrugada y hasta sucia, entonces Mico sacó todo de ahí y lo lanzó encima de la cama. Llevó algunos trajes sucios al baño, para juntarlos con otros que estaban ahí, pero eran tantos que algunos se cayeron por el camino.

Puso la ropa en un balde con agua para lavarla. Algunos trajes estaban con barro y ensuciaron el agua y la otra ropa. Como el balde estaba muy lleno, el agua sucia se derramó. Cuando Mico fue a buscar el jabón, marcó todo el piso con pisadas de suciedad.

Decidió hacer una pausa y tomar un lonche. En la cocina, la situación no era mejor. La vajilla estaba siempre sucia, encima del lavadero o de la mesa. Abrió la refrigeradora y no encontró nada para comer. Se había olvidado de hacer las compras. Por eso había ido a coger las bayas del árbol el día anterior y acabó llevándose la picadura de la abeja.

Mico decidió salir para comprar comida. Compró muchas frutas y semillas, pero quedó cansado de cargar todo a su casa en lo alto del árbol.

Además de cansado, ya tenía hambre. Mico comió las bayas y decidió tomar una siesta. Pero su cama todavía estaba llena de ropa. Entonces se echó en el sofá.

Cuando despertó, su casa todavía estaba toda desordenada. Mico continuó su trabajo. Lavó buena parte de la vajilla sucia, limpió más o menos las pisadas de suciedad por la casa y guardó algunas cosas en sus lugares. Pero no le dio tiempo de arreglar la ropa, y tuvo que tirarlas al piso para poder dormir en su cama.

Al día siguiente, Mico tuvo que ensuciar alguna vajilla para comer y usar ropa limpia, que también quedó sucia. Por otra parte, ese día llovió fuerte y trajo un poco de hojas dentro de casa. Mico también se olvidó de recoger la ropa lavada que estaba colgada. Todo quedó mojado y sucio.

Mico, en pocos días, se dio cuenta de que no estaba logrando dejar su casa en orden. Había muchas cosas que hacer. A veces, no sabía qué hacer primero. Pronto acabó desanimado y desistiendo ser organizado.

Un día, encontró a Lila y ella trajo el tema:

- ¿Cómo vas, Mico? ¿Tu casa está quedando como querías?

- ¡No, Lila! ¡lamentablemente no! – respondió el monito triste. – Descubrí que no sirvo para esto. Yo quisiera haber nacido con tu don. Admiro mucho tu casa, tu trabajo organizado, tu puntualidad. Pero yo no soy así, no sirve, tengo que conformarme.

Lila se asombró con la respuesta de su amigo. Y, por querer su bien, comenzó a explicar, gentilmente:

- Sabes, Mico, yo estoy frecuentando hace algún tiempo el Centro Espírita y allá estoy aprendiendo cosas muy interesantes. Según la Doctrina Espírita, todos nosotros somos creados iguales por Dios. Él no da dones a unos y a otros no. Las virtudes que poseemos son nuestras conquistas, son cosas que aprendemos durante nuestra evolución. Entonces, yo no soy mejor que tu porque puedo ser organizada. Yo tuve ese aprendizaje. Probablemente porque desde pequeña mi mamá me fue enseñando. Nosotros éramos muchos hermanos y ella nos exigía que fuéramos disciplinados, pues ella no podía hacerlo todo sola. Eso terminó siendo bueno para mí. Fui creciendo y ya podía organizarme.

- Pues sí, Lila, ¡pero yo no! Y ahora que lo intenté, no lo logré – dijo Mico.

- ¿Sabes otra cosa que yo aprendí con el Espiritismo, Mico? – dijo Lila, buscando alentar a su amigo. – Las virtudes que ya conquistamos deben ser utilizadas para ayudar al prójimo. Entonces, si tu quieres, puedo ayudarte – concluyó sonriendo.

Mico se llenó de alegría. Con Lila a su lado, sería mucho más fácil.

- ¡Claro que quiero, Lila! ¡Sería muy bueno! ¡Muchas gracias! – respondió Mico, feliz.

Los dos se pusieron de curdo en todo y, en la hora acordada, Lila llegó a casa de Mico con cajas, bolsas de basura, etiquetas y una agenda.

Lila enseñó a Mico a hacer listas de tareas y prioridades. Dio varios consejos de cómo hacer, con mayor eficiencia, los servicios domésticos. Enseñó a Mico a planificar para llegar con antelación a los compromisos. También arreglaron juntos un lugar a cada cosa y sacaron fuera, o separaron para donar, todo lo que él ya no usaba.

En poco tiempo, la vida (y la casa) de Mico había cambiado para mejor. Él se esforzaba bastante y se sentía realizado con el progreso que iba haciendo.

De vez em cuando él pensaba:

- Lila y la Doctrina Espírita están en lo cierto. ¡La virtud se aprende y se conquista!

  

Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


Material de apoio para evangelizadores:

Clique para baixar: Atividades

marcelapradacontato@gmail.com




 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita