Tema: Prejuicio
El jardín de muchos colores
Juca era el jardinero que cuidaba del jardín de una
plaza. En el momento de plantar las flores, él preparó
la tierra, dividió los surcos y sembró las semillas.
Había muchos surcos y, en cada uno, Juca plantó una
especie de flor. Cuando las semillas brotaron, cada
surco tenía un color. Rojo de las rosas, blanco de las
margaritas, amarillo de los girasoles, azul de las
hortensias y morado de las petunias.
Todas las flores eran lindas, pero cada surco
despreciaba al otro, simplemente por ser diferentes.
Las flores se miraban y frecuentemente comentaban con
sus compañeras:
- ¡Qué falta de gracia!
- ¡No tiene perfume!
- ¡Demasiado pálida!
- ¡Extravagante y exhibicionista!
Cuando las flores estuvieron muy grandes y abiertas, los
animalitos comenzaron a visitarlas, atraídos por los
colores, por el perfume y por el polen que producían.
Muchas abejas, mariquitas, mariposas y picaflores
posaban de flor en flor. Con eso, el polen fue llevado a
todos lados. Y un día nació una petunia en el surco de
las margaritas.
El morado de la nueva flor, entre el blanco de las
otras, llamaba mucho la atención, y comenzó a ser
maltratada por sus compañeras. En otro surco, las
petunias se ponían tristes al ver a las margaritas
actuar así.
Pero pronto nació también una margarita en la maceta de
las petunias, y la situación se invirtió. Todo el surco
de margaritas sentía pena al escuchar que la flor
blanquita era maltratada por las flores moradas.
Con el tiempo, ocurrió lo mismo con los otros surcos.
Nacieron rosas entre los girasoles, girasoles entre las
hortensias y así sucesivamente. Los surcos pasaron a
quedar todos mezclados, con todos los tipos de flores.
Cuando Juca vio lo que estaba pasando, pensó en
replantar las flores, para que cada surco volviera a
tener un solo color.
Pero después cambió de idea. Decidió dejar que crecieran
mezcladas, pues, aunque separara las flores, el polen se
esparciría de nuevo.
Juca se dio cuenta de que los surcos también estaban
bonitos así, muy variados y coloridos.
Las flores se sorprendieron bastante al comienzo. Pero
como no había otra manera, tuvieron que convivir cerca
una de las otras.
Con el tiempo, comenzaron a ver que las diferencias no
eran tan malas. Al contrario, viviendo juntas podían ver
cuántas cosas nuevas e interesantes tenían las otras
flores.
Aprendieron que había muchas maneras de ser bonitas.
Había muchos tipos de perfumes, muchos colores y muchas
oportunidades de hacer amigos y ser feliz.
Poco a poco, las flores fueron volviéndose amigas y
pasaron a tratarse bien. Muchas veces se elogiaban así:
- ¡Qué lindo tu color, no me canso de admirarlo!
- ¡Gracias! ¡También eres linda, además de gentil! ¡Me
gusta mucho vivir a tu lado!
- ¡Qué perfume tan delicioso! ¡Yo no tengo perfume, pero
tengo suerte de estar a tu lado para sentirlo!
- ¡Y yo tengo la suerte de verte, así de maravillosa,
muy cerca de mí!
Las diferencias de cada una pasaron a ser respetadas y
hasta admiradas. Todos los animalitos que visitaban esa
plaza veían que los surcos ahora tenían muchos colores
y, lo que es lo principal, mucha felicidad.
Texto adaptado del libro “De Todos los
Colores”, de Nye Ribeiro.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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