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Espiritismo: alianza de la Ciencia con la Religión |
Este artículo busca resaltar cómo el ser humano choca en
la comprensión de la conceptualización de los principios
y postulados de una doctrina, filosofía o ciencia.
Esta diferencia de pensamientos, que da origen a una
serie de sentimientos distintos, constituye una
diversidad de niveles de adelantamiento moral e
intelectual de los seres humanos inscritos en este orbe
de expiación y pruebas.
Este trabajo se inspiró en la lectura del texto "La
Revolución contra la Ciencia", escrito por el columnista
Rodrigo Constantino, de la revista IstoÉ, número 2538,
de 15 de agosto de 2018.
De hecho, el eminente columnista, evidentemente dedicado
a su tarea social de informar y formar opiniones en la
sociedad, preocupado, sufre el dolor de cada pensador
integrado en su medio, mediante al detectar el inmenso
revuelo alrededor de la comprensión de lo que viene a
ser una ciencia, lo que su integralidad y finalidad y
sobre todo, considerando los diversos contextos y formas
tal como se describe y experimenta.
Es en este contexto que, como resultado del análisis y
las percepciones únicamente desde el punto de vista
material, y a primera vista, aparentemente preocupado,
que nuestro hermano columnista exterioriza sus
sentimientos en la expresión "sólo puede ser entendido
como un revuelta contra la ciencia ", lo que, en nuestra
opinión, denota ausencia de entendimiento espiritual.
Conscientes de que la doctrina espírita explica tales
tropiezos de entendimiento, es que, al orar por la paz
del Cristo, comenzamos nuestra explicación.
La palabra de moda tradicional "Hay Ciencias y
Ciencias", que indica cierta ironia para acomodar los
puntos de vista que se enfrentan a nuestros pensamientos
y diferentes puntos de vista, uno puede hacer presente
en esto y en diferentes momentos de las reflexiones
doctrinarias. A propósito, destaquemos que si en el
área del conocimiento humano hay Ciencia física que se
ocupa de las leyes terrenales, por otro lado también hay
Ciencia espiritual, regida por las leyes espirituales,
para tratar las cosas del espíritu y de Dios.
Por supuesto, no podemos olvidar que tanto la ciencia
espiritual como la ciencia terrenal tienen su origen en
las leyes de Dios. Por lo tanto, todos los principios y
postulados fundamentales, basados en leyes divinas, son
la fuente y el origen del conocimiento de la humanidad,
dejando muy claro que Dios, nuestro Padre Mayor, es el
Creador del bien y toda la ley del bien, aunque la
mayoría de los científicos todavía atribuyen el proceso
de evolución tan solamente a su propia cognición y
creatividad, olvidándose ellos de que su propia
existencia es el resultado de una ley mayor y que él
mismo no existiría ni se sostendría, tan solo por sí
solo.
De hecho, es en este sentido que la doctrina espírita
presenta para la humanidad la teoría "Creacionista-
Evolucionista", como afirma Zoé Mary Saraiva Paim, en el
libro "EVOLUCION"- Del Átomo al Arcángel-
editora FERGS, que se expresa, ya desde la primera
cuestión del libro de El Libro de los Espíritus, esbozando
que "Dios es la causa primera de todas las cosas" y que,
en la forma de la pregunta 779 de esta misma obra, Él
somete todo y a todos a la ley del progreso.
Allan Kardec, el codificador del espiritismo, destaca
claramente en el libro El Evangelio según el
Espiritismo "La cuestión de la necesidad de la
existencia de la alianza entre la ciencia y la religión,
apuntadas como las principales palancas para mover el
progreso de la humanidad, bajo pena de estacionamiento
intelectual y moral, de ambos, en contra del proceso
evolutivo de la humanidad, caso quieran caminar aisladas
una de la otra, porque si la religión es regida por las
leyes y propiedades de las ciencias espirituales, la
ciencia terrenal, a su vez, se rige por leyes y
propiedades físicas.
Ponemos en evidencia esos detalles para fijar,
finalmente, que ambas las órdenes de ideas, espirituales
y físicas, se originan en la Divinidad, que em el inicio
creó el principio espiritual y el principio material,
para satisfacer los deseos de la evolución en la medida
de la conquista moral e intelectual de el hombre y el
espíritu, cerrando así el triple aspecto -Ciencia,
Filosofía y Religión- adoptado por la doctrina de los
espíritus.
Destacando la cuestión de la necesidad de integración
entre las diversas ramos del conocimiento del hombre,
tanto de orden espiritual como de orden físico, ya que
ambas, hasta incluso por tener el mismo origen, sólo
avanzan juntos, mencionemos, el libro La Génesis, Los
Milagros y las Predicciones según el Espiritismo,
de Allan Kardec, en cuyo capítulo X – La Génesis
Orgánica y en el capítulo XI – La Génesis Espiritual,
presenta el estudio y desarrollo, respectivamente, del
principio material y del principio espiritual,
reforzando no tratarse de estudio opcional, a nuestra
voluntad, pero, aclarando, antes, ser, sí, y de hecho,
ser el estudio de los dos capítulos citados una
actividad obligatoria, dado que tanto el espíritu como
la materia están en constante desarrollo, y se
perfeccionan en la proporción de los esfuerzos
invertidos, tanto en la investigación y un estudio
edificante, como en las acciones del bien, especialmente
en beneficio del prójimo, propiciando mejores
pensamientos y sentimientos y mejores ambientes en las
nuevas moradas de la casa del Padre.
Hablamos de la necesidad de la plena integración entre
esas dos órdenes de conocimiento, la espiritual y la
material, capaces de generar y acceder el encadenamiento
evolutivo, de modo que, los principios y postulados
doctrinarios, así como las propias ciencias espiritual y
material, en la práctica para entretejer, se
complementen, y se desenvuelvan y se justifiquen,
haciéndose visible en la gran ley de solidaridad, que, a
su turno, se integra y se aproxima cada vez más, entre
sí, a los universos, las galaxias, los planetas los
pueblos, los hombres, así como sus ciencias, como
instrumentos de evolución, en los diversos grados de
adelantamiento en que se encuentran.
Mientras no logremos la comprensión de esta interacción
de la ley mayor, rigiendo simultáneamente, y de una
forma natural, los mundos espiritual y material, en
franco mejoramiento moral e intelectual y en el
desarrollo de las ciencias espirituales y materiales,
sólo tantearemos tal cual aquel pájaro que tiene una
sola ala y se golpea en el suelo cada vez que intenta
levantar el vuelo. Con una sola ala el no volará.
Por lo tanto, si por un lado el iluminismo tuvo una
función importante en la mejora de las ciencias físicas,
con el consiguiente nivel cultural elevandose, con la
mejora del intelecto, propiciando mejor comprensión, y
generando más y cantidades de bienes de consumo, de
diversión y las artes, cultura y bienestar, por otro
lado, no podemos olvidar que la fragilidad de la poca
moral fue el motivo por el cual la Providencia Divina
mantuvo, el Consolador Prometido, retenido, esperando el
momento adecuado, para declinar la tercera revelación
con las nuevas verdades de la nueva era.
La integración espíritu/materia en la proporción
correcta, de forma que no genere ni fanatismo religioso
y ni cientismo, en la medida en que no se va tanto al
mar y no tanto a la tierra, proporciona el equilibrio
necesario para el estudio, comprensión y aplicación de
la ciencia, independientemente de qué área del
conocimiento humano deseamos examinar y comprobar para
colocarla al servicio del bien. Lo que se hace
indispensable es que nos coloquemos a la disposición de
la investigación como dedicados instrumentos a servicio
del amor y del bien, para la evolución de todos.
La Era nueva, indicando que los nuevos tiempos ya
llegaron, vino a abrir nuestros ojos, nuestras mentes y
nuestros corazones, no más comportando la la acomodación
en zona de confort. Antes de cruzar los brazos en
ociosa contemplación, o para refutar otros principios,
sin un análisis en profundidad, vamos a comprobar, vamos
a verificar, examinar para, en fin, concluir.
Gran parte de la problemática humana tiene origen en el
desánimo y en la pereza que genera apatia y abandono del
estudio, de la investigación y hasta de los puestos de
trabajo de asistencia.
Si aún no somos capaces de imitar al maestro mayor, que
por su humildad se hizo Modelo y Guía para la humanidad,
esforzándonos, para al menos, intentamos poner en
práctica, el ejemplo de Kardec, que, dedicadamente,
cuando la elaboración de la codificación de la Doctrina
Espírita, todo verificó, examinó y comprobó, haciéndose
entre los hombres un divisor de aguas, también, en el
campo de la ciencia y la religión.