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Acción astuta del anticristo
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Cualquier fuerza, física o espiritual, que actúe para
alejar a los seres de la luz, especialmente a aquellos
que están unidos por los lazos amorosos de Jesús, se
señala como anticrística. Desde el advenimiento del
maestro hasta los días actuales, el anticristo siempre
ha actuado en el sentido de aflojar el mensaje de Cristo
a la humanidad, actuar maliciosamente para borrar en el
corazón humano la llama de la renovación espiritual, en
la que resplandece el espíritu del cristianismo
primitivo, con sus ideales de igualdad, solidaridad y
fraternidad.
Infelizmente, la ejemplificación del amor al prójimo, un
bastión de la doctrina cristiana fue depreciado por las
organizaciones religiosas que se llamaban seguidoras de
Jesús y lo que se estaba desentrañando fue una aparente
victoria de las fuerzas oscuras del anticristo, que
siempre ha estimulado el egoísmo y, posteriormente, el
deseo de predominio, obteniendo bienes y posiciones
personales en hombres que deberían predicar y
ejemplificar el sublime "cristianismo de Jesús" y, en
verdad, según su naturaleza espiritual aún inferior,
constituirán, con infelicidad, el sombrío "cristianismo
de los hombres".
Digno de subrayar que la acción de los enemigos de la
luz, agentes tenebrosos del Más Allá, en el campo
religioso, culminó con el advenimiento de la llamada
"Santa" Inquisición, llamada "La Edad de las Tinieblas",
que duró aproximadamente seis siglos y con la estimación
de millares de personas torturadas y asesinadas. Es
importante destacar, previamente, la participación de
las Cruzadas, consistiendo en movimientos militares del
"cristianismo de los hombres" que partieron hacia Tierra
Santa y la ciudad de Jerusalén para mantenerlos bajo su
dominio. También bajo la orientación de los Espíritus
oscuros, la reforma protestante, en menor medida que la
católica, fue responsable por baños de sangre. Solamente
el rey Enrique VIII, debido a la fundación de la Iglesia
Anglicana, fue incriminado por la muerte de 72 mil
revueltos papistas y miles de monjes.
En el "cristianismo de Jesús", no hay instrucción para
matar, destacando un pasaje del Evangelio, describiendo
a dos discípulos que estaban aburridos, debido al hecho
de que algunas ciudades enteras se negaron a escuchar
sus mensajes y, pensando en replicar, fueron reprendidos
por el Maestro:--"Vosotros no sabéis de qué espíritu
sois. Porque el Hijo del hombre no vino a destruir las
almas de los hombres, más para salvarlas" (Lucas
9:54-56).
De hecho, "El cristianismo de los hombres", en su camino
violento y sanguinario ciertamente, presenta una
relación de sumisión a los agentes tenebrosos del
Anticristo. ¿Y el consolador prometido por Jesús? ¿Estaría
la Doctrina Espírita inmune a las envestidas de las
mentes espirituales malsanas? Em cuanto a la Segunda
Revelación Divina a la Humanidad", ¿hubo igualmente una
acción astuta del anticristo?
En primer lugar, es importante destacar que la ciencia,
actualmente presenta muchas expresiones positivas sobre
la fe religiosa en la salud. Sin embargo, algunos
estudios indican, al igual que los de los reconocidos
investigadores Koenig, Pargament y Sherman, sus enfoques
negativos, como dudas y conflictos religioso,
responsable de mayores taxas de depresión, estrés,
fatiga, dolor y mayor mortalidad (1). Todo esto
sintetizado en el pensamiento de que Dios está
castigando, en el descontento espiritual y en el
cuestionamiento los poderes de Dios (2).
Exactamente en la estimulación de estos tres aspectos,
predominando el primero, actuar los esbirros del
anticristo, tratando de penetrar en el Espiritismo,
tratando de menoscabarlo. La hipótesis de ser la
encarnación humana un castigo impuesto por Dios a las
criaturas que habrían sido creadas sólo para vivir en la
dimensión espiritual y que fallaron, es alardear como
una supuesta revelación espiritual.
Esa indigna proposición siempre ha sido señalada como la
causa de contiendas y disensiones, cuando intentan
insertarlas en el contexto espírita, en conflicto con su
robusto arsenal doctrinario, el cual las repele, según
algunas comprobaciones siguientes: "La encarnación no es,
en absoluto, un castigo para el Espíritu, como
cualquiera puede pensar, mas una condición inherente a
la inferioridad del espíritu y un medio de progresar
"(3); "Lejos de ser criaturas angélicas, caídas; lejos
de haber habitado un paraíso imaginario, fue con inmensa
dificultad que conquistamos el ejercicio de nuestras
facultades, para vencer la naturaleza "(4); "El hombre
no es un ángel caído, lamentando la pérdida de un
paraíso imaginario, ni carga pecado original alguno que
lo estigmatice desde el nacimiento” (5); “No son
criaturas degradadas, sino niños que crecen” (6).
Es inconcebible creer que el universo, albergando
alrededor de trillones de galaxias, fue creado por Su
Supremo Arquitecto, para ser un inconmensurable presidio,
donde serían recogidos los seres espirituales en
castigo, la tan denominada "Caída Espiritual". Esta
absurda hipótesis, una tontería similar, trata de
rebajar hasta la propia Divinidad.
La Doctrina Espírita considera ese sistema "engañoso a
primera vista", y que "tal sistema cae por la mera
consideración de que, si ningún Espíritu hubiera fallado,
no habría hombres en la Tierra, ni en otros mundos.
Según Kardec, el hombre "es uno de los engranajes
esenciales de la Creación" y, por esta razón: "Dios no
podía subordinar la realización de esta parte de su obra
a la caída eventual de sus criaturas, a menos que
contara tanto con un número siempre suficiente de
culpables para ofrecer trabajadores a los mundos creados
y por crear”. Remata el codificador: "El buen sentido
repele tal idea" (7). Felizmente, esa aberración,
completamente anatematizada con la insensatez, es
despreciada por el Espiritismo y por la ciencia moderna,
la cual alerta ser perjudiciales a la salud los
conflictos religiosos teniendo como base un dios
castigador.
Esta proposición anticrística recibe extremada la debida
repulsa de la doctrina Espírita: "Para adquirir
experiencia es necesario que el ser espiritual conozca
el bien y el mal. Esta es la razón por la que se une al
cuerpo "(8). Así que la criatura, en no conociendo la
desarmonia en los parajes espirituales, no puede errar.
El Espiritismo repele completamente la propuesta de la
llamada "caída de los ángeles" y enfatiza exactamente
Todo lo contrario, argumentando que todos los espíritus
son creados simples e ignorantes y son instruidos en las
luchas y tribulaciones de la vida corporal"(9).
Otra oscura hipótesis, insofismablemente derivada de las
mentes inferiores de la falange anticrística, dice que
el maestro apareció en el mundo con un cuerpo
aparentemente, totalmente fluido, derogando las leyes
biológicas del planeta, por cuanto su nacimiento y
muerte eran ilusorias y se descritas como irreales,
evidenciando un señuelo, un fingimiento, una farsa,
indigna para ser practicada por un ser puro como el
Maestro.
Esta propuesta de orden sombria ya había sido negada por
el proprio Evangelio: "Todo espíritu que no confiese
que Jesucristo vino en carne no es de Dios; Y tal es el
espíritu del Anticristo, de cual ya oísteis que está por
venir, y ahora está en el mundo (10). Llama la atención
sobre la afirmación del llamado "amado discípulo", de
quien procede: "Es el engañador y el Anticristo" (11).
En "El Libro de los Hebreos", más un añadido contra la
afirmación anticrística: "Y, visto como los hijos
participan en la carne y la sangre, también él participó
de las mismas cosas" (12). Así, del mismo modo, Pedro se
expresó: "Él fue asesinado en la carne, pero recibió
vida en el Espíritu" (13). La Doctrina Espírita, del
mismo modo, enfatiza que el Maestro, "como hombre, tenía
la organización de los seres carnales (...) "(14), así
como:" Jesús tuvo, como todo hombre, un cuerpo carnal y
un cuerpo fluido, que es atestiguado por los fenómenos
materiales y por los fenómenos psíquicos que le marcaron
la existencia "(15). Esclareció el Codificador: "De
todas las facultades que se revelaron en Jesús, no había
ninguna que estuviera fuera de las condiciones de la
humanidad y que no se encontrara en el común de los
hombres, porque están en la naturaleza humana (...)"
(16). Por tanto, el Nuevo Testamento como la Doctrina
Espírita pone por tierra la intención anticristiana de
desacreditar la notable presencia del Maestro en el seno
de la humanidad a quien tanto ama.
Otra envestida de las falanges tenebrosas, igualmente
inverosímil, fue negar perentoriamente que Jesús no sea
el Cristo, habiendo sido apenas intermediario de un tal
"Cristo Planetario", que sería otro espíritu, más
elevado que el magnánimo nazareno. En verdad, "Jesús fue
médium de Dios" (17). Una vez más, el apóstol Juan
viene a afirmar la verdad: "¿Quién es el mentiroso, si
noel aquel que niega que Jesús es el Mesías? Este es el
enemigo de Cristo: aquel que rechaza tanto al Padre como
al Hijo "(18).
Esos seres tenebrosos, interesados en minar el terreno
fértil de la verdad evangélica y espírita, fueron
denominados por el Espíritu San Luis de "gusanos
roedores" (19). Por tanto, siempre debe estar vigilante
em cuanto a las envestidas malignas del anticristo,
siempre para tratar de deshonrar al excelso Maestro
Jesús.
Que los especuladores espíritas sigan la advertencia del
apóstol Pedro, relatando que en el pasado los falsos
profetas surgieron, que, de la misma manera, estarán con
nosotros, como falsos maestros, introduciendo herejias
destructivas, llegando al cúmulo de negar a Jesús (20).
Según resaltó Erasto, entidad espiritual siempre activa,
acompañando a Kardec, "es deber de todo hombre honesto
desenmascarar a los falsos profetas" (21).
¡Así sea!
Bibliografia:
1- Sherman AC,
et al., Journal of Behavioral Medicine 2005;
28(4): 359-367
2- Pargament KI,
et al., Journal for the scientific study of religion 1998,
37(4): 710-724
3- Kardec,
Allan, A Gênese, XI-25
4- Delanne,
Gabriel, A Evolução Anímica, III
5- Kardec,
Allan, A Gênese, XI-67
6- Kardec,
Allan, O Evangelho segundo o Espiritismo, III-8
7- Kardec,
Allan, Revista Espírita, junho de 1863
8- Kardec,
Allan, O Livro dos Espíritos, Questão 634
9- Idem,
Questão 133
10- “Primeira Epístola de João”, IV: 3
11- “Segunda
Epístola de João”, I:7
12- “O
Livro dos Hebreus”, II: 14
13- “Primeira
Epístola de Pedro”, III: 18
14- Kardec,
Allan, A Gênese, XV: 2
15- Idem,
XV: 66
16- Idem,
XV: 44
17- Kardec,
Allan, A Gênese, XV: 2
18- “Primeira
Epístola de João”, II:22
19- Revista
Espírita,
abril de 1863, “Festa de Natal”
20- “Segunda
Epístola de Pedro, II: 1-3
21- Kardec,
Allan, O Evangelho segundo o Espiritismo, 21:1.