Especial

por Andres Gustavo Arruda

Dos riquezas reales

El Espíritu Pascal, en El Evangelio según el Espiritismo, cap. En el sentido de que el hombre sólo posee verdaderamente lo que es de uso del alma, es decir, la inteligencia, los conocimientos, las cualidades morales, atributos que no le pueden ser retirados, ya que la evolución espiritual es individual e intransferible, no siendo posible a nadie adquirir títulos de ennoblecimiento para pasarlos a otro.

De esta forma, "el perfeccionamiento del Espíritu es fruto de su propio trabajo. No pudiendo, en una sola existencia corporal, adquirir todas las cualidades morales e intelectuales que lo han de conducir al objetivo, él lo alcanza por una sucesión de existencias, en cada una de las cuales da algunos pasos hacia adelante, en el camino del progreso.

Tal sucesión de existencias ocurre en diversos mundos, "apropiados a los diferentes grados de adelantamiento de los Espíritus y donde la existencia corporal presenta condiciones muy diferentes".

En el caso de la Tierra, sabemos que pertenece a la categoría de los mundos de expiaciones y pruebas, por lo que no es de extrañar que nuestra existencia aquí marcada por varios hechos turbulentos, o muchas cosas que prueban nuestra capacidad de resignación, de ahí se dice comúnmente que es necesario tener paciencia de Job para soportar todo.

La expresión, en efecto, se remonta a una de las historias más antiguas narradas en la Biblia. Job era el hombre más rico de la región en que vivía. Poseía miles de ovejas y camellos, cientos de rebaños de bueyes y asnos, una inmensa propiedad, siete hijos, tres hijas y gran cantidad de criados. Era considerado un hombre bueno, justo y temeroso de Dios.

La fe de Job fue severamente probada cuando el mal lo alcanzó de diferentes formas.

En un mismo día, su propiedad fue invadida y saqueada, sus rebaños fueron robados, sus empleados asesinados y sus hijos e hijas murieron cuando la casa se derrumbó sobre ellos, en medio de un viento muy fuerte venido del desierto.

Job se entristeció profundamente, se postró en el suelo y oró. No se rebeló. Reconoció que todo lo que había sido dado por Dios y que el Señor había hallado por sacar todo de él. De esa forma, afirmó su fe y mostró resignación a la voluntad del Padre. Sin embargo, las problemáticas continuaron. Él tuvo el cuerpo cubierto de llagas. Era la temida lepra.

Su esposa, atormentada por el dolor, dijo que debía maldecir a Dios y morir. Sin embargo, Job permaneció firme en su fe. La esposa, revuelta, lo abandonó. Solo, aislado, Job fue visitado por tres amigos que, en vez de consolarlo, intentaron convencerlo de que Dios lo estaba castigando por sus muchos pecados.

Job discrepó de ellos, reafirmó su fe en la bondad y justicia divinas y aún oró al Señor para que no castigara a sus amigos.

Por su fe inquebrantable, por su paciencia en soportar todo, después de algún tiempo, el Padre Celestial le permitió la restitución de la salud, curándolo de la lepra. Después, Job consiguió recuperar, y duplicados, todos sus bienes.

Se volvió a casar y tuvo diez hijos, concluyendo su vida, años más tarde, en felicidad.

Por eso, cabe citar al Espíritu Emmanuel, para quien la verdadera paciencia "es siempre una exteriorización del alma que realizó mucho amor en sí misma, para darlo a otro, en la ejemplificación.

Este amor es la expresión fraternal que considera a todas las criaturas como hermanas, en cualquier circunstancia, sin despreciar la energía para esclarecer la incomprensión, cuando esto sea indispensable.

De hecho, en el momento en que se encontraba solo y que fue visitado por los amigos, que lo indujeron a creer que estaba siendo castigado por Dios, Job, al discrepar de ellos, usó de energía para esclarecer la incomprensión.

Además, Job consideraba usufructuario de los bienes que Dios le había concedido, ya que sabía que lo que el Creador le había dado podía retirarle.

El usufructuario es "aquel que tiene derecho al usufructo; quien puede gozar de un bien, mueble o inmueble, que no le pertenece.

En el libro Calma, Emmanuel asevera que, ante las Leyes de la Tierra, la propiedad, pertenezca al grupo social o al individuo, es siempre acreedora de respeto; sin embargo, ante la Creación Divina, "la idea del usufructo es un gran factor de paciencia al corazón".

Al considerarnos usufructuarios de los bienes concedidos por la Divina Providencia, tendremos condiciones de atribuir a esos recursos su debido valor y, como Job, si tal vez estamos desprovistos de ellos, nos resignaremos ante la voluntad de Dios, y nos revestiremos de paciencia, riqueza real que debemos esforzarnos por adquirir, por bien de nuestra propia evolución.

Cabe aun mencionar otra riqueza real: la calma.

