Especial

por Ricardo Baesso de Oliveira

Aspectos espirituales de la criminalidad

El hombre bueno, el buen tesoro de su corazón, coge el bien, y el hombre malvado, del mal tesoro de su corazón, coge el mal. (Lucas 6:45.)


Criminólogos de todo el mundo han estado buscando explicar el comportamiento antisocial a través de la teoría biosocial, según la cual las causas de están en una conjunción de factores biológicos y sociales. En el aspecto biológico, hay tres factores de riesgo muy importantes para la violencia: traumatismo craneoencefálico, desnutrición y herencia genética de sus padres antisociales. Principales factores de riesgo social: maltrato, negligencia, humillación, rechazo materno, pobreza extrema, hacinamiento, mala vecindad, inducción al alcoholismo y ausencia total de atención y sensación de pertenencia. Ninguno de estos factores por sí solo podría justificar el comportamiento criminal, pero la suma de ellos está implicada en la gran mayoría de delincuentes, al menos con respecto a los delincuentes comunes, llamados criminales de cuello azul.

Los estudios de adopción muestran que los niños cuyos padres biológicos eran delincuentes tenían mucha mayor propensión a convertirse en criminales, incluso si los adoptivos no eran criminales. Los gémelos idénticos son mucho más similares entre sí en relación con el crimen y la agresión que los gémelos fraternos. Gémelos idénticos que fueron separados al nacer son sorprendentemente similares con respecto a la personalidad antisocial, aunque fueron criados en entornos muy diferentes. Estos estudios con gémelos y adopción nos dicen que hay una carga genética significativa para la agresión, pero no nos informan qué genes específicos están involucrados.

La tecnología de imágenes cerebrales se ha convertido en un instrumento muy afilado para sondear la anatomía de la violencia. Esto está proporcionando pruebas visualmente concreta que hay algo malo en la forma en que funcionan los cerebros de los asesinos. Adrian Reine de la Universidad de Pensilvania realizó PET (Tomografia por emisión de positrones) en 41 criminales esperando en el corredor de la muerte. En contraste con el control normal, el asesino muestra una notable falta de activación de la corteza prefrontal. En general, 41 asesinos mostraron una reducción significativa en el metabolismo prefrontal de la glucosa en comparación con los controles.

¿Por qué la incipiente operación del prefrontal se predispone a la violencia? Los neurocientíficos afirman que esta pregunta puede ser respondida a diferentes niveles conceptuales.

1- A nivel emocional, la reducción en el funcionamiento de la región prefrontal resulta en la pérdida de control sobre las partes primitivas evolutivas del cerebro – el sistema límbico – que genera emociones crudas, como la ira. El prefrontal, más sofisticado, mantiene un control de estas emociones límbicas. Retire esa tapa, las emociones se desbordarán.

2- A nivel de comportamiento, las lesiones no prefrontales resultan en asumir  riesgos, irresponsabilidad y ruptura de las reglas.

3-En el nivel de personalidad, el daño frontal ha demostrado resultar en todo un conjunto de alteraciones. Estas incluyen impulsividad, perdida del autocontrol e incapacidad de modificar e inhibir el comportamiento de modo apropiado.

5- En el nivel social, esos daños resultan en inmadurez, falta de tacto y déficit de juicio social.

5- En el nivel cognitivo, el perjuicio frontal resulta en perdida de flexibilidad intelectual y peores habilidades de resolución de problemas. En consecuencia de eso: fracaso escolar, desempleo y privación económica.

En cuanto a los problemas sociales, un estudio mostró que si cuatro días antes del examen escolar hubo un homicidio en el barrio donde el niño vive, esto redujo su puntuación de lectura en casi 10 puntos. Se ha estimado que alrededor del 15% de los niños afroamericanos pasan al menos un mes por año yendo mal en la escuela sólo por los asesinatos en sus vecindarios. La liberación excesiva de cortisol en respuesta al estrés es neurotóxica para las células piramidales del hipocampo – una región fundamental para el aprendizaje, la memoria y el control de impulsos. Bajo rendimiento escolar se refiere al subempleo o al desempleo, relacionado con la criminalidad. El entorno social es mucho más importante de lo imaginado, pues las experiencias sociales cambian el cerebro. Los adultos que vivieron cerca de los edificios del World Trade Center el 11 de septiembre de 2001 – y por lo tanto fueron expuestos a un estrés ambiental muy significativo – mostraron una reducción en el volumen de materia gris en el hipocampo cuando fueron sometidas a un estudio de imagen cerebral tres años después de los atentados.

Aunque la Teoría Biosocial es muy reciente, vamos a identificar en la obra de Kardec elementos que nos permiten una reflexión espírita sobre esa propuesta. No se puede negar el papel de los genes, los cerebros y las influencias del medio ambiente en la construcción de la personalidad humana. Kardec admitió que el Espíritu encarnado está bajo la influencia de la materia (LE, introducción, punto VI) y que hay casos en los que el físico evidentemente influye en la moral, como cuando un estado mórbido o anormal está determinado por una causa externa, accidental e independiente del espíritu, como la temperatura, el clima, los defectos físicos congénitos, una enfermedad que pasa, etc. (El cielo y el infierno, parte I, cap. VII). Admitió igualmente nuestro codificador que el medio vicioso puede tener una gran responsabilidad en la conducta antisocial (LE, punto 644), haciendo hincapié en el papel de los padres en la construcción de la personalidad (LE, punto 385). Sin embargo, creer que los genes y el medio ambiente pueden ser los únicos responsables de la acción criminal es, al menos,  ingenuidad y la experiencia lo demuestra: el hombre es, sobre todo, un espíritu encarnado, que trae su historia, la suma de sus experiencias pasadas, facilidades y dificultades, virtudes y defectos.

En la Revista espírita, octubre de 1858, Kardec informa de un hecho lamentable publicado por un periódico de la época. Un crimen aterrador acababa de ser cometido por un niño de 12 años. El joven H..., conocido por su mal carácter, se unió a cinco amigos de poca edad y los persuadió para entrar en un baúl, guardados en una casita del jardín. Los cinco niños apenas cabían allí, pero se apretaron y se acomodaron, con risas, unos encima de otros. Tan pronto como entraron, el niño cerró el baúl, se sentó en la parte superior y se quedó tres cuartos de hora escuchando, primero sus gritos, luego sus gemidos. Finalmente, cuando cesaron los estertores y él los supuso muertos, abrió el baúl; los niños aun respiraban. Volvió a cerrarlo, cerró con candado y fue a jugar con la cometa de papel. Fue visto por una chica cuando salió del jardín. Denunciado por la chica que lo vio salir del jardín, los padres desesperados llegaron y encontraron a las cinco víctimas, un niño y cuatro niñas de cuatro a nueve años. El joven H... confesó el crimen con la mayor sangre fría y sin manifestar ningún arrepentimiento. 

Kardec lleva el hecho a la discusión en la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas y sigue el siguiente diálogo:

-¿Escuchaste el relato que acabamos de leer, el asesinato de cinco niños, cometido por un niño de 12 años?

Respuesta: Sí; mi pena todavía me exije que yo oiga las abominaciones de la Tierra.  

- ¿Cómo explicar tal actitud en un niño?

Respuesta: Se trata de un mal espíritu. Es su propio espíritu el que lo domina y lo impulsa a la perversidad.

Este principio fundamental - de que nadie está predestinado a la delincuencia y que cada crimen, como cualquier otro acto, siempre resulta de la voluntad y el libre albedrío (LE, ítem 861), es recurrente en la obra de Kardec. El hombre de bien es la encarnación de un buen Espíritu y el hombre vicioso es la encarnación de un Espíritu imperfecto. Teniedo alguien el instinto del asesino, es su propio Espíritu que tiene esse instinto.

En resumen: el Espíritu encarnado hereda tendencias y no cualidades. Las tendencias lo acompañan desde el principio de su vida y se identifican con el cuerpo construido por los genes heredados de los padres y de una multitud de influencias del ambiente. Son sólo tendencias, inclinaciones, predisposiciones, pero no cualidades, porque las cualidades son los valores morales y estos pertenecen al Espíritu.

Emmy Werner, psicóloga de la Universidad de California, desencarnada en 2017, ganó fama internacional por su estudio longitudinal de 698 niños en la isla havaiana de Kauai. A mediados del siglo pasado, se hizo la siguiente pregunta: ¿Todos los niños criados en el peor ambiente posible, con una amplia variedad de factores de riesgo para la criminalidad se convierten en bandidos? Para examinar esto, seleccionó a unos 700 niños que tenían diferentes factores de riesgo de criminalidad y los acompañó durante treinta años. Al final, se dio cuenta de que un tercio de estos niños se convirtieron en buenos hombres.

De todas las pruebas que muestran que la Teoría biosocial es insuficiente para explicar la criminalidad, la más notable a la que se refiere al crimen del collar blanco, donde el delincuente no ensucia sus manos de sangre como las del collar azul. No hay factores de riesgo – biológicos o sociales – relacionados con este tipo de delito. Tal vez sea sorprendente que no se haya desarrollado ninguna teoría biológica o psicológica para el crimen cometido en las oficinas lujosas, en los pasillos del poder ejecutivo y en el Congreso, o en los principales contratistas. No hay teorías de diferencia individual para este comportamiento, incluso en un nivel social – teorías que tratan de explicar dónde estos criminales difieren del resto de nosotros.

Al preguntar a los Espíritus, en el ítem 645 de El libro de los Espíritus , si cuando el hombre se encuentra, de cierta manera, inmerso en la atmósfera del vicio, el mal no se le convierte en un arrastramiento casi irresistible, Kardec les oyó la siguiente respuesta:

Arrastramiento, sí; irresistible, no; porque, incluso dentro de la atmósfera de la adicción, con grandes virtudes a veces te encuentras. Son espíritus que han tenido la fuerza de resistir y que, al mismo tiempo, recibieron la misión de ejercer buena influencia sobre sus semejantes.

           
Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita