Especial

por Leda Maria Flaborea

Caminar para Jesús

 

Todos nosotros, en un momento determinado de nuestra existencia, nos damos cuenta de cuán cansados, desanimados, desesperados estamos al mismo tiempo experimentando los mismos problemas que parecen no tener solución. Si nos quedamos atentos a estos signos, podemos ver que la mayoría de las dificultades son el resultado de las mismas desafortunadas decisiones que tomamos, los mismos errores que cometimos, esperando que las cosas cambien. Parece claro, por lo tanto, que las elecciones iguales no conducen a soluciones diferentes. Y es en este momento que nos damos cuenta, también, de que algo en nosotros es requiriendo cambio. Es el comienzo de la conciencia y la necesidad de transformaciones en nuestro mundo interior.

Nuestro problema aparece así, no cómo hacer eso. Caminar hacia Jesús es ciertamente la respuesta correcta. Pero ¿por qué Jesús? Porque nadie como Él difundió tanta alegría, esperanza y fuerza de espíritu.

Es cierto que encontramos en la Tierra muchas lágrimas y sufrimientos, y así es por el grado de evolución en que cual vive la humanidad terrestre que yace en ella, de lo contrario, este planeta sería un paraíso. Pero a pesar de esto, el Cristo nunca condenó a los tristes y a los que padecían; en su lugar, buscó traerlos a sí mismo, consolándolos y diciendo: "Venid a mí, todos los que se afanan en el dolor y se sienten agobiados, y les daré descanso".

Después de todo, ¿qué consuelo fue ese? El consuelo que sus enseñanzas nos traen, hasta el día de hoy. Él nos enseña a tener fe en la bondad y la justicia divina, para que podamos cosechar las bendiciones paternas. Y ahora, en estos tiempos oscuros, más que nunca, sus palabras son bálsamos en nuestros corazones.

Sin embargo, si es fácil escuchar a Jesús decir, ven a mí, ¡es difícil ir hasta Él! Es difícil porque los lazos inmediatos que nos unen a los bienes terrenales son todavía muy fuertes, aunque nos sentimos cansados, infelices, vacíos por dentro, dándonos cuenta de que nos falta algo que no podemos definir. Y cuando ya tenemos algún conocimiento evangélico, no tenemos la paciencia para esperar el momento de la ayuda divina; eso es cuando conseguimos solicitar tal ayuda y el orgullo no nos impiden hacerlo. Además, también tenemos prisa por ver la promesa de Jesús de que Él nos aliviaría, como si nuestros problemas hubieran surgido de repente.

No ignoramos que el mejor remedio para nuestras aflicciones es la oración, pero como no conseguimos resolver los problemas rápidamente, como desearíamos, nos abandonamos al desánimo, desesperación, revuelta, y nos creemos olvidados por la divina providencia. Por este motivo, los espíritus amigos nos invitan, a través de las formas más diferentes, a la calma y la paciencia.

No podemos decir que Jesús no nos inspira a tomar el camino correcto. La vida actual está llena de recursos de comunicación y la vida espiritual no depende del tiempo ni del espacio.

Aquí, es un noble mensaje que nos llega a través de la televisión; allí es el teléfono que nos pone en contacto con un amigo que puede ayudarnos, si quisiéramos es el mensaje escrito y fraternal que nos llega a través de los ordenadores y, a veces, de personas que ni siquiera conocemos; es la lectura edificante de una crónica o artículo, en un periódico o en una revista, escrito por alguien a quien admiramos, pero que nunca vimos.

Así también son nuestras conexiones con el Cristo. Jesús no está ausente o es un símbolo muerto, como nos recuerda Emmanuel, estimado benefactor

espiritual. El es y será siempre para nosotros, los que declamamos aceptar el gobierno de nuestras vidas, el mentor vigilante y el ejemplo vivo. Nos prometió, mientras hablaba a sus discípulos: "He aquí, que yo estaré con vosotros, todos los días, hasta el fin de los siglos".

El Excelso Amigo permanece con los brazos extendidos, invitándonos a someternos a su dulce amor. Aquellos que creen, sienten esta invitación desde lo alto, pero la mayoría, sin embargo, no muestran firmeza para buscar Su compañía. Por esta razón, Jesús propone recursos para liberarnos de estas sombras que nos rodean, como la inercia, la ignorancia, la posesión, etc. Demuestra que es posible conquistar el equilibrio, la armonía, la luz interior.

¿Y qué recursos son estos? Jesús nos habla del amor y la fe. Del amor que, sustentado por la fe, se convierte en un canal que nos conecta con Dios – fuente inagotable del Amor - irrigándonos el Espíritu, para revitalizarnos frente a las luchas redentoras. Aquel que cree y ora recibe las fuerzas espirituales procedentes de regiones inaccesibles para nosotros, por el momento, produciendo una armonía y luz permanentes en su mundo interior, que se refleja a su alrededor e involucra a todo y a todos.

Este canal nos pone en sintonía con mentes superiores y nos impregna con energías saturadas de paz. En ese punto, es de fundamental importancia que no nos entreguemos al desánimo o el pesimismo, no importa cuál sea la razón que nos llevó a orar, para evitar que este canal se vea obstaculizado por sentimientos y pensamientos negativos.

Ante cualquier situación angustiosa o conflictiva, tranquilicemos la vida que nos rodea, tanto como sea posible, para que las bendiciones del Padre puedan llegar a nosotros, porque todo está dirigido hacia la paz, la armonía y la fraternidad. Todo lo demás es transitorio, fugaz, porque es de la ley del progreso que toda oscuridad se encamine a la luz; que toda ignorancia sea superada por la sabiduría; que todo egoísmo sea transformado en fraternidad; y que todo odio sea reemplazado por el amor.

La lucha redentora que enfrentamos hoy, resultado de elecciones infelices e ilusorias, a menudo de un pasado no muy lejano, debe verse y sentirse como una oportunidad bendecida para la reparación en dirección a Jesús. El Maestro está trabajando para nosotros, pero debemos hacer nuestra parte, porque no vale la pena tener esperanza en la inercia, en la pereza, en el descanso. Delante de las dificultades. Él está con nosotros todos los días. Y nosotros, ¿estamos con él? Hagamos esta pregunta a nuestra conciencia y busquemos una respuesta verdadera y transparente, sin disfraces ni excusas dentro de nosotros.

Será la carga que Jesús nos propone de ser más humildes, más caritativos, más fraternales, no desistiendo a los ideales de belleza interior, de no  ceder espacio al mal, no negociar con tentaciones de ningún tipo, permanecer rectos, ¿es más pesado que el que llevamos hoy?

Todos estamos en nuestro camino. Algunos más adelante que otros. ¿No es hora de aprovechar las oportunidades que diariamente nos son ofrecidas? El Señor está con nosotros esperando que estemos con Él.


Bibliografia:

XAVIER, F. C. Pão Nosso- ditado pelo Espírito Emmanuel –17ª edição – FEB Editora – Brasília/DF - lição 61.

XAVIER, F. C. Palavras de Vida Eterna – ditado pelo Espírito Emmanuel – 20ª edição – Editora CEC – Uberlândia/MG – lições 83 e 149.

KARDEC, Allan. O Evangelho Segundo o Espiritismo – Capítulo IX

Mateus, 28:20.

             
Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita