Todos
nosotros, en un momento determinado de nuestra
existencia, nos damos cuenta de cuán cansados,
desanimados, desesperados estamos al mismo tiempo
experimentando los mismos problemas que parecen no tener
solución. Si nos quedamos atentos a estos signos,
podemos ver que la mayoría de las dificultades son el
resultado de las mismas desafortunadas decisiones que
tomamos, los mismos errores que cometimos, esperando que
las cosas cambien. Parece claro, por lo tanto, que las
elecciones iguales no conducen a soluciones diferentes.
Y es en este momento que nos damos cuenta, también, de
que algo en nosotros es requiriendo cambio. Es el
comienzo de la conciencia y la necesidad de
transformaciones en nuestro mundo interior.
Nuestro
problema aparece así, no cómo hacer eso. Caminar hacia
Jesús es ciertamente la respuesta correcta. Pero ¿por
qué Jesús? Porque nadie como Él difundió tanta alegría,
esperanza y fuerza de espíritu.
Es cierto
que encontramos en la Tierra muchas lágrimas y
sufrimientos, y así es por el grado de evolución en que
cual vive la humanidad terrestre que yace en ella, de lo
contrario, este planeta sería un paraíso. Pero a pesar
de esto, el Cristo nunca condenó a los tristes y a los
que padecían; en su lugar, buscó traerlos a sí mismo,
consolándolos y diciendo: "Venid a mí, todos los que se
afanan en el dolor y se sienten agobiados, y les daré
descanso".
Después de
todo, ¿qué consuelo fue ese? El consuelo que sus
enseñanzas nos traen, hasta el día de hoy. Él nos enseña
a tener fe en la bondad y la justicia divina, para que
podamos cosechar las bendiciones paternas. Y ahora, en
estos tiempos oscuros, más que nunca, sus palabras son
bálsamos en nuestros corazones.
Sin
embargo, si es fácil escuchar a Jesús decir, ven a mí,
¡es difícil ir hasta Él! Es difícil porque los lazos
inmediatos que nos unen a los bienes terrenales son
todavía muy fuertes, aunque nos sentimos cansados,
infelices, vacíos por dentro, dándonos cuenta de que nos
falta algo que no podemos definir. Y cuando ya tenemos
algún conocimiento evangélico, no tenemos la paciencia
para esperar el momento de la ayuda divina; eso es
cuando conseguimos solicitar tal ayuda y el orgullo no
nos impiden hacerlo. Además, también tenemos prisa por
ver la promesa de Jesús de que Él nos aliviaría, como si
nuestros problemas hubieran surgido de repente.
No
ignoramos que el mejor remedio para nuestras aflicciones
es la oración, pero como no conseguimos resolver los
problemas rápidamente, como desearíamos, nos abandonamos
al desánimo, desesperación, revuelta, y nos creemos
olvidados por la divina providencia. Por este motivo,
los espíritus amigos nos invitan, a través de las formas
más diferentes, a la calma y la paciencia.
No podemos
decir que Jesús no nos inspira a tomar el camino
correcto. La vida actual está llena de recursos de
comunicación y la vida espiritual no depende del tiempo
ni del espacio.
Aquí, es
un noble mensaje que nos llega a través de la
televisión; allí es el teléfono que nos pone en contacto
con un amigo que puede ayudarnos, si quisiéramos es el
mensaje escrito y fraternal que nos llega a través de
los ordenadores y, a veces, de personas que ni siquiera
conocemos; es la lectura edificante de una crónica o
artículo, en un periódico o en una revista, escrito por
alguien a quien admiramos, pero que nunca vimos.
Así
también son nuestras conexiones con el Cristo. Jesús no
está ausente o es un símbolo muerto, como nos recuerda
Emmanuel, estimado benefactor
espiritual. El es y será siempre para nosotros, los que
declamamos aceptar el gobierno de nuestras vidas, el
mentor vigilante y el ejemplo vivo. Nos prometió,
mientras hablaba a sus discípulos: "He aquí, que yo
estaré con vosotros, todos los días, hasta el fin de los
siglos".
El Excelso
Amigo permanece con los brazos extendidos, invitándonos
a someternos a su dulce amor. Aquellos que creen,
sienten esta invitación desde lo alto, pero la mayoría,
sin embargo, no muestran firmeza para buscar Su
compañía. Por esta razón, Jesús propone recursos para
liberarnos de estas sombras que nos rodean, como la
inercia, la ignorancia, la posesión, etc. Demuestra que
es posible conquistar el equilibrio, la armonía, la luz
interior.
¿Y qué
recursos son estos? Jesús nos habla del amor y la fe.
Del amor que, sustentado por la fe, se convierte en un
canal que nos conecta con Dios – fuente inagotable del
Amor - irrigándonos el Espíritu, para revitalizarnos
frente a las luchas redentoras. Aquel que cree y ora
recibe las fuerzas espirituales procedentes de regiones
inaccesibles para nosotros, por el momento, produciendo
una armonía y luz permanentes en su mundo interior, que
se refleja a su alrededor e involucra a todo y a todos.
Este canal
nos pone en sintonía con mentes superiores y nos
impregna con energías saturadas de paz. En ese punto, es
de fundamental importancia que no nos entreguemos al
desánimo o el pesimismo, no importa cuál sea la razón
que nos llevó a orar, para evitar que este canal se vea
obstaculizado por sentimientos y pensamientos negativos.
Ante
cualquier situación angustiosa o conflictiva,
tranquilicemos la vida que nos rodea, tanto como sea
posible, para que las bendiciones del Padre puedan
llegar a nosotros, porque todo está dirigido hacia la
paz, la armonía y la fraternidad. Todo lo demás es
transitorio, fugaz, porque es de la ley del progreso que
toda oscuridad se encamine a la luz; que toda ignorancia
sea superada por la sabiduría; que todo egoísmo sea
transformado en fraternidad; y que todo odio sea
reemplazado por el amor.
La lucha
redentora que enfrentamos hoy, resultado de elecciones
infelices e ilusorias, a menudo de un pasado no muy
lejano, debe verse y sentirse como una oportunidad
bendecida para la reparación en dirección a Jesús. El
Maestro está trabajando para nosotros, pero debemos
hacer nuestra parte, porque no vale la pena tener
esperanza en la inercia, en la pereza, en el descanso.
Delante de las dificultades. Él está con nosotros todos
los días. Y nosotros, ¿estamos con él? Hagamos esta
pregunta a nuestra conciencia y busquemos una respuesta
verdadera y transparente, sin disfraces ni excusas
dentro de nosotros.
Será la
carga que Jesús nos propone de ser más humildes, más
caritativos, más fraternales, no desistiendo a los
ideales de belleza interior, de no ceder espacio al
mal, no negociar con tentaciones de ningún tipo,
permanecer rectos, ¿es más pesado que el que llevamos
hoy?
Todos
estamos en nuestro camino. Algunos más adelante que
otros. ¿No es hora de aprovechar las oportunidades que
diariamente nos son ofrecidas? El Señor está con
nosotros esperando que estemos con Él.
Bibliografia:
XAVIER, F. C. Pão Nosso-
ditado pelo Espírito Emmanuel –17ª edição – FEB Editora
– Brasília/DF - lição 61.
XAVIER, F. C. Palavras de
Vida Eterna – ditado pelo Espírito Emmanuel – 20ª edição
– Editora CEC – Uberlândia/MG – lições 83 e 149.
KARDEC, Allan. O Evangelho
Segundo o Espiritismo – Capítulo IX
Mateus, 28:20.