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Pestalozzi, Kardec
y el pensamiento humanitario |
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En lo que se refiere a las cualidades del espíritu,
Allan Kardec tuvo fuerte influencia en la
elaboración del Espiritismo. La formación humana y
cultural, el buen sentido y racionalidad del codificador
favorecerán su perfecta comprensión de las concepciones
traídas a la Tierra por el Espíritu de Verdad para el
encaminamiento de los problemas humanos y de las
cuestiones universales.
Independientemente de la acción decisiva de los
Espíritus Superiores proponiendo una doctrina, el genio
y la grandeza de Allan Kardec fueron fundamentales para
el éxito del relevante trabajo.
Se sabe que Hippolyte Rivail estudió con el célebre
educador suizo Henrique Pestalozzi, cuya renombrada
escuela dejaba bajo el comando del alumno aplicado y
responsable, en las ocasiones en que precisaba
ausentarse debido al viaje. En las palabras de André
Moreil, uno de los biógrafos de Allan Kardec, la escuela
de Yverdun era referencia del universalismo, había
fraternidad entre los niños de varias partes del mundo
que allí estudiaban con el maestro “severo y suave al
mismo tiempo, justo y cariñoso”.
El desprendimiento de Pestalozzi
Teniendo como meta producir una nueva pedagogía, antes
incluso de establecerse en Yverdun, Pestalozzi, en un
rasgo de desprendimiento e idealismo, vendió todo lo que
poseía y compró tierras en Argóvia (norte de Suiza),
fundando allí un instituto para niños pobres y
abandonados. Publicó novelas pedagógicas de enorme éxito
que lo hicieron recuperar las finanzas. Su nombre, sus
ideas y métodos ganaron proyección.
Las convulsiones desencadenadas por la Revolución
Francesa provocaron verdadero caos en su país y el
gobierno suizo perdió su ayuda en el amparo y educación
de ciento cincuenta niños víctimas de miseria y
abandono. Más tarde, Pestalozzi destinó el producto de
los derechos autoriales de toda su obra pedagógica para
la fundación de una nueva escuela para niños pobres,
atendiendo, así, al espíritu humanístico que dominó su
pensamiento.
Según el profesor y escritor Herculano Pires, Pestalozzi
“fue lo que se puede llamar un mártir de la educación.
Dedicó su larga vida de ochenta años a transformar la
educación en una alavanza, para arrancar al mundo del
abismo y elevarlo a los planos de la inteligencia.
Cuando estudiamos, hoy, su vida de plena abnegación, de
verdadero martirológio, combatido e incomprendido, su
pensamiento pedagógico y a su cosmovisión, llegamos
inevitablemente a la conclusión de que Pestalozzi no fue
apenas el maestro, sino también el precursor y el
preparador de Kardec”.
Herramienta de transformación
Fue con ese maestro y sus ejemplos que Rivail pudo
contar para su formación de pedagogo. Como Pestalozzi,
Rivail también eligió la educación como herramienta
transformadora del carácter humano. Durante treinta años
se dedicó a la educación de los niños franceses, para,
en los últimos quince años de existencia, imprimir la
gran obra de su vida – la Doctrina Espírita – el mismo
amor y dedicación aplicados en todo lo que realizó.
En la introducción de su primera obra pedagógica,
escrita en 1824, el joven Rivail expuso el resumen de
los principios generales de la educación pestalozziana:
“Toma al niño al salir de las manos de la natureza, para
acompañarla en su desenvolvimiento; considera como sus
ideas se desenvuelven, estudia sus necesidades y sus
facultades; y después de numerosas observaciones,
establecer un método que consiste esencialmente en
aprovechar las facultades que el niño recibió de la
natureza, para proporcionarle un raciocinio sano y
acostumbrarlo a poner en orden sus ideas”.
Rivail, en el límite de las fuerzas
A semejanza del maestro Pestalozzi, Rivail promovió de
1835 a 1840, cursos gratuitos de química, física,
astronomía y anatomía comparada, muy frecuentados.
Rivail sempre trabajó mucho, practicamente en el límite
de sus fuerzas. Todos los días, invariablemente de pie
desde las cuatro y media de la mañana, extendía sus
funciones hasta altas horas de la noche. Más allá de la
contabilidad de tres firmas, que le daba el sustento,
escribía gramáticas, aritméticas, libros de altos
estudios pedagógicos y aun traducía obras extranjeras y
organizaba cursos.
Publicó libros, presentó métodos, planos y proyectos a
los diputados, a los gobiernos y las universidades,
referentes a la Reforma de la enseñanza francesa.
Dedicado para la educación, dice en la introducción de
su primera obra que deseaba volverse útil a la juventud
y colocarse al servicio de los niños de su país a través
de la instrucción pública de calidad. Después, iría a
aumentar a esa idea una preocupación fundamental más, la
de que se debería dar mayor énfasis a la educación
moral, capaz de transformar al niño en ciudadano justo y
hombre caritativo.
Trabajador y hermano
Espíritu maduro y preparado por los siglos, Rivail fue
convocado por Jesús a trabajar objetivamente por la
elevación espiritual de la humanidad. Así, como Allan
Kardec, estudió, investigó, hizo experimentos, pensó y
escribió mucho, retomando los conocimientos y
experiencias milenárias que traía y poniéndose al
servicio de la inteligencia y del amor.
Bastante conocido en el medio educacional francés, su
proyección creció exponencialmente, en la misma
proporción del avance irresistible de las nuevas ideas
que los Espíritus le comunicaban. En tiempo alguno
cambió su forma de ser y vivir.
En un momento dado Kardec vio la necesidad de sentir de
cerca el pulso de los hermanos espíritas esparcidos por
toda Francia. Hizo entonces varios viajes. Son célebres
sus discursos proferidos en esos viajes de propaganda
del Espiritismo. En septiembre de 1860 visitando Lyon,
su ciudad natal, fue recebido por el jefe de oficinas
Dijou y su esposa, responsables por un centro espírita
allí existente. Kardec lo saludó, cogiendo con las suyas
las manos callosas del trabajador, a quien llamó
“hermano”. Ese fue, posiblemente, el primer encuentro de
dirigentes espíritas de la Historia.
Volviendo allá un año después, constató los progresos de
la Doctrina en todas las clases sociales, más
principalmente en la clase trabajadora. Se sorprendió
con el aumento rápido y considerable de adeptos y
comentó: “Eso no es de admirar: siendo esa clase la que
más sufre, se vuelve para el lado que le ofrece mayor
consuelo”.
Kardec expuso, así, el fuerte compromiso del Espiritismo
con los pobres y desasistidos del mundo, que es el mismo
compromiso que reguló la predicación y los ejemplos de
Jesús. Y después recoger excelentes impresiones de la
dedicación y transformación moral de aquella gente,
afirmó: “Lo que vimos con nuestros propios ojos y de
tal modo característico y encierra enseñanza tan grande,
que creemos deber consagrar a los trabajadores la mayor
parte de nuestro relato”.
Pequeñas acciones valerosas
Bien lejos de ser lo que hoy llamaríamos como un
activista social, Allan Kardec siempre tuvo, no
obstante, el pensamiento volcado para los
desfavorecidos, y mostraba preocupación constante con
las injusticias causadas por los vicios morales humanos,
principalmente el egoísmo y el orgullo, causas de las
miserias del hombre. Sus innumerables pequeñas acciones
revelan total coherencia y equilibrio entre el pensar y
el obrar.
Allan Kardec pudo, en esos viajes, recibir
demostraciones entusiastas de acogimiento y respeto por
parte de los trabajadores simples, en su mayoría, que lo
identificaban como la mayor autoridad en el Espiritismo.
Aunque la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas
tuviese una Caja para atender a la despensas, las varias
incursiones de Kardec por decenas de ciudades siempre
fueron costeadas con sus proprios recursos. Autoridad en
Espiritismo. Aunque la Sociedad Parisiense de Estudios
Espíritas tuviese una Caja para atender a las despensas,
las varias incursiones de Kardec por decenas de ciudades
siempre fueron costeadas con sus proprios recursos.
Bien informado y solidario, los dramas sociales no le
escapaban. Organizó colectas en beneficio de los
desempleados y de las víctimas de flagelos. Tomando
conocimiento de un incendio en la ciudad de Limoges,
contribuyó para la subscricción a favor de las víctimas.