En El Evangelio según el Espiritismo, cap. V, ítem XXIII, el Espíritu Fénelon acentúa que el hombre vive incesantemente en busca de la felicidad en la Tierra, pero ella le huye de las manos, ya que la felicidad sin mezcla no existe en este planeta.

A pesar de ello, refiere el Espíritu nombrado que el hombre puede gozar de relativa felicidad, siempre y cuando no la busque en las cosas perecederas y sujetas a las mismas vicisitudes inherentes a su existencia en la Tierra, sino en los gozos imperecederos del alma, que son los preambulos de las alegrías celestes.

De este modo, prosigue Fénelon aduciendo que el hombre, en vez de buscar la paz del corazón, única felicidad real en este mundo, se muestra ávido de todo lo que le agita y perturba, y singularmente acaba creando para sí tormentos que le corresponde a él mismo evitar.

Además, cuestiona el Benefactor si habrá mayores tormentos que los que derivan de la envidia y de los celos, aseverando que, para el envidioso y el celoso, no hay reposo, porque siempre están febril.

Por otro lado, porque debemos tener siempre como referencia la conducta de Espíritus elevados, con el alcance de tener buenos ejemplos, citar un trecho de la cuestión 967 de El Libro de los Espíritus: "967. ¿En qué consiste la felicidad de los buenos Espíritus? En conocer todas las cosas; no tener odio, ni celos, ni envidia, ni ambición, ni ninguna de las pasiones que hacen la infelicidad de los hombres. [...] Los que son bastante adelantados comprenden la

felicidad de los que avanzaron más que ellos, y a ella aspiran, pero eso es para ellos motivo de emulación y no de envidia. Saben que de ellos depende alcanzarla y trabajan con eso fijo, pero con la calma de la conciencia pura [...].

Los Espíritus Superiores son tranquilos porque ya construyeron la serenidad interior, a costa del esfuerzo propio en la búsqueda de la comprensión y la autocomprensión, que se mantienen "por la tolerancia hacia los errores ajenos y hasta por la autoaceptación de nuestros propios errores, para saber corregirlos sin tumulto y pérdida de tiempo".

Por lo tanto, se comprueba que la calma es indisociable de la comprensión, de modo que, al comprendernos y comprender a los demás, conseguiremos mantenerse más proactivos que reactivos.

De esa suerte, en los días tomentosos, en que todo parece soplar y contrariar nuestra voluntad, debemos utilizar la riqueza de la calma para no quejarnos o actuar intempestivamente, y, a semejanza de Job, mantener fidelidad e total confianza en Dios.

Sin embargo, estemos también atentos a la necesidad de no crear males para nosotros mismos, como se mencionó, en la certeza de que a muchos tormentos se ahorra "aquel que sabe contentarse con lo que tiene, que nota sin envidia lo que no busca parecer más de lo que es. Ese es siempre rico, porque, si mira hacia abajo de sí y no hacia arriba, ve siempre criaturas que tienen menos que él. Es calmado, porque no crea para sí necesidades quiméricas. ¿Y no será una felicidad la calma, en medio de las tempestades de la vida?”.

Aunque Fénelon se ha referido a la calma como una felicidad, deducimos que ella es también una riqueza real, adquisición del Espíritu que ya logró el autocontrol.

La paciencia y la calma son, pues, dos riquezas reales que hacen nuestra existencia más leve y libre de los tormentos voluntarios, porque hay males que son inherentes a la existencia en el cuerpo de carne y, en consecuencia, no debemos crear otros más allá de éstos.


Bibliografia
:

PORTUGUÉS EN LÍNEA DICCIONARIO. Disponible en: dicionário on-line

MOMENTO ESPÍRITA. . La paciencia de Job. Disponible en: Momento espírita

KARDEC, Allan. El Espiritismo en su expresión más simple y otros opúsculos de Kardec; traducción de Evandro Noleto Bezerra. 2. ed. 1ª reimpr. En el caso de las mujeres.

KARDEC, Allan. El Evangelio según el Espiritismo: con explicaciones de las máximas morales del Cristo en concordancia con el Espiritismo y sus aplicaciones a las diversas circunstancias de la vida; traducción de Guillon Ribeiro da 3. ed. francesa, revisada y modificada por el autor en 1866.129. De acuerdo con lo establecido en el artículo anterior. En el caso de las mujeres.

KARDEC, Allan. El Libro de los Espíritus: Filosofía espiritualista; traducción de José Herculano Pires, revisada y anotada por el traductor para aclarar y actualizar los problemas del texto. 67. ed. Sao Paulo: LAKE de 2010.

XAVIER, Francisco Cândido. Calma. Dictado por el Espíritu Emmanuel. [s.l.]: Editora GEEM, 1979.

XAVIER, Francisco Cândido. El Consolador. Dictado por el Espíritu Emmanuel. 29. yd. 5. imp. Brasilia: FEB, 2017.

            
Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita