Tema: Superación
La solución de Arturo
Arturo llegó a casa regresando del colegio. Cargaba la
mochila y volvía con hambre, pues ya era hora de
almuerzo. Como Arturo ya no era más un niño, sus padres
dejaban que él regresara caminando solo, pues el colegio
no estaba lejos.
Tocó el timbre, pero nadie respondió. Normalmente, era
su madre quien le abría la puerta todos los días.
Insistió unas veces más, pero no obtuvo respuesta. La
casa estaba protegida por una gran reja de hierro y un
portón. Sus dos perros estaban sueltos por el espacio en
frente de la casa. Ellos se acercaron y Arturo los
acarició a través de la reja.
- ¿Dónde está mamá? ¿Saben? – dijo él, jugando, como si
sus perros pudieran responder.
Arturo comenzó a buscar su llavero en la mochila. Sus
padres habían hecho una copia de las llaves de la casa
para él y le habían recomendado que las cargara siempre
consigo. Pero como él pocas veces las usaba, no se
preocupaba mucho con eso. No
las encontró. Debía haberlas guardado en otro lugar.
Arturo comenzó a ponerse nervioso. Quiso molestarse con
su mamá, pensando que
ella debería estar ahí. Se sentó debajo del gran árbol
que quedaba enfrente de su casa.
- ¿Cuánto tiempo voy a tener que esperar aquí? ¿Adónde
habrá ido mi mamá?
¡Voy a morir de hambre! ¡Qué cosa tan molesta! –
reclamabaArturo.
El muchacho se quedó sentado ahí por algún tiempo. A
cada persona que se acercaba, Arturo miraba imaginando
que sería su mamá. Pero
no era.
Después de un tiempo, la irritación de Arturo fue dando
lugar a otros pensamientos.
Comenzó a preocuparse por su mamá. Podría haber habido
algún problema.
Ahora más calmado, Arturo se acordó de que su mamá
siempre decía que Dios permite que tengamos problemas
para que tengamos oportunidades de superarnos, aprender
y desarrollar nuevas habilidades. “Cuando aparece un
problema, Arturo, no sirve quedarse reclamando. Tienes
que concentrarte en ver lo que puedes hacer mejor para
superar o resolver esa situación”, le decía.
Arturo se levantó, valiente. Observando el árbol, vio
que una de sus ramas colgaba
más allá de la reja del portón.
Decidido, lanzó su mochila por encima de la reja y, con
esfuerzo, escaló el árbol. Se sujetó con los brazos y
las piernas a la rama, y se fue colgando hasta pasar por
encima de la reja. Soltó las piernas, se colgó con los
brazos estirados y saltó, cayendo sobre el pasto del
jardín.
Satisfecho, Arturo sonrió contento. Sus perros
nuevamente fueron a su encuentro, moviendo las colas:
- ¿Vieron lo que hice? – jugó Arturo alegremente.
En seguida, el joven fue hacia la puerta. Pero, como él
se lo esperaba, estaba trancada. Arturo dio la vuelta a
la casa e intentó entrar por la puerta trasera, que
abría hacia la cocina. Pero
estaba trancada también.
Pero Arturo no se desanimó. Estaba tan feliz por el
hecho de haber logrado pasar por encima de la reja, por
la rama del árbol, que continuó buscando una forma de
entrar en casa.
Forzó un poco la ventana de la cocina y logró abrirla.
Desde ahí, Arturo pudo ver la llave de la puerta encima
de la mesa.
En el armario del cuarto de servicio, Arturo cogió una
escoba y un pedazo de alambre. Lo amarró bien firme, en
la punta del palo, haciendo un gancho.
El muchacho colocó el palo de la escoba por la abertura
de la ventana, y, después de varios intentos, logró
“pescar” la llave y abrir la puerta.
Arturo buscó su mochila en el jardín y entró,
finalmente, a la casa. Abrió la refrigeradora, cogió
comida, la calentó, se frio unos huevos y almorzó.
Poco tiempo después, su madre llegó. Volvía apresurada,
imaginando encontrar a su hijo en la vereda esperándola.
Se sorprendió al encontrarlo en casa, alimentado y
tranquilo, viendo televisión.
- ¡Increíble, Arturo! ¡Qué
bueno, hijo! Pensé que estarías sin tus llaves. Qué
bueno que pudiste entrar – dijo ella.
- En verdad, no tenía mis llaves, pero lo logré –
respondió Arturo, sintiéndose victorioso.
Con emocionadas palabras narró cómo había resuelto la
situación.
La mamá se dio cuenta de que, lejos de estar molesto,
Arturo se sentía orgulloso por las decisiones que había
tomado.
El hijo, también queriendo entender lo que había pasado,
preguntó:
- Pero ¿qué pasó, mamá? ¿Por qué saliste? Estaba
preocupado.
La mamá, entonces, explicó:
- La tía Nina llamó afligida, pidiéndome ayuda, pues tu
prima Mariana no se sentía bien y hasta llegó a
desmayarse. Salí de casa a toda prisa para ayudarla y no
tuve tiempo siquiera de dejarte un recado. Llevamos a
Mariana a la sala de emergencia. El médico dijo que ella
estaba muy flaca debido a una virosis y porque tenía un
poco de anemia. Tuvo que tomar suero, pero ahora, con
los medicamentos y el tratamiento adecuado, pronto
estará bien.
- Probablemente, ahora Mariana va a tratar de
alimentarse mejor y cuidar más su salud – dijo Arturo. –
Después de todo, las dificultades siempre nos dan
lecciones, ¿verdad, mamá?
La mamá sonrió, comprendiendo que el hijo estaba
imitando sus palabras y respondió:
- ¡Por supuesto, querido!
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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