En viajes a Bordeox, Tours y Orleans, compareció a las
sesiones consagradas especialmente al tratamiento de los
enfermos. Se mostró contrariado con la actitud racista
de una pequeña comunidad de New York, que promovió el
linchamiento de un negro acusado de atentado al pudor
contra una joven blanca. Kardec pidió instrucciones a
los Espíritus y publicó el caso en la Revista
Espírita de enero de 1863. Hizo distribuciones
gratuitas de sus libros a personas que no podían pagar.
Planeó construir algunas casitas en un área de la villa
Ségur que compró tiempo atrás, donde pensava recogerse y
acomodar a algunos espíritas sin recursos.
Caridad bajo el velo de la discreción
Hay historias poco conocidas sobre Allan Kardec que
hablan de su vida privada y de las acciones generosas
que él, como espírita, procuraba manter bajo el velo de
la discreción.
Alexandre Delanne, que convivió intimamente con el
maestro por más de doce años, tuvo la oportunidad de
asistir a numerosas demostraciones de su corazón
sensible y benevolente. Cuenta él que, recibiendo la
visita de un amigo, o Sr. P..., fueron juntos a la villa
Ségur para visitar a Kardec. Durante la conversaciones,
el Sr. P... les habló sobre las extremas dificultades
por la que pasaba un conterráneo suyo. Hombre de edad
avanzada, sufría privaciones de todo orden, sin con todo
lamentarse, ni siquiera encorajarse a pedir auxilio. Al
contrario, aprendió a resignarse y a confiar en la
Providencia Divina, gracias a un folleto espírita que
leyó y lo hizo reflexionar.
Después de reparar que los ojos de Kardec estaban llenos
de lágrimas, Delanne vio al maestro tomar algunas
monedas de oro y recomendar que las hiciera llegar al
hermano espírita, juntamente con varias obras de
carácter instrutivo que iría a separar para la donación.
Hay otro caso, de entre varios contados por Delanne, en
el cual la intervención de Allan Kardec fue
providencial. Un hombre sin recursos fue violentamente
expulsado de su casa y lanzado a la calle con mujer e
hijos. En una conversación, Delanne puso a Kardec a la
par de la situación miserable de la familia. Delante de
la exposición, sin nada preguntar, el maestro juntó
recursos suficientes para sacarla de la miseria, e hizo
de Delanne el portador. Esa caridad de Allan Kardec
evitó una tragedia, pues, se supo después, que el grupo
planeaba un suicidio, caso no llegase auxilio inmediato
de alguna parte.
Amor universal
Es curioso notar, y no podía ser diferente, como las
grandes figuras vocacionales para la educación del ser
humano son desprendidas, generosas y altruistas. Y como
si el amor que les llena el alma les impusiese el
compromiso solidario de desenvolver el amor en el plano
universal.
En cierta ocasión, el Espíritu de Verdad hizo recordar a
Allan Kardec: “Para agradar a Dios, es necesario, en
primer lugar, ser humilde, modesto y desinteresado, pues
Dios rebaja a los orgullosos y los presumidos” (...).
Conociendo la vida y la obra de ese misionero se tiene
la certeza de que él comprendió y cumplió con rectitud
esa instrucción.
La historia de ese educador del espíritu estuvo toda
volcada para los más altos valores que deben guiar la
vida de un hombre de bien. Conocer su obra es demás
importante para todos, independentemente de la creencia
que se tenga. Siempre que hay oportunidad, en mis
escritos, indico a las personas que lean los libros de
Allan Kardec. Quien pudiera acatar mi sugestión,
posiblemente no se acordará de mi nombre en el futuro,
más se felicitarán por la decisión de haber buscado a
tiempo conocimiento espiritual en fuente tan pura y
segura.
Fontes consultadas:
Viagem Espírita em 1862,
Allan Kardec, Casa Editora O Clarim.
Obras Póstumas,
Allan Kardec, Lake.
Revista Espírita,
Allan Kardec, janeiro de 1863, EDICEL.
Revista Reformador,
março de 1991, FEB.
Vida e Obra de Allan Kardec,
André Moreil, EDICEL.